ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ansiedad En Niños

aree191729 de Enero de 2014

5.316 Palabras (22 Páginas)301 Visitas

Página 1 de 22

berrinches y la ansiedad en los niños pequeños. Un estudio preliminar

Gina Mireault

Universidad Estatal Johnson

Jessica Trahan

Universidad de Illinois Meridional

Sinopsis

Los berrinches –reacciones emocionales desproporcionadas ante cierta situación– parecen ser un fenómeno común de la infancia, aunque han recibido poca atención en la investigación. El presente estudio preliminar describe los factores que provocan los berrinches; la frecuencia, la intensidad y la duración de estos; y las reacciones paternas en una pequeña muestra comunitaria (N = 33) de niños de entre 3 y 5 años de edad. La intensidad y la duración de los berrinches tenían una correlación positiva con las tasaciones por parte de los padres de la ansiedad o depresión del niño en la Lista de Verificación Achenbach del Comportamiento Infantil (Achenbach Child Behavior Checklist). Se necesita más investigación para replicar estos hallazgos y expandir nuestra comprensión de la función de los berrinches en el desarrollo social y emocional, especialmente respecto al comportamiento de los berrinches relacionado con la edad y el sexo. La función de la ansiedad en el comportamiento de oposición puede ser significativa para la intervención y las prácticas de educar a los hijos.

Introducción

Los berrinches, o reacciones emocionales desproporcionadas ante cierta situación, parecen ser universales en el desarrollo infantil (Solter, 1992) y parecen constituir más que una mera molestia en el cuidado infantil. Los niños que tienen un historial de berrinches intensos y frecuentes corren el riesgo de desarrollar más tarde en la infancia trastornos emocionales y de la conducta más graves (Kann y Hanna, 2000; Needlman, Stevenson y Zuckerman, 1991; Sanson y Prior, 1999). A medida que un niño descubre su autonomía, la mayoría de los padres y madres tienen que manejar y aguantar los berrinches, la intensidad y la frecuencia de los cuales pueden posiblemente crear un dinámico negativo y duradero del comportamiento (Stormshak, Bierman, McMahon y Lengua, 2000). Por estos motivos, los berrinches representan un fenómeno importante de la infancia que parece merecer más atención empírica que la que ha recibido hasta la fecha (Bath, 1994; Needlman et al., 1991). Sin embargo, la mayoría de la investigación de los berrinches se ha llevado a cabo con muestras clínicas de niños mayores cuyos berrinches son atípicos para su desarrollo.

Los berrinches representan una crisis temporal de los sentimientos para el niño pequeño. Bath (1994) definió los berrinches como la reacción de un niño cuando no puede regular sus impulsos emocionales, lo cual desemboca en una aparente pérdida del autodominio y el descartar normas previamente aceptadas del comportamiento, a un grado que parece desproporcionado para la situación. Se ha considerado durante mucho tiempo que los berrinches son provocados por la frustración objetiva o verbal de los niños pequeños (Bhatia, Dhar, Singhal, Nigam, Malik y Mullick, 1990; Einon y Potegal, 1994) y por su enojo (Potegal y Davidson, 2003), además de una corteza frontal inmadura, la cual ayuda a regular los estados de ánimo y los sentimientos (Greenberg y Snell, 1997).

Ciertos investigadores (por ej., Bath, 1994) han señalado que los berrinches pueden ser provocados por factores distintos del enojo o la frustración, indicando el sufrimiento general como factor provocador de berrinches (Potegal y Davidson, 2003; Proffer, 1995). Por ejemplo, según se informa, padres de familia y peritos del cuidado infantil han observado que los niños se hallan más propensos a tener berrinches cuando están fatigados, excesivamente estimulados o estresados, o se encuentra una desviación de la rutina normal del niño (Einon y Potegal, 1994; Potegal y Davidson, 1997; Solter, 1992). Estos últimos dos escenarios sugieren que la confusión o el sufrimiento general que genera la ansiedad también puede contribuir a la reacción emocional excesiva propia de un berrinche.

En consonancia con la hipótesis que los berrinches pueden ser provocados por la ansiedad, la investigación llevada a cabo con niños mayores (por ej., de entre los 5 y 17 años de edad) diagnosticados con el Trastorno de Desafío y Oposición (Oppositional Defiant Disorder, u ODD por sus siglas en inglés) –del cual los berrinches constituyen un síntoma central– ha demostrado que el 25% de estos niños tienen un diagnóstico doble de trastornos de ansiedad o del estado de ánimo (Speltz, McClellan, DeKlyen y Jones, 1999). Kashani, Deuser y Reid (1991) también confirmaron la relación entre la agresión y la ansiedad en su estudio de 210 niños a las edades de 8, 12 y 17 años. Hallaron que los niños que manifestaron la mayor agresión verbal y física informaron de experimentar significativamente más ansiedad, y los investigadores sostuvieron que la agresión puede representar una estrategia de afrontamiento para individuos que se hallan en un estado de ansiedad. Leung y Fagan (1991) describieron los berrinches como la forma de ODD que se experimenta durante la primera infancia y señalaron tanto el enojo como el temor, junto con variables familiares y del estilo de crianza paterna, como factores que contribuyen a los berrinches.

Es importante notar que la relación precisa entre la ansiedad y los berrinches todavía no queda clara ya que apenas se está empezando a explorar la función de la ansiedad en este comportamiento. Spielberger (1966) propuso un modelo de ansiedad con dos factores que puede ser relevante para los comportamientos de berrinches. Según indica Spielberger, la ansiedad de estado es específica a las situaciones pero la ansiedad de rasgo se basa en la personalidad o el temperamento y puede ser heredable (Lau, Eley y Stevenson, 2006). Este modelo de dos factores se ha validado para los niños pequeños (Hedl y Papay, 1982) y puede explicar por qué un niño que reacciona con berrinches en ciertas situaciones puede contenerse de dar un berrinche en otros momentos (por ej., la ansiedad de estado), y por qué otros niños parecen ser propensos a dar berrinches independientemente de las circunstancias (por ej., ansiedad de rasgo). Si los estudios preliminares pueden descubrir una asociación general entre los berrinches y la ansiedad, las investigaciones subsecuentes tal vez podrán explorar si la variación adicional en los comportamientos de berrinches puede explicarse específicamente por la ansiedad de estado o de rasgo. Otra posibilidad es que la ansiedad es el resultado de ciertos berrinches (por ej., a causa de la angustia del niño al perder el autodominio o debida a la reacción de su padre o madre ante el berrinche).

Sea como fuere el caso, si la ansiedad tiene correlación con los berrinches entre niños pequeños, esto tiene implicaciones respecto la manera en que los cuidadores deberían evaluar y tratar los berrinches. Actualmente, los entendidos en la materia del cuidado infantil sugieren que los cuidadores deberían emplear una de dos técnicas cuando un niño está dando un berrinche: (1) dejar al niño sin prestarle atención y (2) aislarlo (por ej., darle un “tiempo de descanso”; Bhatia et al., 1990; Carr y Newsom, 1985). Sin embargo, entre el 20% y el 54% de los padres de familia informan de utilizar las críticas, la restricción física y la disciplina física severa como reacciones ante los berrinches (Bhatia et al., 1990; Einon y Potegal, 1994). Si la ansiedad constituye un precursor a algunos berrinches, tales intervenciones no sólo son inapropiadas, sino que es posible que intensifiquen la ansiedad del niño y contribuyan a un ciclo de comportamientos de berrinches (es decir, que aumenten tanto la ansiedad del niño como los berrinches). Si la ansiedad toma un papel central en los berrinches, los consejos provistos a los cuidadores pueden cambiarse o volverse más urgentes. Por ejemplo, si los cuidadores saben que un berrinche representa la forma en que un niño expresa sentimientos de pánico, tal vez sea menos probable que intenten manejar los berrinches con la disciplina física, la restricción, las críticas o el aislamiento, y más probable que intenten tranquilizar al niño y utilicen técnicas de reducir la ansiedad.

El presente estudio tiene el propósito de ofrecer una descripción preliminar de los berrinches, los factores que los provocan, y las reacciones de los padres de familia. Se formó la hipótesis que la frecuencia, la intensidad y la duración de los berrinches estarían relacionadas con la ansiedad del niño informada por los padres. Además, se esperaba que el enojo, la frustración y el rechazo por parte de los padres de familia en reacción ante los berrinches guardaran relación con las tres dimensiones de los berrinches (es decir, la frecuencia, la intensidad y la duración). Los padres de 33 niños entre las edades de 3 y 5 años completaron cuestionarios acerca de los comportamientos de berrinches de sus hijos y sus síntomas de ansiedad.

Método

Procedimientos

Al principio se obtuvo de los directores de tres programas preescolares en dos condados vecinos el permiso para llevar a cabo un estudio de “los sentimientos y los berrinches”. Luego se les informó a los padres de familia del estudio mediante una carta colocada en la casilla de cada niño. Se les invitó a todos los padres cuyos hijos tenían entre 3 y 5 años de edad, aunque sólo un niño era elegible en cada familia. Si les interesaba a los padres participar, obtuvieron de la maestra preescolar un paquete del cuestionario, que contenía US$5 (como compensación adelantada) y estaba identificado con un número. Las investigadoras proveyeron una caja para la recolección en el aula de los cuestionarios. Se colocaron notas de recordatorio en las casillas de los

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (34 Kb)
Leer 21 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com