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LA BANCA CENTRAL

adrigumu19 de Marzo de 2014

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Introducción

Las sociedades primitivas utilizaban el trueque como forma de intercambio de unos bienes por otros. Cuando en las sociedades primitivas se extendió el comercio, se hizo evidente la necesidad de identificar algunos objetos que, por acuerdos de todos, sirvieran para facilitar los intercambios y contabilizar el valor de las cosas.

Para resultar prácticos, los elementos utilizados como dinero debían ser transportables fácilmente, divisibles, almacenables y no perecederos. Estas características acabaron conduciendo al uso de los metales como medio de pago. Las primeras monedas aparecieron en Grecia a finales del siglo VII a. De. C. y la dracma fue la moneda más extendida en la antigüedad durante varios siglos.

Los distintos estados se dieron cuenta de que los bancos podrían emitir más papel que depósitos en metales y controlan la emisión de billetes nacionalizando la banca. Nacieron de esta forma los llamados Bancos Centrales. Se generalizo, como consecuencia, el uso de los billetes como forma de pago y cobro.

1. HISTORIA DE LA BANCA CENTRAL

Aprovechándose de la creencia de los fieles los Sacerdotes se convirtieron en los primeros banqueros de la historia; recibían ofrendas y dádivas, y custodiaban los depósitos que los fieles les confiaban, realizando prestamos en especie. A su vez, los laicos también comenzaron la actividad bancaria. En el siglo XVII A.C. el Rey Hammurabi de Babilonia reglamento la actividad bancaria, constituyéndose la primera Ley de bancos.

Cuando comenzaron aparecer las monedas de metal noble se instauró la figura del cambista, que intercambiaba monedas de diferentes reinos. Los griegos hacían préstamos con cobro de intereses. En el siglo IX A.C. en Trapeza (Isla de Creta en Grecia), se llevó a cabo un importante desarrollo bancario en el que participaban los Templos y las entidades oficiales y privadas, que aceptaban depósitos y otorgaban prestamos, cambiaban monedas y concertaban prestamos entre las ciudades-estado helénicas, realizaban operaciones de crédito y transferencias de fondos sin dinero físico (con papel equivalente al dinero físico).

Con el imperio romano se expandieron los bancos. Los Argentarii (nombre que se daba a un banquero en la antigua Roma), prestaban su dinero a sus allegados y amigos de confianza, a diferencia de los triunviato mensarii que prestaban el dinero al público. Sus bancos (mensaje) estaban en la zona del foro. Crearon un instrumento de crédito denominado “Receptum” que era una promesa de pago.

Con la caída del imperio romano se redujo la actividad económica y la práctica desaparición de los banqueros. Estos fueron suplidos, de alguna forma, por los monjes del campo que efectuaban intercambios con los terratenientes. Los sirios comerciaban y negociaban con Bizancio. Los judíos hacían negocios de cambios y préstamos a altas tasas de interés.

La recuperación comercial y bancaria no se produjo hasta el siglo X, en el que los lombardos del norte de Italia ofrecían sus productos, traídos de oriente por los venecianos, en toda Europa. Estos comerciantes lombardos se fueron asociando y se convirtieron en banqueros.

En el siglo XII, los Templarios formaban parte de las cruzadas teniendo a su cargo la protección de los peregrinos que viajaban a Tierra Santa. Estos peregrinos daban donativos y limosnas con las que financiaban algunas de las cruzadas. Desarrollaron técnicas crediticias: operaciones de cambio, giros, transferencias de fondo.

En Alemania e Italia empezaron a surgir empresas familiares bancarias. Al principio los bancos prestaban sobre la base del propio capital. Pero los banqueros fueron utilizando los depósitos que les confiaban los ciudadanos para dar préstamos sin que se enteraran los ciudadanos depositantes. Estos, enfadados, consiguieron de los banqueros que se les pagasen intereses sobre la cantidad depositada. Después aparecieron otros instrumentos financieros, como la letra de cambio o el cheque bancario.

Durante el siglo XII al XIV, los bancos comenzaron a otorgar recibos por los depósitos. Al principio estos recibos no eran negociables, pero los banqueros no tardaron en darse cuenta de los beneficios de su negociabilidad para evitar el traslado físico de las monedas, por lo que comenzaron a ser negociables estos recibos depositarios. A partir de este hecho, apareció la Banca de Emisión, primero privada y luego publica como prerrogativa de los gobiernos. A la banca privada se les dejo la función de recibir depósitos de los ciudadanos, que prevalece hasta nuestros días. Los problemas de fraudes y falsificaciones de moneda corrían a cuenta de los bancos.

La banca, propiamente dicha, se organiza en la Edad Media. El Banco de Venecia, de 1157 o 1171; la Taula de Canvi, de Barcelona, de 1401; el Oficio de San Jorge, de Génova, de 1407; las instituciones de crédito creadas por varias municipalidades (Frankfort, 1402; Florencia, 1473; Núremberg, 1498) y los establecimientos privados de cambistas y prestamistas israelitas difundidos por toda Europa. Con organización compleja, aparecen, en 1609, el Banco de la ciudad de Barcelona y el de Ámsterdam; el del Giro de Venecia y el Banco de Hamburgo, en 1619; el Banco de Inglaterra, en 1694, y los Bancos de emisión, que surgen en la segunda mitad del siglo XVIII y se generalizan en el XIX: Banca de Francia, en 1803; de Noruega, 1816; de Austria, 1817; de Dinamarca, 1818; de Bélgica, 1850; de España, 1856; de Rusia, 1860.

El Banco de Ámsterdam (1609-1819) compraba monedas extranjeras y emitía dinero respaldados con los depósitos que poseía. Los pagos elevados de dinero debían hacerse con los billetes de dicho banco. Se convirtió en uno de los principales bancos de Europa. Su vinculación con la Compañía Holandesa de las Indias Orientales determino su disolución en 1819.

El Banco de Hamburgo (1619) se convirtió en el Bancomark. Aceptaba depósitos, pero no emitía banknotes.

El Banco de Estocolmo (1656) era un banco privado fundado por Johan Palmstruch. Tenía autorización para emitir billetes, pero quebró por emitir billetes en exceso sin el respaldo necesario.

El Banque Royale de Paris (1716) fundado por el escocés John Law. Emitía dinero de curso legal respaldado con sus inversiones en la Compañía del Mississippi que buscaba oro el Luisiana (EE.UU). El público no tardó en darse cuenta que los billetes de este banco no estaban debidamente respaldados, dejando a muchos parisinos quebrados.

El Banco Nacional de Suecia (1668) fundado con el nombre inicial de Bank of the Estates of the Realm (Banco de los Estados del Reino), cambió su nombre en 1866 por el de Sveriges Riksbank. Inicialmente, debido a la mala experiencia del Banco de Estocolmo, no emitía billetes. En 1701 se le autorizó para emitir notas de crédito y posteriormente se le autorizó a emitir sus propios billetes junto a otros bancos. En 1897 asumió la posición de banco central al reservársele la exclusividad de la emisión de billetes. Está considerado como el más antiguo de los Bancos Centrales.

Banco de Inglaterra (1694) fundado por el escocés William Paterson en convenio con Guillermo de Orange. Este banco emitía dinero de curso legal a cambio del préstamo que concedió a Guillermo de Orange quien estaba en guerra con Luis XVI. Hacia 1770 se convirtió en el único banco emisor de billetes de Londres. La guerra con las colonias norteamericanas y después con Napoleón provocó presiones de la Corona Británica hacia el banco para que le imprimiera billetes. Ello provocó inflación y se suspendió la redención de los billetes y depósitos en oro y plata.

En el segundo decenio del siglo XIX entró en crisis y fue salvado por un grupo de banqueros franceses mediante préstamos en oro de la Banque de France. En 1825 aceptó ser prestamista de último recurso para los bancos comerciales a raíz de conatos de pánico bancario. En 1844 Sir Robert Peel emitió la famosa “Bank Chárter Act” mediante el cual el banco solo podía emitir mas billetes si estos estaban respaldados por oro y plata (en no más de la cuarta parte del oro) en su caja fuerte. Por aquellos años el banco comenzó a controlar las operaciones de los bancos comerciales convirtiéndose, para otros, en el primer Banco Central del mundo (1850).

HISTORIA DE LOS BANCOS CENTRALES

La primera función de un banco central era financiar las guerras, su segunda, promover el desarrollo económico de un país. Posteriormente, el resultado adverso de estas funciones llevaron a los gobiernos a limitarlos a la función fundamental, la de controlar la inflación, que es de la cual se deriva la inestabilidad de múltiples variables macroeconómicas.

La financiación de las guerras se observa en los países europeos desde el siglo XVII hasta el siglo XX. El primer banco central fue creado por el Parlamento Sueco en 1668, siendo su principal acreedor la Corona Sueca. Esto generó inflación y crisis financieras. Después de un siglo, en 1779, la ley fue modificada, obligando al Banco a que la masa monetaria fuese respaldada por oro en una proporción fija. Sin embargo, comenzó la guerra con Rusia y se regresó a su origen violando el precepto de estabilidad que confería ese patrón oro. Igualmente, el Banco de Inglaterra fue creado en 1694 para financiar la guerra entre Inglaterra y Francia, pero además, se le asignaron innumerables funciones: guardián de las reservas internacionales y de la estabilidad de la moneda, el monopolio de la emisión monetaria, agente financiero del gobierno en cuanto al mantenimiento de sus cuentas y el manejo de su deuda.

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