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“La Educación que queremos, los Costos que pagaremos”


Enviado por   •  31 de Julio de 2016  •  Ensayos  •  1.776 Palabras (8 Páginas)  •  211 Visitas

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“La Educación que queremos, los Costos que pagaremos”

   Tras 2 períodos de protestas en el nuevo milenio por parte de los estudiantes, que dejó repercusiones hasta el día de hoy, podemos identificar la problemática, las carencias y los desafíos. Pero todo lo analizado en estos tiempos requiere una solución y con los objetivos planteados, ya se pueden entregar  cifras y por eso en este ensayo se estudiará la viabilidad de la educación gratuita para nuestro país.

    Este ensayo se basa en 2 perspectivas que son importantes de analizar. La primera tiene que ver con el contexto en que se encuentra la justicia e igualdad social en nuestro país. ¿Por qué hay que analizar esto? Porque es parte de los costos que se tendrán que cubrir sobre nuestra educación. Existirán trabas gubernamentales en donde el congreso verá si aprobará cada cambio realizado, sin olvidar que está entre las propuestas actuales una nueva constitución. La segunda tiene que ver con el tema económico donde el Estado tendrá que ver de dónde hacer caja para financiar el sueño de todos. Para el punto económico ya habría movimiento por parte del nuevo gobierno que propuso una reforma tributaria que lograría costear la gran reforma educacional propuesta en su itinerario.

   Como en Chile acaba de comenzar el gobierno de la concertación, después del triunfo opositor en 2009, es posible analizar ambos bandos con las perspectivas de personajes que estuvieron y están en el ojo del huracán. Si miramos la distribución del gasto total en aranceles de la educación superior por decil de ingreso, queda en evidencia que la gratuidad es una política regresiva, en el sentido de que el gasto se concentraría en los grupos de mayores ingresos.1 La opinión pertenece a Harald Beyer, ministro interpelado en el gobierno de Sebastián Piñera, cargo en el que estuvo menos de 1 año y medio. ¿No vale la pena poner gradualmente nuestro esfuerzo en el desarrollo de universidades públicas de calidad, a lo largo del país, integradoras, donde los jóvenes se encuentren y compartan, al alero de la búsqueda del saber, sin distinciones socioeconómicas, credos o creencias? Gastar mayores recursos en este objetivo, más aún si en el diseño de la reforma tributaria de la Nueva Mayoría serán los sectores más pudientes los que hagan el mayor esfuerzo adicional, parece una de las mejores formas de nivelar la cancha a futuro.2 El mensaje proviene del actual ministro de educación Nicolás Eyzaguirre.

   La derecha se mostró  partidaria de lograr una mejora en el rendimiento de los estudiantes chilenos, realizando inversiones en infraestructura, ampliando el número de profesionales y corrigiendo irregularidades en la educación básica y superior, pero la gratuidad no está en sus planes. Harald Beyer acusa de que la gratuidad es una política regresiva por como esta se va a financiar. Si bien se establecen becas y créditos para los estudiantes con menores recursos y con grandes méritos académicos, no se logra cubrir la totalidad de la brecha donde varios quedan fuera sin recibir beneficios y pocas veces estudiando donde querían y en lo que querían.

   Al igual que el 2011, esta estrategia está condenada a la inefectividad, pues debilita su impacto ante la opinión pública (lo que no me preocupa tanto, a decir verdad), pero que, en este caso, es también mala para el país. En efecto, el país se merece un discurso articulado con las ideas políticas de la derecha en torno a la educación, no el mero boicot y la desinformación. No sólo cifras y datos técnicos, sino una idea del tipo de sociedad a la que aspira a través del sistema educacional que propone.3

   Por el otro bando, escuchamos ideales de cambio en la perspectiva de la sociedad que pone el ojo en la desigualdad del país. Sus objetivos tienden a acabar con la gran brecha educacional que divide rendimientos en los estudiantes de nuestro país por su situación socioeconómica y se afirma que la gratuidad de los establecimientos educacionales es el paso a dar para tal objetivo. Por eso la gratuidad es solo uno de los pasos a completar en la educación que busca la izquierda, ya que si buscamos un progreso en la sociedad, a esta se le debe generar un deseo por el progreso, entregar un propuesta educativa llamativa en donde educarse sea un bien gratificante y no un simple paso para integrarse a la vida laboral de nuestro país.

   Si un liberal tuviera que elegir entre duplicar los ingresos actuales de todos los chilenos, desde el más rico al más pobre, manteniendo con ello la desigualdad relativa existente hoy, o reducir a la mitad los ingresos del 15% más acomodado para convertirnos en un país muchísimo más igualitario, el liberal elegiría la primera opción. En cambio, un igualitarista convencido, como Bachelet, de que la desigualdad y no la pobreza es el gran enemigo a ser derrotado, preferiría la segunda opción desmejorando a algunos sin mejorar a nadie.4

   Por el lado económico, obtenemos una cifra que debería cubrir la gran reforma educacional según el gobierno de Michelle Bachelet que entre sus grandes promesas es conseguir la gratuidad de la educación a base de cambios que no perjudique a los de bajos recursos. ¿Será suficiente para cubrir todos los gastos en la educación? Una forma es el aumento en los impuestos, pero que tan dispuestos están los chilenos de pagar más al Estado para mejorar gradualmente la educación.

   Analizando a otros países que han dado con la educación gratuita, ofreciéndola también con gran calidad y éxito, podemos ver cuáles son sus formas de financiarla. Tomemos el caso Finlandés (Uno de los mejores sistemas educativos)5: El sistema educativo en Finlandia establece que la educación es obligatoria y gratuita para todos los niños desde los 7 hasta los 16 años, eso incluye también todos los libros de texto y utensilios necesarios, así como el transporte y el servicio de comedor. ¿Hay una gran diferencia entre los impuestos que pagan los finlandeses y el resto para poder beneficiarse de este sistema? El salario medio bruto en Finlandia es de unos 2.800 euros mensuales (Aproximadamente unos 2 millones de Pesos Chilenos). El tipo general del IVA es del 23% y hay un tipo superreducido del 9%, que se aplica a los productos farmacéuticos, libros, transporte público, servicios de hotelería y entradas de actividades recreativas, y uno reducido del 13% aplicado a productos alimenticios. El Impuesto de Sociedades es el 28%.6 Como se consigue analizar, más allá de los sueldos de los finlandeses, el dinero recaudado por impuestos no es tan distinto al que se consigue en Chile y la inversión que realiza Finlandia, comparado con los demás países en educación, tiene una mínima diferencia para ser considerado factor de influencia. Entonces ¿Dónde radica la diferencia? El portal ActiBva español (portal del banco BBVA de información económica) nos entrega una respuesta tras comparar a su país con Finlandia: Donde sí hay una enorme distancia es en el control y los efectos del fraude fiscal. España ocupa el puesto número 10 en la lista de países con más fraude con un 22,5% del PIB, Finlandia está en el 87 y el volumen es de apenas el 8% de su PIB.7 Si analizamos la situación chilena, nos toparemos con que el chileno tiene un sinfín de formas de evadir impuestos prácticamente autorizados en el sistema. Con la Reforma tributaria, se elimina el FUT, que precisamente servía como herramienta para las empresas con el fin de evadir impuestos y lograr retirar mucho más dinero para los ejecutivos.

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