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Arqueo de la agresividad

michellemshc45Informe4 de Noviembre de 2019

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REPÚBLICA BOIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

VICERRECTORADO ACADÉMICO

FACULTAD DE SALUD Y DESARROLLO HUMANO

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

SAN JOAQUÍN DE TURMERO – ESTADO ARAGUA

Evaluación psicométrica de la variable agresividad

Facilitador:                                                               Bachilleres:                                                                                                     

Pedro Escaraballone                                  Francisco José.   C.I: 27.712.376

Catedra: Psicometría II  -  Sección A         Hurtado Michelle. C.I: 27.863.360

                                                                   Isturiz Jenifer.       C.I: 27.562.544

San Joaquín de Turmero, Abril de 2019

Introducción

Transitamos una época principalmente azarosa, saturada de abundantes percances, riesgos, contratiempos y dificultades, donde los días están determinados por la capacidad de control que permitan a los individuos  la resolución adecuada de conflictos.

La agresividad parece ser un fenómeno creciente característico de nuestra sociedad, y que traspasa el género, edades, niveles socioeconómicos y culturales. Teniendo en consideración el comportamiento gregario del ser humano, estas conductas o respuestas inadecuadas o sin control le restan habilidad social a cada una de las personas, afectando o amenazando la propia salud mental y por ende la salud pública y la seguridad social,  generando por tal razón la necesidad de medir esta variable psicológica tan influyente en el proceder humano.

Múltiples teorías y pruebas, tanto psicométricas como proyectivas, se han desarrollado con el fin de comprender y explicar esta variable para así lograr ver su desarrollo y crear modelos de prevención y tratamientos específicos para esta.

En este sentido para la presente investigación se ha desarrollado una escala cuyo objetivo principal es medir la agresividad en su escala global y además medirla en sus múltiples formas de expresión, dividiéndola en cuatro dimensiones: agresividad verbal, agresividad física, ira y hostilidad, dimensiones que fueron usadas en el Cuestionario de Agresión (AQ) creado por Buss y Perry (1992). Para esto se tomara una muestra de treinta (30) individuos mayores de dieciocho (18) años de edad pertenecientes al estado Aragua, a los cuales se les aplicará la escala elaborada.

A continuación usted podrá encontrar el aqueo y la operacionalización de la variable, así como la medición y resultados obtenidos al aplicar la escala. Por último se presenta la discusión con otros trabajados de investigación en relación a la variable estudiada y las conclusiones a las que se llegó a raíz de los datos y resultados alcanzados.

Arqueo

Uno de los primeros teóricos en analizar la agresividad humana fue Freud, el cual en su ensayo El porvenir de una ilusión (1927) presentó el problema de la agresividad como elemento social sosteniendo que esta variable psicológica constituía una reacción en forma de rechazo a condiciones específicas del principio de la realidad dominante. Ya en su obra de 1930 El malestar en la cultura Freud afirma que “El hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que solo osará defenderse si se le atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad”.   Para Sigmund, la agresividad forma parte de ese proceso constante de defensa del individuo contra los peligros del mundo exterior. Por ello existe cierta identidad entre las tendencias destructivas y agresivas del individuo y los instintos del yo, que tiene como objeto principal proteger a este último. Así mismo, afirmó que la agresividad es una disposición pulsional, una tendencia intrínseca de la naturaleza humana, a la par de la sexualidad, y como tal exige satisfacción.

En 1939, Dollard y teóricos de Yale adaptaron algunos conceptos freudianos sobre la agresividad y basándose en sus estudios publicaron el libro Frustration and Aggression en el cual plantearon una hipótesis la cual dos años después sería reformulada. La misma hace referencia a que la agresión es siempre consecuencia de una frustración previa pero que la existencia de una frustración puede o no provocar un comportamiento agresivo. De igual forma en el año 1972 el etólogo Lorenz explicó en su libro Sobre la agresión, el pretendido mal que la motivación que determina el inicio de la agresión, depende de la acumulación de una cierta cantidad de energía de acción específica, que combinándose con los estímulos adecuados, puede desencadenar la conducta agresiva concreta. Konrad, al igual que Freud postuló que la agresividad es instintiva y que se libera ante un estímulo apropiado.

En la historia de la agresividad han existido diversos hitos importantes que han ayudado en la conceptualización de este fenómeno. Entre estos se encuentran los experimentos llevados a cabo por Albert Bandura, teórico reconocido por su trabajo en la Teoría del Aprendizaje Social (1973). Palomero en su artículo La violencia escolar: un punto de vista global (2001) explica que “Bandura investigó en torno a la agresión en una serie de experimentos clásicos, demostrando que el hecho de ver a otras personas comportándose de forma agresiva puede incrementar la agresividad de los niños, que no se limitan a una mera conducta imitativa, sino que inventan nuevas formas de agresión, generalizando así el efecto del modelo”.

En cuanto al inicio científico de la medición de dicha variable, se podría considerar a Buss y Durkee como parte vital de este hecho, debido a que en el año 1957, se plantean la idea de medir el nivel de agresividad presente en los individuos (Armas y García, 2012). Es por esto que deciden diseñar The Hostility Inventory (BDHI), lo que se traduce en español como El inventario de Hostilidad. Según explica López y colaboradores (2009), en una publicación en la revista Psicología y Educación, titulada Propiedades psicométricas del cuestionario AQ, aplicado a población adolescente el BDHI estaba estructurado por 75 ítems y constaba de 7 factores o escalas, las cuales eran: negativismo, irritabilidad, ataque, agresividad indirecta, desconfianza, resentimiento y agresividad verbal. Este se convirtió en uno de los instrumentos más utilizados para la medición de la agresividad. Sin embargo, distintos autores manifestaban que dicho instrumento presentaba limitaciones en sus resultados, por la falta de un análisis factorial.

Además de eso, otro problema en el Inventario de Hostilidad, era que carecía de parámetros psicométricos, específicamente en la creación de los 7 factores, debido a que estos se formaron por conceptos a priori y no desde un punto de vista psicométrico. Lo cual fue demostrado en estudios factoriales, realizados por Bending (1962) y por Edmunds y Kendrick (1980). De acuerdo a lo que expone López y colaboradores (2009), en su publicación Propiedades psicométricas del cuestionario AQ, aplicado a población adolescente otra desventaja de este instrumento de medición, era el tipo de respuesta, el cual era de tipo binario, por lo tanto, los datos que se obtenían revelaban respuestas sesgadas, afectando así su confiabilidad.

Posteriormente, Buss y Perry deciden construir una escala basada en el Inventario de Hostilidad pero esta vez, siguiendo los criterios psicométricos adecuados y corrigiendo las fallas de dicho instrumento. Por lo tanto, construyen el AQ (Aggresion Cuestionnaire), en el año 1992. (Andreu, 2001). Conocido en español como Cuestionario de Agresión, el cual podría considerarse como la Versión II del BDHI. Su estructura consiste en 52 ítems diseñados para adultos entre 18 y 20 años, los cuales se dividen en 4 escalas: agresión física, agresión verbal, ira y hostilidad. (Carrasco, 2006). De esta manera, estos especialistas ofrecen uno de los instrumentos más válidos para medir la agresividad en los individuos.

Es importante resaltar que Rodríguez, Peña y Graña (2002), señalan que inicialmente el cuestionario original estaba constituido por 40 ítems en escala tipo Likert, pero en España se redujo a 29 ítems manteniéndose los 4 factores propuestos en la versión original, simplemente para facilitar la aplicación de este al reducirse el tiempo de ejecución.  Esta versión formada por 29 ítems están codificados en una escala Likert de cinco puntos (desde 1

completamente falso para  mí, a  5 completamente  verdadero para mí) y está estructurado en 4 sub-escalas: agresividad verbal (5 ítems), ira (7 ítems), hostilidad (8 ítems) y agresividad física (9 ítems). García y Armas (2012).

Por otra parte, Silver & Yudofsky quienes en el año 1987 diseñaron la Escala de Agresividad Explicita (EAE), instrumento que es utilizado en el área clínica para la evaluación de los diferentes tipos específicos de agresividad, así como también la severidad global de esta. La Escala ha demostrado tener confiabilidad adecuada en población psiquiátrica, ya que permite una estimación clínica del riesgo de conductas agresivas en pacientes hospitalizados (Mcneil, Dale E. y Binder, Renee L, 1991). Por otro lado, la Escala de Agresividad Explicita incorpora a esta los diferentes tipos de agresividad, su severidad y los tipos de intervención para su control, permitiendo así medir la agresividad de una manera objetiva y confiable. Vale resaltar, que no fue hasta el año 2002, cuando un grupo de investigadores del instituto Jalisciense de Salud Mental y el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez lograron hacer una versión de la escala antes mencionada en castellano.

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