ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Hacia La Crisis


Enviado por   •  23 de Enero de 2014  •  2.275 Palabras (10 Páginas)  •  167 Visitas

Página 1 de 10

Hacia la crisis

Por Víctor Morón

[Este artículo fue escrito en febrero de 2001 y publicado en la revista Línea. Resultó premonitorio]

Una vez más parece haberse impuesto en la conducción del país la línea de los jóvenes e iconoclastas publicistas que ayudaron a De la Rúa a alcanzar la presidencia. Una nueva “operación sonrisa” pretende gestar la reactivación, aun a costa de acercarse peligrosamente al ridículo, como cuando el ministro de economía insta a la población a “comprar electrodomésticos, que están muy baratos” (sic). O cuando en Davos se anuncia a los inversores internacionales, como prueba de la confianza en el país, una inversión de 400 millones de dólares por parte de una sola empresa, que es casi inmediatamente desmentida por la transnacional que supuestamente iba a realizarla.

Es difícil discernir si estos ensayos de condicionamiento psicológico derivan de la “doctrina Agulla” o de la “doctrina Raichman”, versiones optimista y pesimista, respectivamente, del mismo absurdo conceptual: la crisis como una disfunción colectiva del psiquismo nacional. Lo cierto es que no serán eficaces para desencadenar la primavera de crecimiento que se nos pronostica. Las profecías autocumplidas funcionan en el sentido pesimista, porque la condición humana –y no sólo cuando hay de por medio intereses económicos- tiende a ser conservadora, pero es difícil que lo hagan cuando la profecía es optimista.

En esto hay una lógica impecable. Pierde menos el que pronostica una crisis cuando se avecina un auge, que el que pronostica un auge antes de la crisis. El primer personaje habrá perdido la oportunidad de invertir, apostando a la prosperidad, pero siempre estará en posibilidad de hacerlo durante su desarrollo. Su ganancia será menor que la potencial, pero será ganancia, y en el peor de los casos, no será pérdida. En el segundo caso, el personaje en cuestión habrá jugado sus fichas al auge, y el rastrillo de la crisis se las arrebatará. Lo suyo será pura pérdida. Este tema, que escapa al carácter divulgativo de estas páginas, ha sido suficientemente desarrollado y modelado, y tendría que ser conocido por quienes conducen los destinos económicos del país. No parece que sea así.

Por eso nos parece oportuno hacer la fe de erratas de la política oficial. En los últimos días el ministro Machinea, enarbolando su mejor sonrisa (seguramente en el marco del operativo de marras), anunció que la crisis financiera está superada. Llegó, según él, el momento de consumir y de invertir. Por eso arriesga su prestigio aconsejándonos, como ya dijimos, la compra de electrodomésticos. Aceptamos el consejo con entusiasmo, pero rápidamente descubrimos que para seguirlo es necesario (así lo exigen los vendedores) cumplir con uno de dos requisitos: tener dinero o tener crédito, y ambos se agotaron hace tiempo.

Aquí surge una evidencia: el país atraviesa por dos crisis, interconectadas, y vinculadas recíprocamente, pero no en una secuencia cualquiera. Invertir las causalidades lleva a equívocos como los que se han demostrado recientemente. Nos referimos al estrangulamiento del sector real, y a la crisis financiera.

La crisis financiera es una derivada de la primera, y aparece atenuada –a veces- o acrecentada –otras- por factores exógenos. Esto es, la abundancia o escasez relativa de fondos en los mercados internacionales de capitales, y los correlativos movimientos hacia la baja o el alza de las tasas de interés en el mundo, le imprimen menor o mayor relevancia. Pero en su génesis se encuentra la incapacidad de la economía argentina para generar las divisas necesarias para su expansión.

En este punto, entonces, estamos obligados a señalar la errata ministerial: donde dice “la crisis (financiera) está superada” debe decir “fue pospuesta”. La arquitectura financiera del “blindaje” es similar a los rescates post-crisis realizados en el último quinquenio (México, Rusia, Indonesia). La diferencia, en este caso, es su carácter preventivo. Cuando se advirtió que el país llegó al límite, en vez de esperar que la crisis de solvencia se desencadenara, se optó por armar un rescate ex-ante, para evitar el temido efecto contagio.

El efecto principal del rescate fue evitar una sucesión de quebrantos financieros a los tenedores de deuda argentina, fundamentalmente bancos, de los cuales no es casual que una buena parte participe del “blindaje”. Finalmente, es preferible seguir refinanciando el pasivo de un deudor insolvente a reconocer la pérdida.

La crisis, entonces, no fue “superada”. Y tanto no lo fue que Rudiger Dornbush, que es consciente del efecto que una expresión suya puede tener en los mercados, no dudó en afirmar, a fines del año pasado: “... quizás [el país] pueda pagar las obligaciones de la deuda del primer semestre del año próximo, pero ¿habrá dinero en el segundo semestre?”.

Dados los volúmenes de fondos que se manejan en el “blindaje”, y pese al hecho de que algunos de esos fondos corresponden a la consolidación de programas que ya habían sido aprobados previamente y no constituyen, en sentido estricto, “dinero fresco”, es probable que también haya dinero en el segundo semestre. Se está poniendo en marcha una ingeniería financiera que propende a reestructurar la deuda, mediante el canje de bonos, prolongando los plazos de vencimiento. Blindaje por medio, esta operación tiene buenas chances de resultar exitosa, lo que mejoraría la solvencia, al menos en el corto plazo.

Pero el problema de fondo no es ese. Dado el actual conjunto de reglas económicas, la Argentina no provee, como hemos dicho, las divisas necesarias para su funcionamiento normal. Pero dadas esas reglas (fundamentalmente la convertibilidad con tipo de cambio sobrevaluado), la distorsión de precios relativos es tal que sesga toda decisión de inversión hacia los sectores productores de no transables, por lo cual no se vislumbra, ni en el mediano ni en el largo plazo, la posibilidad de que la situación apuntada en primer lugar tienda a superarse.

Aclaremos que una política de desarrollo basada en el endeudamiento externo (supuesta, obviamente, la disponibilidad de capitales en el mercado internacional a tasas de interés que hagan rentables los proyectos de inversión) no es mala per se. Pueden señalarse como ejemplo los procesos de desarrollo de casi toda la región Asia-Pacífico durante alrededor de 20 años (las décadas de los 60 y los 70), con cuentas corrientes fuertemente negativas, compensadas por un correlativo ingreso de capitales en forma –parcialmente- de inversión

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (14.6 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com