CORREGIDA MI AUTOBIOFGRAFIA YACKESABADO
Jackeline DiazEnsayo14 de Junio de 2018
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Soy Yackeline Antonia Díaz López, un ser humano versátil, emprendedor y objetivO. Resido junto a mi compañero, que ha complementado mi vida en los ultimos 23 años, José Rafael Sosa en Bella Vista, Distrito Nacional. Procedo de la unión de Altagracia López y Sérvulo Díaz (E.P.D.)
Existen dos personas las cuales me dieron el privilegio de ser madre; uno es Miguel Alfonso De los santos Díaz y el otro, Braulio Peña Díaz. Los mismos me dieron otro galardón cuando me hicieron abuela de Laura, Isaura, Ambar, Elianne y Yahdiel. Y tambien mis adorados hijos me han hecho suegra de dos maravillosas mujeres: Erisleydi y Nathaly.
Es un breve esbozo de los miembros de mi familia y para ello debo mencionar aquí a cuatro hombres con los cuales he asumido el rol de hermana mayor, ellos son: César, Elvis, Domingo y Yant. Soy cuñada de Vadis , Yaneli, Katy y Ana. Soy tía de Itzel, Vanesa, Cristian, Andrés, Yan Marcos, Enrique, Cristal, Yordis, y Joan.
Amiga del alma desde hace muchos años de Delcy Mata, Nuris Pérez, Ilara, María Luisa, Bellamire, Desireé Luz, Cynthia, Griselda, María Germosén, Gregoria, Bienvenida y Dennis Peña y socia de Evelyn Paulino. Colega y compañera de Ogilda, Josefina Evelin, Pura y Francisca.
Y ama o dueña de los chiguaguas Ito y Estrellita ( a quienes llamo “los Sosa Díaz”), lo común con José Rafael en nuestra unión.
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Nací en Villa Raza una colonia de Cotuí, provincia Sánchez Ramírez el 3 de enero de 1964, siendo la segunda hija de mis padres Altagracia López, joven mujer de 19 años y mi padre Sérvulo Díaz de 38 años. Quien ocupaba el primer lugar en nacimiento, era mi hermano Javier, murió de tos ferina a los 7 meses de nacido y a los 2 años de su muerte llegué yo. Y con un período intergenésico de cada dos años nacieron mis otros cuatro hermanos varones.
La familia dentro de la que nací era anormal en esa época. Mi madre hija de un terrateniente español, el colono alcalde de la colonia y administrador de todas las granjas de su familia, y mi padre, huérfano de padre, hombre maduro, parlanchín y parrandero que era hijo de un próspero hacendado y que le había dejado una cuantiosa herencia pero que él despilfarró en alcohol y parrandas. Nací en una familia regida por la violencia que ejercía mi padre y la sociedad que obligó a mi padre a casarse con mi madre; pues según mi madre, a los 5 días de haberse fugado con mi padre quería regresar a Santiago y su abuelo mandó a buscarlo con la guardia y lo obligó a casarse. Mi madre estaba deshonrada.
Ante estos hechos mis abuelos siempre estuvieron en nuestras vidas muy de cerca, pues protegían a su hija de los estallidos de violencia del “Güiro” como apodaban a mi padre.
INFANCIA-
Cuenta mi madre, que nací muy vivaz, sana, que tomé leche materna hasta el año y que rechacé el biberón; que cuando me lo daban le señalaba la barriga, probablemente indicando que me daban cólicos. Mi madre dejó de cargarme a los 18 meses, pues estaba embarazada de mi hermano César y ella me cuidaba más de lo necesario por los pleitos de mi abuela Eulogia, que procuraba siempre que no me cayera ni me hiciera daño. Me colocaban en una sábana en la galería mientras ellas cosían y en una ocasión a los 6 meses me fui gateando a la tierra y a los 8 meses, caminé. Continuó contándome mi madre que a la edad de un año que le dieron varias crisis de ansiedad, pues me iba a la finca de los vecinos caminando y me comía los tomaticos que sembrados estaban en sus tierras.
Siento que mi madre me quiso dar tanto amor, que no supe manejar tan poderosa energía desde la primera infancia pues ella dice que siempre estaba caminando y que me encantaba irme con mi papá al que le decía pito donde mis tías paternas desde los dos años al municipio Carlos Díaz donde vivía mi abuela Enriqueta madre de mi padre, que estaba enferma. Y murió estando yo en la adolescencia temprana.
De mí infancia, recuerdo muy vivamente acontecimientos en que el protagonista era mi abuelo Mon, alcalde distribuyendo ropa y alimentos que le mandaba la Cruzada de Amor, una fundación creada por doña Emma Balaguer, hermana del presidente Dr. Joaquín Balaguer, la cual se dedicaba a ayudar niños con discapacidad.
Niñez temprana
Mi niñez fue fabulosa, cargada de aventuras y juegos. Varias experiencias divertidas ahora son motivo de recuerdos felices. Uno de ellos es cuando fui al río Maguacua con mis primos mayores Nana, Nelson y Neri a bañarnos y a “marotear”, (marotear no aparecerá en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero si en el de dominicanismos, en fin los dominicanos nos entendemos a la hora de marotear), mango y níspero. También cuando íbamos a sacar la yuca o batata de la cena.
Algo ensombrenció mi niñez, el hecho de recordar en mi sesiones psicoterapéuticas en la edad adulta como sentí el pene de mi abuelo Mon en mis manos, que me llevaba a dormir con él cuándo Pito no estaba y cuando ponía su pene en mi inocente boca. Luego entendí porque cuando yo tenía 4 años, mi padre salió a matar a mi abuelo Mon, pues Nana, su ahijada y mi prima mayor le contó a su madre que el abuelo le ponía su “ripio” en la boca cuando ella dormía en su casa y esto desató una avalancha de quejas y gritos de todas las nietas.
A partir de eso mi padre se salió de la colonia y puso una pulpería en la carretera y mi madre embarazada de mi tercer hermano. Ella lloraba mucho. Y entre ellos ocurría una situación de violencia verbal que recuerdo hasta que se separaron.
Cuando pienso en mi inocencia, hasta los 5 años que viví en Cotuí, me vienen a la cabeza recuerdos del rio Macuaca, los primos por un lado, y por otro recuerdos de abusos cometidos contra todos los niños de la familia.
Ya con 5 años mi papa con la ayuda de mi tía Ana que vivía en Santiago compró una casita para vivir y otra para un negocio de víveres y carnes, pues quería que estudiáramos y en Cotui se hacía muy difícil pues la escuela era muy lejos. Recuerdo a mi madre llorando cuando él le dijo que nos mudábamos el lunes antes de que naciera Domingo mi tercer hermano y su compadre Ramón Cacán le ayudaría en la mudanza.
NIÑEZ INTERMEDIA
Cuando llegué a Santiago, al ensanche Bermúdez a nuestra nueva casa en el 1970, tenía 6 años y mi padre ante de la mudanza me había mandado donde su madre en Carlos Díaz junto a mi hermano César, pues mi madre estaba recién parida y mi hermano Elvis que era muy enfermoso, necesitaba cuidado especial.
Esto al parecer influyo de manera especial en su personalidad. Pues siempre fue del que me mantuve más distante, del que cuando pequeño recibí una patada en el pecho izquierdo. Este siempre fue el desobediente, el que se revelaba contra todos. Y con el cual aún hoy no tengo una relación más que de cortesía y solidaridad con él en algunos casos, por nuestra madre. Al contrario de mi relación con César que siempre hemos estado muy unidos y que me apoyo tanto como me decía cuando éramos pequeños: “cuando trabaje ganaré mucho dinero para ti” Domingo y Yant, los pequeños son como mis hijos mayores, siempre obedientes.
Tuve dos buenas amigas de la infancia, Luz Mercedes y Ana María, que eran hermanas, con la que aún conservo una estrecha relación. Y mi hermana del alma Delcy Mata, que es también del barrio.
Recuerdo que tenía que adaptarme a los juegos y fantasías que marcaran ellas. También en muchos momentos prefería jugar sola. O dormirme con choque eléctrico o corrientazo que me daba con interruptor tipo pera e imaginar un mundo con mis padres en una casa linda y con trabajo.
En esta casa viví hasta los 19 años y se desarrollaron los acontecimientos que propiciaron la separación y divorcio de mis padres, hecho en cual participé activamente. El intenso sufrimiento vivido durante esa década en esa casa, se me reaviva hoy al escribir esto.
Adolescencia
En esta etapa de mi vida, especificamente a mis 13 años, me enteré que mi querida abuela Queta, estaba gravemente enferma de cáncer. Mi hermano César y yo la visitábamos semanalmente al campo y le llevamos alimentos, en una caja pesada, en la cabeza, a pies. La mayoría de las veces mientras nuestro padre trabajaba en la compañía que hacía los jabones marca Limpiol, como sereno. Mi abuela murió al poco tiempo de diagnosticarle cáncer en los ovarios. Fue la primera muerte que viví de un ser que ame y compadecí profundamente. Pues siempre quiso vivir con nosotros pero la situación de estrechez económica y de espacio, además de que mi madre tenía a sus padres en nuestra casa no permitía que mi padre se quedara con ella más de 3 días.
También sucedió la separación de mis padres, cuando yo tenía 15 años. Participé en la decisión de mi madre a irse ya que le mostré una carta que le encontré de su amante y le dije se la enseñaría a mi padre Pito. Todo esto se descubrió en pocos días y mi madre se fue de la casa y me dejó con 4 niños pequeños, con un padre sin trabajo y abatido, con una situación económica muy precaria.
La deslealtad de mi madre le hizo a mi padre y nosotros sus hijos me dolió muchísimo, me pasaba la noche llorando y no resistía ver a mi padre que no podía aguantar las críticas de los vecinos, pero que sabía que él no era un hombre que tratara bien a la mujer que era la madre de sus hijos. La separación de ellos me mostró la falta de solidaridad de la familia de mi madre y de los vecinos, que tras la separación de mis padres, el desempleo de Pito, se aislaron de nosotros y comenzamos a vivir prácticamente solos, y sobretodo él a sentir soledad. Mi padre comenzó a beber traguitos sociales y a integrarse al Club Luz y Progreso. Llegó a ser tan activo que fue propuesto varias veces como directivo.
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