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LA GUERRA DE LA ECONOMIA


Enviado por   •  4 de Abril de 2013  •  2.730 Palabras (11 Páginas)  •  345 Visitas

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LA OTRA GUERRA DE LA ECONOMIA COLOMBIANA

DÓLAR La revaluación se ha convertido en el otro gran enemigo del gobierno: la industria en retroceso, los cafeteros quebrados, el agro en entredicho y las exportaciones pasmadas. ¿Le ganará esa batalla al mercado?

Jorge Restrepo

Los ministros de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, de Hacienda, Mauricio Cárdenas, y el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, esperan que con las medidas tomadas el dólar comience a subir.

¿Qué se puede hacer??

La caída del dólar es, de lejos, el mayor problema que enfrenta la economía colombiana. Se convirtió en una pesadilla para los empresarios –principalmente exportadores– y en un dolor de cabeza para el gobierno y el Banco de la República, que no encuentran la fórmula eficaz para detener el desplome de la divisa estadounidense.

Aunque este problema, que se conoce como revaluación (significa que por un dólar cada vez se reciben menos pesos), le cae como anillo al dedo a los importadores pues abarata sus compras, para el conjunto de la economía puede ser nefasto pues les quita competitividad a las empresas y hace estragos tremendos en el empleo.

En Colombia el fenómeno tomó dimensiones críticas. El año pasado, el peso colombiano fue la tercera moneda del mundo que más se revaluó frente al dólar (8,85 por ciento), después del esloti polaco (11,37 por ciento) y el forinto húngaro (10,03 por ciento). En América Latina fue la moneda más apreciada, seguida por los pesos de México y Chile (8,42 por ciento ambas).

Desde diciembre del año pasado, el dólar en Colombia se ancló por debajo de los 1.800 pesos, una tasa de cambio considerada insostenible por los expertos. Este nivel tiene al sector privado con los pelos de punta y prendió las alarmas del gobierno, pues puede llegar fácilmente a descuadernar la economía. El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, reconoce que “a este paso el país va a terminar inundado de importaciones, sin actividad industrial y agrícola y sin empleo, que es lo fundamental para una economía”. Su colega de gabinete, el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, no ha estado menos preocupado, pues afirma que “con la tasa de cambio actual es difícil que un sector como el agrícola levante cabeza”. El año pasado las importaciones agropecuarias y agroindustriales crecieron –en valor– un 12,4 por ciento, una tasa mayor a la que aumentaron las exportaciones –sin café– que fue del 8 por ciento.

Cada sector vive su propio drama. Los cafeteros dejaron de recibir el año pasado más de 100.000 millones de pesos en sus exportaciones por efecto del dólar barato. Esto significa una caída en los ingresos para las 550.000 familias que viven de esta industria. Los floricultores no volvieron a crecer. Aseguran que se han cerrado más de 60 empresas y que ya varios están haciendo fila ante la Supersociedades para acogerse a la Ley de Reestructuración Empresarial. Los bananeros, por su parte, señalan que la revaluación los tiene en jaque y que solo en el Urabá antioqueño cerca de 32 fincas están a punto de cerrar y que están en riesgo 3.000 empleos.

En la industria manufacturera la situación es igualmente dramática. Sectores tan emblemáticos como los textiles y las confecciones –también el calzado– están viviendo los coletazos de un dólar barato. El país está inundado de telas, prendas de vestir y zapatos venidos del oriente –especialmente de China– a precios irrisorios, frente a los cuales los industriales locales aseguran que no pueden competir. En dos años las importaciones de confecciones se duplicaron y, en el caso de las telas, las que vienen del exterior tienen hoy una penetración del 41 por ciento, una cifra histórica para esta industria.

Para muchos analistas, todo lo anterior confirma que al país llegó lo que se conoce como la enfermedad holandesa, es decir, las consecuencias negativas de una entrada masiva de divisas a una sola actividad económica, afectando a otras, como el agro y la industria, por la vía de la revaluación, acompañada del encarecimiento de la mano de obra.

Y las cosas se podrían poner más difíciles. Colombia es una economía cada vez más abierta, pues ha venido firmando acuerdos comerciales con varios países y esto pondrá a las empresas locales a competir con los productos que lleguen del exterior. Como dice Augusto Solano, de Asocolflores, TLC con revaluación es una mezcla explosiva, pues lo que se vendrá es una disparada de las importaciones en detrimento de las exportaciones. El año pasado, mientras las exportaciones totales crecieron un 6,3 por ciento, las importaciones lo hicieron al 8 por ciento. Un dólar más barato estimula la traída de productos desde el extranjero.

Pues bien, ante los estragos causados por la revaluación, muchas voces venían pidiéndole al Banco de la República acciones más agresivas como las que han hecho otros bancos centrales, entre ellos el de Perú, que no ha escatimado esfuerzos en comprar grandes cantidades de dólares en el mercado.

El anterior ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, perdió esa batalla ante el Emisor colombiano, pues nunca logró que la junta aprobara la petición del gobierno de aumentar las intervenciones en el mercado. Según el exministro, durante los dos años que estuvo en la cartera, “las respuestas del Banco de la República fueron tenues y débiles”.

El ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, ha dirigido el coro de quienes han venido pidiéndole al Banco ser más audaz en su política de comprar reservas internacionales, es decir dólares.

Finalmente, el lunes pasado, el Banco de la República escuchó a todos y decidió aumentar hasta 30 millones de dólares diarios la compra de divisas (un aumento del 50 por ciento frente a lo que venía haciendo) y redujo la tasa de interés de referencia del banco a 4 por ciento (estaba en 4,25).

La primera medida busca sacar más dólares del mercado para mermar la oferta y tratar de hacer subir la tasa. La segunda, pretende darle un empujón a la economía que viene desacelerándose, pero también tiene un efecto sobre la tasa de cambio, pues acorta la diferencia entre las tasas externas e internas, desestimulando la entrada de capitales en busca de mejores rendimientos. Hay que recordar que afuera las tasas están en casi cero, por lo tanto los capitales viajan detrás de los mercados que paguen mayores intereses.

El gobierno por su parte, anunció que no monetizará dólares (no los convertirá a pesos) y le pidió a Ecopetrol que consiga en el mercado local, por la vía de bonos o del crédito bancario, parte de la financiación que buscará

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