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Flujo De Efectivo

alma18 de Febrero de 2015

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3.2 ingreso y su distribución

Introducción

El problema del desarrollo económico es, según una opinión ampliamente difundida, el problema más agudo e importante del mundo actual. En una época en que la igualdad entre los hombres es el elemento central de las ideologías, el subdesarrollo expresa desigualdades intolerables en el plano moral y político.

Es, por otra parte, uno de los aspectos más trágicos de la carrera por el desarrollo económico, la baja relativa del nivel de vida de los países subdesarrollados y el crecimiento de grado de desigualdad en la repartición del ingreso entre las naciones en el curso de los últimos decenios. Ciertos pueblos pueden mejorar casi mecánicamente sus niveles de vida, otros, que no han podido entrar en la vía del crecimiento no pueden evitar un enriquecimiento progresivo.

La década de los noventa fue testigo del deterioro de la distribución del ingreso en México. Esta distorsión de la equidad distributiva se traduce en un límite al crecimiento económico en dos sentidos fundamentalmente, el primero tiene que ver con la capacidad de compra de la población y el segundo con la estabilidad social que genera la posibilidad o no de crecimiento del sistema económico.

Distribución del Ingreso.-

Comenzaremos a hablar sobre la distribución del ingreso con la definición de la palabra ingreso, en términos económicos.- Ingreso se refiere al dinero, o cualquier otra ganancia o rendimiento de naturaleza económica, obtenido durante cierto periodo de tiempo. El ingreso puede referirse a un individuo, a una entidad, a una corporación o un gobierno.

Se pueden distinguir diversos tipos de ingresos tanto en el sector privado como en el sector público de una economía. En el sector privado podemos distinguir cuatro clases de ingresos: los salarios, que es la remuneración del trabajo; la renta, que es el rendimiento de los bienes inmuebles; el interés, que es el rédito del capital; y los beneficios, que son los rendimientos que obtienen los propietarios de las empresas de negocios. Al hablar del sector público, hacemos referencia a la renta nacional, que supone la medida, en dinero, del flujo anual de bienes y servicios de una economía, que se calcula sumando los ingresos de todos los agentes que la conforman.

Aunque el ingreso se suele medir en términos monetarios, a veces se utilizan otro tipo de medidas, sobre todo en teoría económica. La renta real no representa el ingreso monetario, sino la capacidad que determinada cantidad monetaria tiene para adquirir bienes y servicios cuyos precios están sujetos a variaciones.

La distribución del ingreso se puede entender como el reparto del dinero y de los demás beneficios derivados de la producción de bienes y servicios dentro de una economía. La actividad económica de un país proporciona un producto que se traduce en ingresos obtenidos por los factores de producción utilizados para obtener el bien. Estos factores de producción son cuatro: la tierra, el trabajo, el capital y el empresariado. Según esto, los ingresos obtenidos por cada uno de estos factores se clasifican como la renta pagada por la utilización de la tierra, los sueldos y salarios obtenidos por los trabajadores, los tipos de interés que remuneran al capital y los beneficios que reciben los empresarios. La distribución del ingreso se encarga de analizar la cuantía de cada uno de ellos.

Sin embargo, la tierra y otros tipos de capital (por ejemplo, la maquinaria o las infraestructuras públicas) suelen agruparse en un concepto de capital más amplio, de forma que la ingreso nacional total se divide en dos grandes categorías, una referida a los ingresos del trabajo (sueldos y salarios) y otra relativa a los ingresos empresariales y a la remuneración del capital (intereses y beneficios). Aunque los métodos modernos de contabilidad nacional desglosan con bastante detalle la distribución del ingreso nacional entre todos los factores productivos, los estudios tradicionales se encuentran con que el desglose se limita a diferenciar entre ingresos del trabajo y beneficios.

Sin embargo, la diferencia conceptual entre estos dos tipos de ingresos no está muy clara. Por ejemplo, los ingresos recibidos por el propietario de una tienda son mixtos: recibe ingresos por su trabajo (salario), una renta por el valor de su propiedad y unos intereses por los capitales invertidos. Por lo tanto, para estimar la variación de la distribución del ingreso a lo largo de los años hay que realizar una serie de supuestos sobre cómo se reparten los ingresos no derivados del trabajo entre los distintos tipos de ingresos. La interpretación de los datos de las tendencias a largo plazo sobre la distribución de la renta entre los factores productivos es todavía más ardua, debido a las dificultades para distinguir entre ingresos laborales e ingresos del capital, puesto que gran parte de los salarios constituyen una remuneración al capital humano que algunos logran gracias a la educación superior y a la experiencia profesional adquirida en el mercado de trabajo.

Así, la tendencia general hacia el aumento de la distribución del ingreso para los trabajadores experimentada durante el último siglo no debe interpretarse como una distribución más equitativa. En parte, esta tendencia refleja una reducción del empleo autónomo debido, sobre todo, a una disminución de la agricultura y al descenso del número de pequeños comercios de venta al por menor. Los capitalistas son hoy trabajadores asalariados, lo que aumenta de forma artificial la percepción de ingresos de este factor. Además, en tanto en cuanto gran parte de este factor es mano de obra cualificada, parte de los ingresos deben imputarse al capital humano.

Por lo tanto, aunque cómo se distribuye el ingreso entre los factores productivos ha sido y sigue siendo un aspecto importante del debate político, no siempre permite analizar la distribución del ingreso nacional de forma equitativa. Por ello es necesario buscar datos que reflejen la proporción de cada tipo de ingresos que reciben las economías domésticas (familias e individuos). Si los datos están bien recogidos, es posible determinar los diferentes ingresos entre familias grandes y pequeñas y los diferentes ingresos entre familias homogéneas. Para que sean fiables deben reflejar ingresos netos (descontados los impuestos). También hay que tener en cuenta las transferencias recibidas del sector público. Pero estas estimaciones no son siempre exactas. Algunos países tienen datos detallados y fiables para realizar buenas estimaciones sobre la distribución de ingresos netos de impuestos entre familias clasificadas por tamaños. Los datos más comunes relativos a la distribución igualitaria del ingreso reflejan la dispersión de ingresos, es decir, comparan los ingresos que recibe cada tipo de trabajador. Estos datos suelen presentarse por deciles (10%) se agrupan los trabajadores en función del 10% con mayores ingresos y después el siguiente 10% y así hasta el último decil. También se pueden representar con una única cifra; hasta ahora se utilizaba casi siempre el índice de Gini (por el estadístico italiano Cerrado Gini) pero éste ha sido reemplazado por el índice de Atkinson (del economista británico A.B. Atkinson) que tiene diversas ventajas respecto al índice de Gini. Proporciona la medida estadística de la desigualdad de rentas incorporando un valor explícito que refleja el grado de aversión a la desigualdad.

Tendencias de la distribución mexicana del ingreso.

Las políticas para la superación de la pobreza y la equidad social no son independientes (aunque no sean lo mismo), ya que la lucha contra la pobreza no está ligado exclusivamente a la calidad del crecimiento económico, sino sobre todo a la capacidad de introducir cambios en la distribución del ingreso. No obstante, en México ambas categorías se han utilizado indistintamente por su estrecha relación en el uso de los indicadores sociales. Por ejemplo, entre 1933 y 1984 el país modificó su sociedad y expandió su economía aunque las desigualdades se mantuvieron, pero se logró reducir la pobreza en comparación con el tamaño de la población. La creación de una institucionalidad social y las políticas de crecimiento de esos años provocaron el aumento de una clase media que permitió tendencias positivas en los indicadores básicos de bienestar social. Se trató de una larga etapa desigual pero no empobrecedora; en cambio, en las últimas tres décadas las informaciones estadísticas confirman una tendencia convergente entre desigualdad y pobreza.

Los años de 1984 y 1996 tienen características muy particulares (en ambos se reportan mejoras en la desigualdad social, y registran también las mayores crisis de los últimos 50 años), y se aprecia una paradoja: mejoramiento de la igualdad por empobrecimiento. En cambio, de acuerdo con datos de las últimas tres décadas, tenemos un saldo oneroso de desigualdad y pobreza que configura ya una tendencia de empobrecimiento -absoluto y relativo- así como un aumento en la desigualdad.

Ingreso de la población

Si se analiza la distribución del ingreso a partir de los deciles, puede afirmarse que en los últimos años el 40% de la población más pobre (deciles I; II; III y IV) mantiene una baja participación promedio en el ingreso nacional (alrededor de 13%), para alcanzar su máximo nivel en 1984 con una participación de 14.3%. La importante movilidad social que se vivió en esos años se refleja en una mayor participación de los sectores medios (deciles V, VI, VII, VIII y IX) que aumentan su participación de 42.3% en 1963 a 52.9% para 1984. Este incremento explica, en buena medida, la expansión de los sectores medios en la vida nacional y también la

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