Autismo

El Autismo ha tenido una evolución histórica identificada en tres momentos.

• 1943-1963: En este periodo se definió por primera vez el autismo, considerando esencialmente como un trastorno emocional o una psicosis infantil. Por años imperó la perspectiva psicoanalítica, la cual consideraba a la persona que lo padecía, producto de un ambiente frio, principalmente debido a una madre ausente y poco cálida.
• 1963-1983: Durante esta época el movimiento conductista surgió de manera fuerte como teoría explicativa,  así como método de intervención ante la hipótesis sugerida por la teoría psicoanalítica, la cual se consideraba carecía de fundamento científico en su explicación. Aquí aparecen los primeros indicios de problemas neurobiológicos asociados al autismo, así como las primeras explicaciones cognitivas que percibían las alteraciones que ocasionaba en áreas como el lenguaje y la comunicación. El que la educación se convirtiera en la alternativa principal de tratamiento se derivaba del desarrollo de procedimientos para modificar la conducta, así como la creación de centros educativos especializados.
• Enfoque actual: A partir de este momento se empieza a considerar el autismo desde una perspectiva evolutiva y cognitiva, como trastorno del desarrollo, puesto que si supone una desviación cualitativa del desarrollo normal, es necesario comprender  esa evolución en profundidad. Surgen autores como Simon Baron-Cohen (1985), quienes propondrán que el autismo es fruto de un inadecuado desarrollo de la Teoría de la Mente (ToM); esta se define como la capacidad de atribuir estados mentales propios y de otras personas, y por ende, la facilidad de inferir el comportamiento de las personas.

Otro autor  reconocido de este movimiento en los años ochenta es Tamarit, quien propuso que en el autismo se da un fracaso en el desarrollo de la cognición social, fundamental para reconocer e inferir claves sociales implícitas en el comportamiento social e individual. La persona con autismo tendría dificultades para desenvolverse con todo aquello en el comportamiento que sea complejo, sutil, efímero o variable. Por el contrario, tendrían mayor facilidad de adaptarse a todo aquello que sea concreto, sencillo, claro, permanente y fijo, por ejemplo un programa de rutina de actividades diarias.

En los procedimientos para intervenir durante las últimas décadas, se han caracterizado por un estilo natural, integrador, centrado en desarrollar la comunicación, complementándolo con alternativas farmacológicas.

Dentro de las tres características mencionadas anteriormente y presentes en el cuadro autista, para Kanner el rasgo fundamental del autismo era la incapacidad para relacionarse normalmente con las personas y las situaciones. Suelen evitar el contacto visual y físico, a veces no responden a su nombre y les cuesta socializar con otros. Así mismo es conocido el énfasis que se da a las carencias en la comunicación, vista como un conjunto de deficiencias y alteraciones relacionadas al lenguaje verbal y no verbal como la ecolalia, la dificultad para entender el sarcasmo, el lenguaje nulo, literal o metafórico; también que la persona con autismo muchas veces parece estar sorda.

La tercera característica se relaciona con la inflexibilidad en el comportamiento y la preferencia por invarianza del entorno, lo cual se refleja en la rigidez y obsesión por objetos y para seguir rutinas, hipersensibilidad a sonidos y luces, una conducta repetitiva como caminar de puntitas, aletear y autoagredirse o agreder a otros cuando se frustra al salirse de su rutina.

El perfil mental sugiere todas estas dificultades cognitivas y algunas otras como:

• Pensamiento visual: esto se refiere a que las personas con autismo suelen procesar la información a manera de imágenes visuales, lo cual se refleja en grandes habilidades para el dibujo. Un ejemplo de esto es el autista Stephen Wilshere, a quien llaman la cámara humana por su capacidad de reproducir de memoria ciudades enteras que ha visto en tan solo unos minutos.
• Dificultades en la Coherencia Central: se relaciona con las claves sociales. Sucede cuando la persona capta los estímulos que le rodean de manera general, y posteriormente se puede fijar en los estímulos por separado. En las personas con autismo surgen dificultades para encontrar diferencias en dibujos prácticamente iguales. Se relaciona también en la dificultad para generalizar aprendizajes que han realizado previamente.
• Función ejecutiva: es la capacidad de mantenerse en un entorno de solución de problemas, incluyendo conductas como formar planes a futuro, controlar la conducta antes estímulos irrelevantes y flexibilizar el pensamiento y la acción de acuerdo al contexto. Las personas con autismo presentarían un déficit en el desenvolvimiento de estas capacidades.

Al momento de evaluar si una persona presenta el TEA, una de las opciones es el DSM-IV (1995), el cual establece tres criterios para diagnosticar con autismo a una persona, el cual debe cumplir seis o más de las conductas relacionadas a las tres características mencionadas anteriormente: al menos dos características del trastorno cualitativo de relación, una de la comunicación y dos de patrones de conducta. Además, antes de los tres años debieron producirse retrasos en la interacción social, empleo comunicativo del lenguaje y juego simbólico.

...