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Adolecente Rebelde

yytytyt27 de Septiembre de 2013

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Adolescente rebelde

¿Cómo tratarlo?

Piense en lo anterior, su hijo quiere ser distinto, lo cual no es necesariamente malo.

Por supuesto que no puede tolerar el uso de marihuana o alcohol en exceso, pero si Ud. previamente le había demostrado sus principios y prevenido de ellos, seguro que no lo intentará.

Déjelo que tome decisiones que influirán en su vida. Si no está de acuerdo argumente con razones como con cualquier adulto. No se imponga con autoridad ni menos con gritos o denuestos. Dese tiempo para estas conversaciones, la práctica de los deportes, los paseos, las aficiones comunes son la oportunidad para ello. Deje claramente establecido lo que a Ud. no le gusta y que Ud. no haría, y escuche las razones que él tiene para adoptar las conductas en discusión. Como siempre, reconozca sus aciertos y éxitos, y elógielos.

No critique pequeñas fallas o defectos y si son evidentes ayúdelo a corregirlos o superarlos.

Como principio básico convénzase que Ud. no tiene siempre la verdad y que puede haber más de una verdad y también que lo que piensa o hace su hijo puede estar bien.

Su experiencia no le sirve a él. Si Ud. lo critica con frecuencia su hijo buscará otras personas, que sean más tolerantes, con las que conversar.

Por otra parte su hijo tiene como hecho normal una lasitud y falta de ánimo propias de su edad. No lo critique por ello, si se levanta tarde o duerme demasiado, ni tampoco si no lo ayuda con los trabajos caseros.

Recuerde que el siente que es su casa, no la de él y que cuando llegue el momento el trabajará con esfuerzo en su hogar.

Pídale colaboración de buenas maneras y agradézcale cuando le ayude, logrando una relación de dos adultos. Ya no le ordene lo que tiene que hacer.

En cuanto al uso del dinero, asígnele una mesada según sus posibilidades, pero no transe en aumentarla si le falta a fin de mes. Esta es una oportunidad de enseñarle el valor del dinero y las responsabilidades de administrarlo. Si el dinero se le acaba antes de fin de mes, no se ría de él. Si tiene que prestarle un poco más, hágalo como lo haría con un amigo y dígalo que se lo descontará del próximo mes.

Las salidas y los llamados telefónicos son otra fuente de discusión. Evítelas fijando, de común acuerdo, los límites de ambos.

Es aconsejable que otros miembros de la familia también participen en la decisión. Si Ud. quiere que lo llame desde donde se encuentra durante las salidas nocturnas, dígale la verdad; no es para controlarlo sino porque Ud. lo quiere y no quiere que nada malo le pase.

Si está de mal genio, dele espacio y tiempo para que se relaje y se calme. No le pregunte qué le pasa frecuentemente, pero aproveche cada oportunidad que le dé para que le cuente sus problemas.

Tome sus problemas como si fueran propios, escúchelo, no lo deje hablando, ni lea mientras él habla, etc.

Si bien los adolescentes usan un lenguaje propio y frecuentemente grosero no tolere este tipo de lenguaje para con Ud. Dígale que si Ud. no lo usa prefiere que hable normalmente en el caso suyo.

No permita que profiera insultos para con Ud. o con otros miembros de la familia. Recuerde que Ud. no lo hace y él tampoco debe hacerlo en familia. Si explota en gritos, recuérdele que la calma y las explicaciones son más efectivas.

Enséñele a razonar aunque sea con vehemencia y no espere ganar siempre. Todo lo contrario acostúmbrese a perder frecuentemente.

Conductas preocupantes son la sospecha del uso de drogas o las ideas suicidas que pueden aparecer a esta edad. Si Ud. cree que existen esas posibilidades, llame a su médico y pídale consejo, puede que necesite apoyo sicológico.

Igualmente si el joven no asiste al colegio y baja su rendimiento puede ser necesario que Ud. consulte con un sicólogo después de haber hablado con sus profesores.

“Mi primera salida nocturna”

Las primeras salidas nocturnas son, para los jóvenes, una forma de reclamar más libertad, independencia y comenzar a dar pasos hacia la edad adulta. Para los padres significa enfrentarse al hecho de que sus hijos se hacen mayores, que ya no son los niños que estaban bajo su control. Los adultos deben estar preparados para afrontarlo sin traumas.Las fiestas que se celebran estos días ponen a los adolescentes ante la posibilidad de llegar a casa, quizá por primera vez, más tarde de lo habitual, y de experimentar lo que significa pasar la primera noche con amigos y sin padres, algo que les produce ilusión. Una adolescente, a la que llamaremos María, relataba que ella nunca se había peleado con sus padres por la hora de llegada, porque desde el primer día hubo un acuerdo entre lo que pedía y lo que le dejaron hacer.

CUESTIÓN DE CONFIANZA

“La primera vez que le dije a mi madre que iba a llegar un poco tarde, sobre las tres o las cuatro de la mañana, se quedó algo sorprendida –asegura María–. Yo tenía 13 años y cuando salía regresaba, como mucho, a las once de la noche. Al principio me puso algún reparo, porque mi padre no estaba en casa y a él no le gusta dejarme salir hasta tarde. Finalmente, después de hablar con él, me dejó salir, pero me puso como condición volver a la una. Al principio me pareció mal que no me diera el permiso sin antes consultar a mi padre, pero luego me sentí mejor, porque me di cuenta de que confiaban en mí. Supe más tarde que había hablado con alguna de las madres de mis amigas para asegurarse de que ellas también iban y averiguar el sitio al que íbamos. Creo que tengo unos padres que confían en mí y, aunque me ponen límites, sé que los irán ampliando”.

Alguna vez tiene que producirse la primera salida nocturna. Quizá cuando ellos lo dicen, a los padres todavía les parecen pequeños. Conocer a los amigos de sus hijos y saber a qué sitios van, tranquiliza a los padres. La decisión siempre es mejor que la tomen los padres juntos y de mutuo acuerdo.

UNA DECISIÓN RESPONSABLE

Hay otro miedo, no tan consciente, que se produce ante esta situación: la petición de sus hijos representa que se hacen mayores y reclaman más libertad. En el caso de María, su madre averigua a qué hora regresan los demás. Es importante lo que hacen las amigas, pero no debe condicionar la decisión. En las primeras salidas nocturnas, lo conveniente es que los padres den pautas que no sean demasiado rígidas, pero sí razonables. Es preferible que haya alguna pelea con ellos a que sientan que no se les ponen límites. Ahora bien, esas condiciones tienen que respetar sus derechos y defender los valores. Otra cuestión importante es que los padres deben estar de acuerdo para que el adolescente no se alíe con uno y se enfrente al otro. Esas salidas marcarán la pauta de las muchas que vendrán después y, si se plantean con acierto, aprenderán a controlar sus miedos, sus relaciones, su sexualidad y, en definitiva, su mundo más íntimo.

¿QUÉ ME PASA?

• Quieres más libertad, lo que demuestra que estás creciendo de manera saludable.

• Las salidas son importantes, pero hay que tener un grado de madurez psicológica adecuada para no dejarse llevar por la presión del grupo.

• Quizá te enfades con tus padres porque piensas que no confían en ti. Recuerda que se crece poco a poco y que quizá tú también tienes algún temor lógico.

Salidas nocturnas en adolescentes

Recomendamos:

* Explicar al hijo/a adolescente los motivos que llevan a actuar de ese modo y que se justifique. Decidle, por ejemplo, que las reglas son para protegerle y no para castigarle. Frente a lo que se piensa a veces, los adolescentes no siempre se oponen a las reglas. A menudo toman en cuenta lo que les dicen sus padres y madres aunque parezca lo contrario.

* No hay que desanimarse ante la oposición o la indiferencia aparente de los adolescentes. Tan sólo es una fachada y la mayoría de ellos/as se muestran receptivos, en el fondo, a las recomendaciones de sus padres y madres. Pese a sus aspiraciones de independencia, se sienten en realidad seguros cuando ven que sus familias se preocupan por ellos/as o que están ahí cuando algo va mal. Por ello, lo padres y madres deben estar siempre disponibles, pase lo que pase.

* También es importante demostrar cierto interés por las salidas del adolescente. Preguntar a sus amigos/as o a él/ella mismo/a si le ha gustado el concierto o lo ha pasado bien en la fiesta. Eso le dará la impresión de que se valora su opinión y abrirá con él/ella una posibilidad de diálogo. Y al revés, hay que respetar el deseo del adolescente de conservar para sí mismo/a ciertos momentos de su vida, lo cual significa que si no tiene ganas de contestar a las preguntas, más que hacerle sentir valorado, las preguntas le molestan, no insistir de momento.

No recomendamos:

* No hay que optar por el “tremendismo” e impedir que el adolescente salga, únicamente para tener la conciencia tranquila o por querer tener el control absoluto de su vida social. Esta actitud rígida demuestra muchas veces la incapacidad de los padres y madres para dominar ciertas situaciones.

* Impedir al adolescente que salga significa también rechazar el hecho de que está creciendo. En cambio, aceptar la independencia de un/a hijo/a, confiar en él/ella y ganarse su respeto es dejarle cierta libertad, aun estando atentos a él/ella. Se debe conseguir demostrarle interés por su vida social sin dejar de respetar su espacio íntimo.

EL DIALOGO MAS DIFÍCIL

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