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LABORALES EL GOBIERNO DEL FECTOR HUMANO


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2019  •  Monografías  •  10.714 Palabras (43 Páginas)  •  115 Visitas

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El NUEVO MARCO DE LAS RELACIONES

LABORALES

EL GOBIERNO DEL FECTOR HUMANO

        IGNASI BRUNET ICART. ANTONI VIDAL SUÑE

        Editorial DELTA. Madrid 2008.

OBJETIVOS DEL APRENDIZAJE

• Entender como la innovación es la clave para competir con éxito en el actual mundo globalizado.

• Comprender la importancia competitiva de los empleados, como poseedores y generadores de conocimiento e innovaciones, para la supervivencia de empresas y organizaciones.

• Determinar el papel de los empleados como recurso organizativo y desarrollador de capacidades y competencias distintivas básicas para la competitividad empresarial.

  1. Cambios en el entorno económico:

            el imperativo de la innovación

       Las empresas, en la actualidad, compiten, principalmente o en primera instancia, a través de la tecnología y las innovaciones. Las tecnologías de las empresas, en muchas ocasiones, son el resultado de la acumulación de cambios incrementales originados en el aprendizaje tecnológico y en las actividades de I+D+i ejecutadas en los laboratorios industriales. Esto supone reconocer que las empresas derivan sus ventajas competitivas de las tecnologías que dominan y compiten a través de ellas en lugar de confiar, exclusivamente, como se venía haciendo en el pasado, en la calidad de sus productos, que tienen una vida cada vez más efimera y no garantizan, por tanto, el mantenimiento duradero de la cuota de mercado. Además, en la perspectiva dinámica de la competencia, dado que la tecnología se concibe como una variable endógena, las empresas compiten fundamentalmente a través de la innovación. La tecnología, de esta manera, constituye el principal reflejo de la diferente capacidad empresarial o capacidad competitiva de cada empresa, y lo que distingue primordialmente a unas empresas de otras. Concretamente, lo que distingue unas empresas de otras es su capacidad de innovación tecnológica, y es que la innovación, además de crear valor para los clientes, levanta barreras a la imitación, lo que permite a la empresa capturar los beneficios que genera. Al mismo tiempo, favorece el asentamiento de las empresas, evitando el grave problema de las deslocalizaciones.

       En un entorno cada vez más global, intenso y dinámico, la competitividad, definida como la capacidad de aumentar los ingresos mediante la expansión de las ventas y/o márgenes de beneficio en el mercado, permite a las empresas defender su posición durante las sucesivas oleadas de competencia que generará la evolución de productos y procesos. La competitividad no depende sólo de variables como los costes, sino que figuran otras, tanto o más importantes, como la calidad, la publicidad, la amplitud y diversidad de la gama de productos, los canales de distribución, etc. De esta manera surgen como elementos clave de la competitividad de un producto o un proceso productivo la innovación y la creatividad, la capacidad de reacción, y el aprender a manejar la adaptación continua al cambio. Más específicamente, las propiedades dinámicas de la economía derivan de los diferentes modos de innovación en productos, procesos y formas de organización, y que reflejan la dependencia de las empresas de su dotación de capacidades dinámicas, y que Téece et al. (1997) definen como el conjunto de habilidades necesarias para identificar las oportunidades y reconfigurar los activos con la meta de alcanzar una ventaja competitiva sostenible. Se trata de la habilidad de la empresa para integrar, construir y reconfigurar recursos y capacidades, y a partir de ellos competencias básicas distintivas o esenciales, para afrontar entornos cambiantes.

       La adquisición de una posición competitiva por parte de las empresas se fundamenta en la existencia de: 1) un entorno económico altamente competitivo: la internacionalización de la economía ha agudizado los niveles de competencia de los intercambios entre los países y ha facilitado la entrada en los mercados de nuevos productos y servicios; 2) la organización flexible del trabajo y la producción: la tendencia progresiva a organizar la producción de los productos y servicios de forma descentralizada y en grupos de trabajo autónomos o semiautónomos bajo criterios de fiabilidad y calidad, para atender a las características específicas de los distintos nichos de la demanda y a la presión competitiva del mercado, y 3) un gran desarrollo tecnológico: la necesidad de disponer de un parque tecnológico que permita captar toda la información generada por ese nuevo entorno y traducirla, mediante las nuevas tecnologías, en términos de nuevos productos y servicios con mayores y mejores prestaciones que los ya existentes. Estos aspectos evidencian que el conocimiento, y su gestión, ya no es simplemente un recurso más, junto con los tradicionales factores de producción, sino que la mayoría de los productos y servicios dependen fundamentalmente del desarrollo de intangibles basados en la innovación. Por ello, las empresas requieren de una cultura de innovación continua que afecta tanto a la cultura organizativa en su globalidad como a la conducta y actitudes del personal de la empresa. Este último aspecto se refiere a los requerimientos tecnológicos y a la estructura de incentivos que pertenecen al diseño estratégico de la empresa. Comprender dichos requerimientos constituye una herramienta de utilidad para la dirección de las empresas ante la necesidad de modificar lo que se hace, mejorando su desempeño, haciéndola más productiva o generando más valor. En todo caso, la mejora del desempeño se genera cada vez más a partir de la participación de los trabajadores, de una atención constante al aprendizaje y de la movilización de la experiencia colectiva de todos los empleados, más que de un mejor diseño del puesto propuesto por los directivos.

  1. La respuesta empresarial: la gestión de

           recursos humanos por competencias

          Las empresas, para adaptarse y responder al cambio del entorno, deben incrementar, o como mínimo mantener, su competitividad. Ello implica, como hemos visto, innovar, lo que se consigue fundamentalmente mediante las aportaciones de los recursos humanos. Y ello debido a que son los empleados, basándose en sus habilidades, destrezas y conocimientos, los que propician las innovaciones de todo tipo vitales para la consecución de los objetivos. Ahora bien, disponer de una tecnología superior es importante, pero no es suficiente para garantizar el éxito en el mercado. La clave está en satisfacer a los clientes. Se puede considerar que la característica esencial de una innovación con éxito radica en el acoplamiento de las distintas fases del proceso tecnológico a las exigencias del mercado.

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