Como Aprenden Los Niños De 6 A 11 años
Marisolithaa23 de Febrero de 2014
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Como aprenden los niños de 6 a 11 años
Características
Lectura Escritura Matemáticas
No se considera una disciplina separada, sino como una aptitud que debe ser aprendida mediante un vocabulario cuidadosamente seleccionado sobre la base del contenido en libros de lectura básicos, más que sobre palabras extraídas del mundo real.
Los niños aprenden a leer, dice Cohen, al leer de todo, y se los motiva a leer cuando se les leen libros que les interesan y al consultar libros que responden a sus preguntas acerca del mundo que los rodea. Tanto en grupos pequeños como individualmente, los niños trabajan con su maestra para adquirir aptitudes como la fonética, que los ayuda a aprender a descifrar, pero la lectura es, desde un principio, mucho más que una acción de desciframiento.
La lectura difiere de las matemáticas en aspectos significativamente relacionados con el estilo natural de aprendizaje de los niños.
La lectura es un sistema de símbolos, para empezar, que se debe aprender antes de abstraer su significado. Y los símbolos no tienen ninguna relación con nada concreto y real como en las matemáticas. Antes de que un niño pueda aprender a utilizar los símbolos de la lectura, deberá captar la existencia de los sistemas de símbolos como tales y encontrar un carácter de realidad en una abstracción. Sin embargo, para "ver" el significado de la lectura un niño casi no puede hacer nada por sí solo.
Se puede ayudar a los niños a memorizar las letras del alfabeto mediante enfoques concretos, como letras de papel o el dibujo de éstas. Pero reconocer los instrumentos básicos no es lo mismo que aprender los principios que esa capacidad respalda.
La lectura es una capacidad que permite descifrar un sistema de símbolos. Después de esto toca comprender el mensaje. Es posible descifrar y no recibir el mensaje; descifrar y esforzar la mente como consecuencia del mensaje, o bien descifrar y sentirse absolutamente aburrido por el mensaje. La facilidad para descifrar no es intelectual en sí misma, aunque sí se necesita cierto nivel de madurez intelectual para comprender las posibilidades del proceso de descifrar.
Los niños no pueden utilizar la lectura para pensar con ella hasta que hayan dominado un sistema de símbolos abstractos, exactamente lo inverso de lo que ocurre en matemáticas.
Unos cuantos niños de cinco y más de seis años, y prácticamente todos los de siete, llegan con toda naturalidad a la capacidad de manejar símbolos escritos. Pero no hay manera de forzar este salto mediante una preparación, aunque lo hayan intentado muchos psicólogos. Ha sido posible hacer que ciertos niños reconozcan símbolos, por ejemplo, las letras del alfabeto y hasta palabras y números. Pero nadie parece ser capaz de hacer que los niños piensen con esos mismos símbolos antes de estar ya preparados.
Como resultado, el aprendizaje de memoria de símbolos a menudo ha sido bueno para empezar la lectura, pero no se sostiene para metas de largo plazo, como el interés por la lectura de libros.
Mientras los niños aprenden las habilidades de descifrar, deben oír cuentos y poemas que mantengan viva, para ellos, la razón de su lucha con letras y sonidos. Mientras los niños forman laboriosamente las letras del alfabeto y las unen para hacer palabras, deben estar contando cuentos a su maestro o a una grabadora para que la razón de escribir sea bien clara.
La lectura debe ser analizada desde el mismo marco de referencia, es decir, como comunicación.
La lectura, durante los años intermedios de la niñez no debe ser una materia aislada aprendida en el colegio, sino un proceso de comunicación fundamental para mucho de lo que es importante e interesante en la escuela.
Leer es una manera (y a medida que pasen los años cada vez será más importante) de recibir ideas y conocimientos de personas que de otro modo serían inaccesibles. Difiere de algunas de las formas más nuevas de comunicación al permitir una dimensión de profundidad, precisamente por ser más lenta, y por consiguiente estimula el pensamiento y la respuesta como elemento continuo de la comunicación.
La lectura debe infiltrarse del todo en la escuela y estar en constante uso, y no aislársele del meollo del contenido, abstrayéndola como materia a la que se debe prestar atención una vez al día.
Para todos los niños, el enfoque a la lectura en la escuela debe destacar sus propósitos básicos y su función, mientras se sigue brindando la ayuda necesaria con los tecnicismos a pequeños grupos, o de manera individual.
La lectura es un sistema de símbolos para otro sistema de símbolos, es decir, la letra de imprenta para el lenguaje oral. Aunque el lenguaje oral se basa inicialmente en una experiencia concreta (por ejemplo, la palabra "madre" representa a un ser vivo), también puede alejarse mucho de ella, como en la palabra "maternidad". Por tanto, en las etapas de cinco a siete años la capacidad de lectura es totalmente distinta de la capacidad para las matemáticas.
De los años intermedios, se debe atraer la atención a la idea de que leer sirve para divertirse; disfrutar de cuentos proporciona información general y responde a las preguntas específicas planteadas en alguna investigación a la que estén dedicados los niños. Pueden leer para seguir los cuentos de los diarios o explorar documentos relacionados con un tema de su interés.
La lectura debe llevarse de manera que lo escrito adquiera vida, sin importar si quien lo escribió fue el propio niño, otro niño o un adulto. Es en realidad una base de comunicación y se debe ayudar a los niños de ocho a once años a percibirlo con toda su intensidad.
La lectura del texto en que se lee un cuento específico para contestar a determinadas preguntas sobre la terminología del texto es un mal sustituto de la lectura con sentido, aun cuando sea reforzada por competencias para ver quién lee más libros en un mes. Estas competencias ayudan poco a crear una pasión, porque este tipo de lectura hace que el niño encienda una linterna debajo de sus cobertores para acabar el libro.
Los niños se vuelven lectores leyendo todo lo que tienen a la vista, y no al imponérseles una muestra limitada de textos impresos para que puedan corregir sus errores, después de lo cual se cierra el libro por ese día.
La lectura es una clave para abrir los tesoros intelectuales del pasado y del presente, pero una mirada al gran número de personas que ha logrado las capacidades mecánicas de la lectura solamente para limitarse después a leer los pies de imagen en los periódicos deberá bastar para convencernos de que la capacidad y la intelectualidad necesarias para leer no por fuerza van de la mano. El desarrollo intelectual se refiere a una veintena de procesos mentales, y casi nada a la habilidad técnica necesaria para descifrar. Se refiere a la conceptualización, a relacionar hechos con conceptos, a la capacidad de comparar, analizar y sintetizar. Se refiere a la recabación de datos, la experimentación, la hipótesis y la conjetura. Lo intelectual es parte de la mente, y la mente puede crecer en forma más profunda y general, en fuerza intelectual, sin la capacidad de leer. LEER Y escribir son maneras alternas de enfrentarse a un mismo conjunto de símbolos, de modo que tiene sentido aprender a escribir ya leer simultáneamente.
La capacidad de escribir debe proceder a lo largo de dos lineamientos separados: el mecánico y el conceptual.
Cuando los niños están en las primeras etapas de comprensión del significado del valor de letras y palabras, la maestra debe proporcionarles indicaciones para formar las letras y alentarlos a dedicar sesiones periódicas a practicar. Pronto se introducen unas cuantas generalizaciones básicas, y la práctica es supervisada en detalle, de modo que los hábitos de mayor importancia se puedan iniciar y reforzar correctamente.
La insistencia en la limpieza al escribir ha tenido tales con-secuencias para la mayoría de los adultos, por años de fastidiosa práctica, que pocos se detienen a considerar que la característica verdaderamente importante de la escritura en la temprana niñez no es la belleza ni la limpieza, sino la legibilidad.
Pese a que la nuestra es una época de comunicaciones por escritura mecánica, la glorificación que en el siglo XIX se hacía de la "buena letra" aún arroja su sombra sobre los niños contemporáneos. Después de todo, limpieza y precisión son cosa de coordinación y práctica, influidas, al menos en parte, por si el propio niño se enorgullece de la apariencia de su escritura o si es indiferente a ella.
Durante largo tiempo, en los primeros años escolares, los niños están demasiado ajetreados aprendiendo a escribir para poder expresar algo (10 que sea) como para fijarse en la apariencia de su escritura. Al respecto, los varones son peores que las niñas. En los años de primaria, las niñas en general saben sentarse mejor y tienen más paciencia para los detalles finos. Al término del primer periodo de primaria, en tercer grado, muchas niñitas tienen una letra limpia y legible, mientras muchos pequeños aún garabatean y se extienden por toda la página.
Debemos recordar que cuando los niños están luchando por formar letras, también deben aprender que una frase empieza con letra mayúscula, y que los puntos y signos de interrogación actúan como límites de un pensamiento (y una frase), y que las formas
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