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Acerca de la muerte real, del cadaver y del horror


Enviado por   •  14 de Enero de 2014  •  Ensayos  •  3.428 Palabras (14 Páginas)  •  256 Visitas

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Acerca de la muerte real, del cadaver y del horror.

La muerte real, el cadáver y el horror.

Para el siglo XVII Jean de la Bruyére decía “La muerte no llega mas que una vez, pero se hace sentir n todos los momentos de la vida”, y es que la existencia de todos los vivientes es temporalmente limitada, tiene un comienzo y un final, ocupa un fragmento relativamente despreciable en la cronología cósmica. La peculiaridad del hombre no consiste en una mayor o menor brevedad; tampoco en que el se muere, mientras que los individuos de las demás especies simplemente se extinguen. La diferencia entre un hombre y un animal, es que el hombre, en todo momento, sabe que morirá y tiende a programar su camino construyó el paradigma del tiempo y supo del pasado, presente y futuro, su trayectoria en función de una caducidad no deseada, pero obligatorio. La muerte es el germen más grande de angustia porque es un mal superior e ineludible y es por eso que la mente arbitra infinidad de tácticas de escape efímeras y parciales. Desde la opinión del individuo, la cesación es un absurdo: cuando se ha acumulado mas experiencia y más bienes, hay que apagarse; después de superados tantos obstáculos para ganar longevidad que resulta puro desenlace. El hombre es un ser para construir su propia vida, sea cual fuere su duración. Ningún otro viviente posee el conocimiento de su propia muerte y la virtud de tener la capacidad de autoconfiguración biográfica. El existir humano es una creación continuada, es la espléndida oportunidad de hacerse más valioso por las obras. En esa dramática carrera, la muerte es un estimulo, el hombre, es el ser que elige su ser; es el ser que tiene que elegir a cada instante. Así como es eventualidad y por eso tiene esta o aquella posibilidad determinada, de la misma manera es elección y hace esta o aquella elección determinada. Y lo que elige son sus posibilidades; y se elige planeándose hacia esto o aquello. Toda la existencia es una elección constante, el hombre, ser que se crea a sí mismo, se crea eligiéndose y eligiendo sus posibles; si no los eligiese, no se crearía a sí mismo, y sería creado por los posibles que actuarían sobre él desde fuera.. La suma de esfuerzos personales eminentes engendra la cultura, que es la maravillosa prótesis con el que los hombres salen del estado de naturaleza y progresan.

El verdadero problema...

Jankélévitch en La muerte, presenta que la muerte nos deja un cadáver concreto y real que a su vez sufre profundas transformaciones orgánicas.

El cadáver, es la verdad interior en la enfermedad, el cuerpo muerto manifiesta la finitud, devenir, la transformación de que mientras el resto del mundo aparece en forma vertical, el moribundo y el cadáver, derribado, pierde su ultima sensación orgánica.

Foucault, por ejemplo se refiere al cadáver como:

“...doblemente engañador, ya que a los fenómenos que la muerte interrumpe se añaden los que esta provoca y depósitos en los órganos, según un tiempo que le es propio. Hay, por supuesto, los fenómenos de descomposición, difíciles de disociar de los que pertenecen al cuadro clínico de la gangrena o de la fiebre pútrida; hay en cambio los fenómenos de receso o de desaparición muy pronto después de detenerse la circulación, esta interrupción de los movimientos naturales... determina efectos cuya división de los elementos mórbidos es difícil hacer: la destrucción del cerebro y el reblandecimiento rápido que le sigue, son el efecto de una congestión patológica, o de una circulación interrumpida, por la muerte.”1[1]

Las actitudes frente al cuerpo como cuerpo-cadáver son muchas y muy variadas, mas lo que subyace en los análisis tanto antropológicos como biológicos es por un lado el reconocimiento del horror a la putrefacción y, por el otro, un verdadero rechazo a ala muerte y a sus efectos precisos. El hombre a tenido una relación problemática con el cadáver como símbolo y de allí el afán de despojarlo de su cruda significación.

Becker, resume con respecto al problema de la finitud en el caso de la muerte

“... la idea de la muerte, el temer a ésta, obsesiona al animal racional mas que nada. Es una fuente de la actividad humana, actividad destinada en gran parte a evitar la fatalidad de la muerte, a superar negando de alguna manera lo que es el destino último del hombre.” 2[2]

Becker muestra que nuestra condición finita es el motor de toda actividad, de toda humanización del mundo; es la condición de posibilidad de la civilización misma ya que esta apertura finita posibilita la construcción de un mundo distinto del natural. Sin embargo, es Louis-Vincent Thomas quien descubre que el ocultamiento de la muerte no es sino una obsesión por la muerte misma y que para los vivos los muertos no están jamás en su sitio, siguen obsesionado al inconsciente de los sobrevivientes que tratan de olvidarlos pero que solo logran volverlos mas presentes. El hombre occidental no asume la muerte porque se niega a creer en la flaqueza de la vida. En un sentido inmediato esto es cierto, pero el problema sigue siendo más complejo y no se reduce a ello y a que aborda el sentido simbólico de los funerales, el tratamiento del cadáver y de la medicina forense; las fases de las metamorfosis del cadáver suscitan interpretaciones y actitudes que podrían mostrar constantes universales a pesar de su transformación en el tiempo y en el espacio. Desde las perspectivas de Thomas, las fantasías que se construyen alrededor del cuerpo sin vida justifican los diversos ritos de los que es objeto. El propósito de todos estos tratamientos consiste en fijar el porvenir del cuerpo muerto.

“Horrible o fascinante, la putrefacción justifica todos los ritos funerarios. Es por eso que... se hace todo por domesticarla (exposición del cadáver); ocultarla (mortaja, sarcófago); impedirla en la forma definitiva (embalsamamiento y momificación, incineración, ingestión canibalesca, criogenización) o solo retardarla (cuidados corporales, tanatopraxia); y finalmente acelerarla (torres de silencio)”.3[3]

Si seguimos la investigación de Thomas en tanto que nos sugiere que el miedo fundamental a la muerte es el horror fundamental a la putrefacción valdría entonces hacer una fenomenología del cadáver que pudiese mostrarnos el fundamento de nuestra relación con la muerte y de nuestra creación de símbolos al respecto. Cabria entonces preguntarnos: ¿Es el horror al cadáver una expresión a la angustia por la finitud?

Vayamos al cadáver mismo, origen de multitud de significaciones en el ámbito cultural que no manifiestan sino un afán de negar, ocultar o simplemente impedir la putrefacción como elemento definitorio del cadáver. Todo ritual fúnebre parece mostrar que ante la contemplación se

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