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El Factor X


Enviado por   •  21 de Febrero de 2013  •  2.437 Palabras (10 Páginas)  •  390 Visitas

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El Factor X

Dr. Camilo Cruz

(Extracto)

La historia cuenta que en cierta ocasión un grupo de ingenieros se encontraba realizando el estudio geológico del subsuelo de una zona en la que planeaban construir una carretera de acceso a una remota población y necesitaban determinar la eficiencia y viabilidad del proyecto antes de empezar la obra. Al llegar a cierto tramo del camino se encontraron con lo que en principio parecía un obstáculo imposible de superar: una gigantesca roca atravesada en un punto por donde, necesariamente debía pasar la vía.

No parecía haber manera de desviar el camino sin incurrir en gastos enormes que harían un poco inviable su construcción, así que decidieron que la única solución era despedazar el gigantesco peñón y removerlo del lugar. Pero como esto no fuera problema suficiente, había una complicación que dificultaba aún más la situación: debido a la localización de la roca y a la inestabilidad geológica del área, el acceso de maquinaria pesada y el uso de explosivos para removerla no era posible y tendrían que recurrir a la manera más rudimentaria de llevar a cabo aquella tarea, sin otra ayuda que el uso de un buen mazo y mucha paciencia.

Cuando la compañía anunció que buscaba un contratista local que pudiera realizar el trabajo en un plazo de dos semanas, constructores y obreros locales fueron a la zona a evaluar el proyecto en cuestión, pero a pesar de su interés inicial, pronto lo rechazaron.

Al primero en llegar no le tomó sino unos cuantos segundos de observar la descomunal roca para concluir que eso era una tarea imposible. “es demasiado grande, no creo que sea posible para una persona lograr lo que usted quiere”, dijo con desdén y se marchó prontamente. El siguiente contratista no vio la tarea como algo imposible de realizar. “puede hacerse”, declaró con cierta seguridad, “pero no me atrevo a asegurar que yo sea la persona ideal para llevar a cabo este trabajo”.

La próxima persona en evaluar el proyecto tomó un poco más de tiempo en examinar el terreno, pero al final llegó a la misma conclusión: “no es imposible, y en otras circunstancias yo estaría en capacidad de lograrlo”, expresó con firmeza. “Sin embargo, sin los recursos y equipos necesarios para hacerlo va a ser imposible”.

El más cínico de todos, inventó mil excusas y se marchó de inmediato, no sin antes exclamar con marcado sarcasmo: “imposible ¿a quién se le ocurre construir una carretera en este lugar?, lo mejor es olvidarse de esa locura y dejar las cosas como están”.

Durante los primeros dos días, todos lo que evaluaron el proyecto, lo rechazaron. Era sencillamente una tarea imposible o, en el mejor de los casos si era posible –prometía ser tan difícil y tediosa, particularmente para completarse en dos semanas, que n valía la pena embarcarse en tal faena.

Sin embargo, cuando todo parecía estar perdido, apareció un joven, quien después de examinar cuidadosamente la roca, acudió a los ingenieros y les informó que, no sólo era posible, sino que él era la persona ideal para realizar la labor. No contaba con la experiencia de los demás, pero estaba dispuesto a aceptar el reto porque intuía que la culminación exitosa de un proyecto de tal magnitud, colocaría su nombre en alto y su negocio prosperaría.

Al enterarse de las dificultades manifestadas por los anteriores contratistas, el joven emprendedor afirmó con confianza: “sé que no será tarea fácil; sin embargo, siempre he creído que si encaramos las cosas difíciles con arrojo y prontitud, las imposibilidades suelen resolverse por sí solas”. Entusiasmados con su optimismo, y al no tener otra opción, los ingenieros decidieron contratar al joven, no sin antes advertirle que si el trabajo no se completaba en las dos semanas pactadas, no se le pagaría ni un solo centavo por el esfuerzo realizado.

Al día siguiente, el joven acudió al lugar a estudiar más detenidamente el inmenso peñón, buscando identificar el punto exacto donde enfocar todo su esfuerzo. Tras largo rato, el muchacho tomó un tizón, marcó una “X” en unos de los lados de la roca y se dispuso a comenzar la tarea inmediatamente. Sabía que aquello no sería cosa de uno o dos días, y que debería trabajar arduamente si quería completar este encargo en el plazo convenido. Asi que alistó su mejor mazo, desarrolló un plan de acción, organizó su horario de trabajo y comenzó la faena.

El joven tenía claro que a menos que pusiera manos a la obra a la mayor brevedad posible, todo su esfuerzo habría sido en vano. Sin embargo, lejos de desanimarlo, el gran desafío que aquello suponía, parecía motivarlo a empezar prontamente y con mayor empeño su trabajo.

Día tras día venía con su mazo y le propinaba cientos de golpes a la gigantesca roca, asegurándose de concentrar todo su esfuerzo en el punto que había marcado desde un principio. Y pese a que nada parecía estar sucediendo, ni se advertía progreso alguno, su voluntad nunca falleció y en ningún momento sucumbió a la tentación de cambiar el punto en el cual había decidido concentrar su esfuerzo.

Después de tres días de insistente labor, su terca persistencia terminó por llamar la atención de los vecinos de la zona. Algunos – los que habían rechazado el proyecto- comenzaron a darse cita en el lugar para observar con burlona impaciencia la testarudez y obstinación de éste joven que se rehusaba a darse por vencido.

Y mientras él trabajaba, con la seguridad que obtendría una buena paga, ellos preferían disipar su tiempo criticando su decisión de aceptar tal reto. Pesa a las burlas, su confianza no flaqueó; ignorando las críticas y negándose a escuchar a quienes buscaban disuadirlo de su compromiso, continuó entregado a su labor, aún después de enterarse que quienes lo habían contratado ya habían comenzado a realizar planes alternos ante la inminente imposibilidad de despejar el camino.

Una mañana, como de costumbre, el joven llegó temprano a su trabajo y aunque sólo le quedaban unas pocas horas más antes que venciera el plazo asignado para alcanzar el objetivo, tomó el mazo y se dispuso a reanudar su faena con el mismo entusiasmado que lo había venido haciendo hasta ese momento. Sus críticos más duros se encontraban allí desde temprano, ansiosos de presenciar el instante en que él tuviera que aceptar su derrota y capitular sin haber logrado su cometido ni haber recibido paga alguna, después de todos esos días de enorme esfuerzo. Pero el tenía una meta

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