Historia Del Mercadeo En Rep Dom
kmedinaf15 de Febrero de 2014
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Historia del Mercadeo en la República Dominicana
Origen y Evolución:
Para explicar las características de la primera etapa, es necesario retrotraernos a finales del siglo XIX y principios del XX; en ese entonces nos encontrábamos con una sociedad eminentemente rural, con una población inferior al medio millón de personas distribuidas en todo el territorio nacional, con pocas vías de comunicación entre las diversas comunidades y con una inestable situación política.
Con relación a la inestabilidad, bata con afirmar que luego de la muerte de Ulises Hereaux en el año 1899 y hasta 1910 hubo, en la República Dominicana, un total de seis gobiernos diferentes en apenas once años; esto creaba una gran incertidumbre para los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros.
En este periodo de “Mercadotecnia Primitiva” no se contaba con una moneda única, sino que circulaba la moneda de plata mexicana en denominaciones de 25, 50 centavos y un peso; paralelamente circulaba una moneda nacional en denominaciones de una mota (motica de cruz), dos motas (motica de librito), 10 centavos (un real), 20 centavos (una peseta sencilla), 50 centavos (una moneda) 100 centavos (un peso); también se aceptaban los pesos oro americanos en sus diversas denominaciones. Todo esto ofrece un panorama irregular que nos permite definir una etapa con características primitivas.
Mercadeo Primitivo
El mismo hecho de que la mayor parte de la producción fuese agrícola entre otras razones, provocaba que los productos que se comercializaban se vendieran sin marcas y prácticamente, sin ninguna rasgo distintivo que no fuera el mismo vendedor. Productos como: el tocino, maíz en grano, arroz, dulce de coco, etc.
Otros productos no agrícolas que se vendían sin marca eran las velas de cera, zapatos, perfumes, joyas, ropas, sombreros, entre otros. La totalidad de estos productos en la actualidad se venden con marcas que permiten una clara diferenciación. Los empaques mas comunes eran las petacas de yaguas, hojas secas de guineos y una que otra lata de metal en la que venían envasados productos importados; sin embargo, la mayor parte de los productos eran vendidos al granel.
En todo este contexto generalizado de productos sin marcas y vendidos a granel, existían algunas excepciones, siendo la principal la registrada en la categoría de bebidas alcohólicas, en la cual nos encontramos con una diversidad de marcas entre las que están: Ron Beltrán producido por la fabrica de licores, Hijos de Beltrán de Santiago, en ese mismo pueblo se producía el Ron Superior Palo Viejo de la Destilería. La Sin Rival, productores luego de la reconocida marca Bermúdez otras marcas de rones fueron Brugal de Brugal & Cía. Otra categoría en la que se utilizaban marcas era la de cigarros, donde la empresa E. León Jiménez producía y comercializaba las marcas Premier, Sublime (con tabaco rubio importado), Oro Negro, Perlas y Aurora (con tabaco negro del Cibao). Estos casos representaban excepciones y además eran una muestra de lo que luego seria un modelo a seguir en todas las diferentes categorías de productos.
Otra característica fundamental de esta etapa era la limitada cantidad de productos elaborados en el país; de hecho, ya hemos mencionado que en la mayoría los productos vendidos eran agrícolas. Esencialmente, podemos ver la existencia de una gran industria azucarera dedicada básicamente a la exportación.
A nivel industrial resaltaban empresas como la fabrica de cigarrillos La Habanera, la primera que utilizo la fuerza motriz en sustitución de la mano de obra humana. Esta empresa, en el 1914, paso a llamarse Compañía Anónima Tabacalera.
Según el escritor Enrique Deschamps, en la ciudad de Santo Domingo existían, para el año 1907, un total de trece industrias, las cuales eran: 3 Chocolaterías, 1 Fabrica de Licores, 1 Fabrica de Galletas, 1 Fabrica de Fideos, 1 Fabrica de Hielo, 1 Fabrica de Fósforos, 1 Fabrica de Medias, 1 Fabrica de Velas, 1 Fabrica de Sombreros, 2 Fabricas de Jabón. Eran pocos los renglones que cubrían estas industrial y el nivel de competencia por renglón era verdaderamente exiguo, lo que unido al bajo volumen de importación, implicaba una oferta limitada con relación a la demanda. Es decir, en esta 1ra etapa, la demanda presionaba la oferta.
La razón por la cual no se puede hablar de la existencia de publicidad en esta época es, fundamentalmente, el escaso desarrollo que acusaban los medios en la República Dom., pues aunque desde 1807 se conocen publicaciones (Boletín de Santo Dgo.) y desde 1821 circularon los periódicos El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo (5 de abril) y El Duende (15 de abril), estos no tenían un gran alcance ni una visión comercial que no fuese el simple hecho de ofrecer suscripciones. En ambas publicaciones se presentaban los ingresos de la renta, decretos y ordenes, entrada de embarcaciones, precios en los mercados, situaciones carcelarias, etc.; ambos duraron apenas unos meses.
El hecho de que no se publicaran anuncios comerciales pagados provoco el pronto fracaso de estos periódicos. Es por esto que el Sr. Nicolás Ureña de Mendoza, en el periódico El Progreso, del 12 de junio de 1853, escribe: “Mientras no se cobraba la cuota a los suscriptores, la empresa marchaba a las mil maravillas, y los editores... mas, luego de llegado el momento del cobro, entonces desfogaban su despecho contra el cobrador y se deshacían en invectivas contra el pobre Duende”.
Así fueron, con el tiempo, apareciendo y desapareciendo periódicos como El Dominicano (1845) con su lema: “Aquí no se escribe porque no se lee y no se lee porque no se escribe”, Gaceta Oficial (1851) órgano estatal no comercial, Ecos del Ozama (1851) semanario de tipo político ligado a Buenaventura Báez, Correo del Cibao primero editado en el Cibao. Antes de terminar el siglo, surgieron mas de cien nuevos periódicos, quedando la mayoría en meras ilusiones, pues carecían del aspecto comercial que pudiera dar soporte a los costos en que se incurrían.
No se disponía ni de televisión ni de radioemisoras como opción a los periódicos, así que el contexto de medios de comunicación limito el desarrollo de la publicidad; de esta misma manera, la no existencia de una adecuada y suficientemente amplia infraestructura vial imposibilitaba, para esos tiempos, la comunicación entre las diferentes comunidades.
Si a esto unimos la inexistencia de medios de transporte que permitiesen llevar los productos a otros consumidores que no fuesen los que circulaban los centros de producción, entonces es fácil demostrar el por que el canal de distribución primordial era de productores a consumidores.
En el país durante esta etapa, se contaba con sistemas de ferrocarriles tales como el Central Dominicano que unión los poblados de Puerto Plata y Santiago pasando por Bajabonico, Altamira, Navarrete, Las Laguna y Palmarejo, el cual cubría en total unos 68 km. ; el otro ferrocarril importante era el que comunicaba la bahía de Samana con el valle de la Vega Real y un ramal adicional de 13 ½ km., que llegaba hasta San Francisco de Macorís. Estas líneas no cubrían diferentes regiones sino, mas bien, un área limitada de la zona noreste, lo que permitía transportar productos de poblaciones céntricas a puertos marítimos. Esto no afectaba el comercio nacional de manera significativa, manteniéndose invariables las características de los sistemas de distribución.
Los productos llegaban a los consumidores de manos de los mismos productores y para ello se utilizaban como puntos de ventas los mercados que existían en cada población.
Los productos que se ofertaban en este mercado de La Plaza Ozama o de La Ceiba como también era llamado, llegaban a este a través de canoas que bajaban por el río Ozama repletas de carbón, conservas de naranja, pinonate de coco, algarroba, limoncillos, mamón, cajuiles suliman, entre otros frutos menores que encontraban sus consumidores en dicho mercado.
La importancia del río en este mercado tomaba real significación debido a la inexistencia de suficientes caminos que permitiesen el paso de los campesinos a la ciudad.
Prácticamente, todo lo que se comercializaba en el país se hacia a través de estos mercados; sin embargo, como excepción se puede mencionar la leche que, por ser un producto perecedero y de uso diario, se vendía también a través de vendedores ambulantes; estos se valían de burros para transportarse y, como en los mercados, los que vendían eran los mismos que producían.
Los productos importados se vendían directamente a través de sus importadores quienes actuaban por encargo y, en ocasiones, ofrecían sus mercancías en pequeños almacenes. La razón por la cual no se generalizaron estos almacenes era la falta de incentivos arancelarios, por lo que su función era simplemente intermediar entre los fabricantes extranjeros y los consumidores nacionales.
La falta de productos, la inexistencia de medios de comunicación y distribución colocan esta etapa en un periodo de primitivismo comercial y por ende mercadológico.
MERCADEO DEPENDIENTE
Situación General del Mercado
La primera característica de este periodo es la masiva introducción del Productos Extranjeros; es a partir de 1910 donde empieza a funcionar bajo la nueva ley de aranceles, la cual favorece que en la República Dominica y en los Estados Unidos de Norteamérica se vieron motivados a comercializar productos importados.
Esta masiva introducción
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