Conductas Pro sociales en la universidad

Valentina Arriagada Palma.[pic 1]

                          Concepción, 26 de Junio de 2018.

Las conductas pro sociales son entendidas como aquellos comportamientos que benefician a otros o que tienen consecuencias sociales positivas que son realizadas sin recibir nada a cambio. Debido al contexto principalmente económico, cultural y el desarrollo de un gran individualismo por parte del país, es decir, que existen distintas  situaciones de pobreza para distintas personas, falta de crecimiento cultural o un simple desinterés entre los mismos integrantes de la sociedad, se busca arreglar, colaborar o ser empático con los demás por medio de la realización de acciones que puedan aportar de alguna forma a personas o situaciones específicas, o bien a instituciones más grandes. Generalmente se da que este interés por tratar de ayudar e involucrarse en a las distintas instancias prosociales se van desarrollando en la población adulto joven. Es por lo anterior que se propone que el ambiente universitario facilita las conductas prosociales y potencian el desarrollo de características positivas.

En primer lugar las distintas campañas que se generan a lo largo del país durante todo el año por distintas instituciones como: un techo para chile, trabajo país, caritas chile, el hogar de cristo, etc., requieres para la implementación de sus servicios o para mejoras del mismo la constante ayuda de personas que quieran ofrecerse voluntariamente para realizar distintas tareas con fines de beneficencia. Las universidades, específicamente los centros de estudiantes mantienen una constante inscripción para generar grupos de trabajos para algunas de estas tareas, fomentando así la participación activa de los estudiantes, ya que además se encuentran en una edad física y mentalmente adecuada que les facilitan la realización de estas actividades. “La educación superior debería incrementar su mirada interdisciplinaria y promover el pensamiento crítico y una ciudadanía activa para contribuir al logro del desarrollo sustentable, la paz, el bienestar y los derechos humanos” (Navarro, et al., 2010, p.3).

En segundo lugar se da que estas actividades potencian y refuerzan además características más emocionales o bien psicológicas positivas como lo son el altruismo, empatía, autoeficacia, cooperación, entre otras., ya que estas conductas pro sociales surgen de necesidades externas que de alguna manera conmueven a los sujetos a realizar acciones por los demás, es decir, el desarrollo y participación de estos actos sacan a flote los aspectos positivos de la persona. “En este sentido las emociones positivas permiten desarrollar las habilidades sociales adecuadas para generar vínculos entre personas y el aprendizaje de conductas de ayuda” (Richaud y Mesurado., 2016, p.2). Bajo la influencia del afecto positivo, las personas tienen significativamente más probabilidades de ser más sociables, cooperativas y ayudar a los demás (Marín, 2009, p.5).

En oposición  se da que en algunos estudiantes la participación en estas actividades no los mueve algo personal o alguna característica positiva, sino que lo hacen para ser aceptado por sus pares.

Sin embargo el hecho de ya estar participando de una de estas actividades que son  sin fines de lucro da paso a ya ser algo pro social, es decir, si lo que mueve a un estudiante a participar de dichas actividades es para sentirse parte de algo, esto no tiene por qué influir dentro de las características que pueda desarrollar al momento de realizarse dicha actividad, además de que si logra sentirse cómodo dentro de este ambiente, hay mayor probabilidad de que esta conducta se repita en una segunda ocasión y ya con motivos que se centren específicamente en la “ayuda al otro”.

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