Campo Formativo
Maquito27 de Febrero de 2014
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Programa de estudio 2011 / Guía para la Educadora
Preescolar
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5. Desarrollo personal y social
Este campo se refiere a las actitudes y capacidades relacionadas con el proceso de
construcción de la identidad personal y de las competencias emocionales y sociales.
La comprensión y regulación de las emociones y la capacidad para establecer relaciones
interpersonales son procesos estrechamente relacionados, en los cuales las niñas
y los niños logran un dominio gradual como parte de su desarrollo personal y social.
Los procesos de construcción de la identidad, desarrollo afectivo y de socialización
se inician en la familia. Al respecto, las investigaciones actuales han demostrado
que las niñas y los niños desde edad temprana desarrollan la capacidad para percibir
e interpretar las intenciones, los estados emocionales de los otros y actuar en consecuencia;
es decir, en un marco de interacciones y relaciones sociales; transitan, por
ejemplo, de llorar cuando sienten una necesidad –que los adultos interpretan y satisfacen–,
a aprender a expresar de diversas maneras lo que sienten y desean.
El lenguaje juega un papel importante en estos procesos, porque la progresión en
su dominio por parte de los pequeños les permite construir representaciones mentales,
expresar y dar nombre a lo que perciben, sienten y captan de los demás, así como a lo
que los otros esperan de ellos.
La construcción de la identidad personal en las niñas y los niños implica la formación
del autoconcepto (idea que están desarrollando sobre sí mismos, en relación
con sus características físicas, sus cualidades y limitaciones, el reconocimiento de su
imagen y de su cuerpo) y la autoestima (reconocimiento y valoración de sus propias
características y de sus capacidades), sobre todo cuando tienen la oportunidad de
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experimentar satisfacción al realizar una tarea que les representa desafíos. En este
proceso están empezando a entender cosas que los hacen únicos, a reconocerse a sí
mismos por sus rasgos físicos y las características que los hacen especiales, a entender
algunos aspectos relacionados con el género que distingue a mujeres y hombres,
como las características físicas, la apariencia o el comportamiento, pero también las
que los hacen semejantes; a compararse con otros, a explorar y conocer su propia
cultura y la de otros; a expresar ideas sobre sí mismos y escuchar las de otros; a identificar
diferentes formas de trabajar y jugar en situaciones de interacción con sus pares
y adultos, y también a aprender formas de comportamiento y de relación.
En la edad preescolar, las niñas y los niños han logrado un amplio e intenso repertorio
emocional que les permite identificar en los demás y en ellos mismos diferentes
estados emocionales –ira, vergüenza, tristeza, felicidad, temor–, y desarrollan paulatinamente
la capacidad emocional para funcionar de manera más autónoma en la integración
de su pensamiento, sus reacciones y sus sentimientos.
La comprensión y regulación de las emociones implica aprender a interpretarlas y
expresarlas, a organizarlas y darles significado, a controlar impulsos y reacciones en el
contexto de un ambiente social particular. Se trata de un proceso que refleja el entendimiento
de sí mismos y una conciencia social en desarrollo, por el cual las niñas y los
niños transitan hacia la internalización o apropiación gradual de normas de comportamiento
individual, de relación y de organización de un grupo social.
Las emociones, la conducta y el aprendizaje están influidos por los contextos familiar,
escolar y social en que se desenvuelven las niñas y los niños, por lo que aprender
a regularlos les implica retos distintos. En cada contexto aprenden formas diferentes de
relacionarse, desarrollan nociones sobre lo que implica ser parte de un grupo y aprenden
formas de participación y colaboración al compartir experiencias.
El establecimiento de relaciones interpersonales fortalece la regulación de emociones
en los pequeños y fomenta la adopción de conductas prosociales en las que el
juego desempeña un papel relevante por su potencial en el desarrollo de capacidades
de verbalización y control, de creación de estrategias para la solución de conflictos,
así como de algunas disposiciones: cooperación, empatía, respeto a la diversidad y
participación en grupo.
Las relaciones interpersonales implican procesos en los que intervienen la comunicación,
la reciprocidad, los vínculos afectivos, la disposición a asumir responsabilidades
y el ejercicio de derechos, factores que influyen en el desarrollo de competencias
sociales.
Las niñas y los niños ingresan a preescolar con aprendizajes sociales influidos
por las características particulares de su familia y del lugar que ocupan en ella; sin embargo,
la experiencia de socialización que se favorece en la educación preescolar les
implica iniciarse en la formación de dos rasgos constitutivos de identidad que no esPrograma
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taban presentes en su vida familiar: su papel como alumnos; es decir, su participación
para aprender de una actividad sistemática, sujeta a formas de organización y reglas
interpersonales
que demandan nuevas formas de comportamiento, y como miembros
de un grupo de pares que tienen estatus equivalente, pero que son diferentes entre sí,
sin un vínculo previo y al que une la experiencia común del proceso educativo y la relación
compartida con otros adultos, entre quienes la educadora representa una nueva
figura de gran influencia para las niñas y los niños.
Las competencias que componen este campo formativo se favorecen en los pequeños
a partir del conjunto de experiencias que viven y de las relaciones afectivas que
tienen lugar en el aula.
El clima educativo representa una contribución esencial para propiciar el bienestar
emocional, aspecto fundamental en la formación de disposiciones para el aprendizaje
de los alumnos.
El desarrollo personal y social de las niñas y los niños como parte de la educación
preescolar es, entre otras cosas, un proceso de transición gradual de patrones culturales
y familiares particulares a las expectativas de un nuevo contexto social, que puede
o no reflejar la cultura de su hogar, donde la relación de las niñas y los niños con sus
pares y la maestra tienen un papel central en el desarrollo de habilidades de comunicación,
de conductas de apoyo, de resolución de conflictos y de la habilidad de obtener
respuestas positivas de otros.
El desarrollo de competencias en las niñas y los niños en este campo formativo
depende, fundamentalmente, de dos factores interrelacionados: el papel que desempeña
la educadora como modelo y el clima que favorece el desarrollo de experiencias
de convivencia y aprendizaje entre ella y los alumnos, entre los alumnos y entre las
educadoras del plantel, los padres de familia, y las niñas y los niños.
Los procesos de desarrollo personal y social descritos son progresivos. Como
pautas generales, las niñas y los niños de tres años tienen mayor dificultad para integrarse
a un medio nuevo y las diferencias individuales tienen más variación en tanto
menor es su edad. Para la educadora significa conocer cómo expresan sus necesidades
y deseos, de acuerdo con las prácticas de su familia y de su cultura, e introducirlos
al nuevo medio asegurándose que todos encuentren en él referentes afectivos y sociales
acordes con los que han aprendido en su hogar.
Esto es especialmente importante al asumir que la seguridad emocional que desarrollen
las niñas y los niños es una condición para lograr una disposición más efectiva
ante las oportunidades de aprendizaje.
Este campo formativo se organiza en dos aspectos relacionados con los procesos
de desarrollo infantil: Identidad personal y Relaciones interpersonales. A continuación
se presentan las competencias y los aprendizajes que se pretende logren las niñas y los
niños en cada uno de los aspectos mencionados.
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Desarrollo personal y social
Aspectos en los que se organiza el campo formativo
Competencias
Identidad personal Relaciones interpersonales
• Reconoce sus cualidades y capacidades
y desarrolla su sensibilidad hacia las
cualidades y necesidades de otros.
• Actúa gradualmente con mayor confianza
y control de acuerdo con criterios, reglas y
convenciones externas que regulan su
conducta en los diferentes ámbitos en que
participa.
• Acepta a sus compañeras y compañeros
como son, y comprende que todos tienen
responsabilidades y los mismos derechos,
los ejerce en su vida cotidiana y manifiesta
sus ideas cuando percibe que no son
respetados.
• Establece relaciones positivas con otros,
basadas en el entendimiento, la aceptación,
y la empatía.
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