Autismo

Cuando el autismo se manifestó en nuestro hijo Lino, fue por medio del diagnóstico de la neuróloga infantil, a pesar de que no había aún un test que verificara la condición, había señales tan específicas que no había posibilidad de error. No sé si todo cuidador recuerda el momento en que su hijo presentó esa primera señal, en mi caso sí, una tarde Linito comenzó a reír sin razón alguna, y no reaccionaba a mi presencia, eso ya venía dándose antes, pero esa risita nunca la olvidaré, sentí miedo y pesimismo, al igual que el día 09 de noviembre del 2021 cuando la doctora nos dice: su hijo está dentro del espectro autista. No quería mirar a mi esposo, no quería demostrar mi pena y llorar, sentí que se oprimía mi pecho y cuando salimos de la consulta para dirigirnos al auto ambos llorábamos. Las razones sobre nuestra pena son porque en ese momento nos damos cuenta de que son muchas cosas que no darán “en los tiempos esperados” como escucharlo hablar, ir al baño solito, hacer amigos, ya que idealizamos a nuestros hijos y sentimos una pérdida, un duelo. La negación (parte del duelo) en nuestro caso no existió, pero en algunas personas sí y se pierden un tiempo valioso para iniciar lo más tempranamente posible las terapias que apoyan y estimulan el desarrollo emocional, sensorial y cognitivo de los niños.

 Expresión de la diversidad humana

Nuestros hijos con autismo nos enseñan cada día sobre esto, la expresión de la diversidad humana, nos permiten ver el mundo de una forma diferente, lo que nos parecía trivial, ya no lo es. Cada avance nos emociona hasta el desborde, si lloraste cuando lo viste dar sus primeros pasos (sin saber aún el diagnóstico), el que te abrace de forma espontánea recién a los 3 años eso desata en tu corazón amor y felicidad absolutas. Como leí alguna vez ojalá cada familia tuviese una persona autista, para que se den cuenta de que son personas únicas, que nos sorprenden cada día, nos movilizan emociones que ni sospechábamos que podrían existir.

¿Lo diverso nos asusta?, es probable que al inicio sí, por desconocimiento, por miedo a cómo lo miramos, si hacemos bien o mal a lo que éticamente podría considerarse correcto, son más las personas que dan por sentado que estamos sufriendo por nuestros hijos, sin embargo, detrás de cada familia o cuidador hay una historia diferente, la empatía emocional es sorprendente: es como si tuviéramos un letrero invisible que formamos parte de un grupo, o quizás son las ojeras por la falta de sueño porque más del 80% de niños con autismo tienen trastorno del sueño; porque los sujetamos de una cadena en su muñeca porque no miden los riesgos y pueden arrancar hacia la calle sin mirar; por sus aleteos constantes como si quisieran emprender un vuelo; por su mirada profunda como si no estuvieran en este plano; son tantas las formas en que nos percibimos a través de nuestros niños. En lo particular no me asusta la diversidad, al contrario, la encuentro o la percibo más como la oportunidad de abrir mi corazón y mente.

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