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DESARROLLO HUMANO ENFOQUE EXISTENCIAL

Jok MarEnsayo20 de Agosto de 2015

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Por ejemplo, Recovery, Inc., el programa de autoayuda de la nación más amplio y de mayor antigüedad para pacientes psiquiátricos actuales y antiguos, está básicamente organizado siguiendo unas líneas didácticas. Fundada en 1937 por el ya fallecido Abraham Low, esta organización tenía casi mil grupos funcionando en 1993, con una atención anual a unas doscientas setenta y cinco mil personas. Los miembros son voluntarios, y los conductores de grupo surgen de entre los miembros. Aunque no haya una guía profesional formal, la conducción de los encuentros ha sido altamente estructurada por el doctor Low; se leen en voz alta y se discuten en cada encuentro partes de su libro de texto Mental Health Through Will Training.15 La enfermedad psicológica se explica sobre la base de unos pocos y sencillos principios que los miembros memorizan. Por ejemplo, el síntoma neurótico es angustioso, pero no peligroso; la tensión intensifica y sustenta el síntoma, y debería ser evitada; el uso de una voluntad libre es la solución para los dilemas nerviosos del paciente.  

Muchos otros grupos de autoayuda ponen fuertemente de relieve la información participada. Grupos tales como Supervivientes adultos del incesto, Padres anónimos, Jugadores anónimos, Haga que hoy cuente (para pacientes de cáncer), Padres sin pareja, y Corazones reparados alientan el intercambio de información entre sus miembros y a menudo invitan a expertos para dirigirse al grupo.

La literatura reciente sobre terapia de grupo abunda en las descripciones de grupos especializados para pacientes que padecen algún desorden específico, o que afrontan alguna crisis vital, como por ejemplo: obesidad, bulimia, adaptación después del divorcio, violación, adaptación de la autoimagen después de una mastectomía y dolor crónico.

Además de ofrecer apoyo mutuo, generalmente estos grupos incorporan un enfoque cognitivo de la terapia, ofreciendo una instrucción explícita sobre la naturaleza de la enfermedad del paciente o sobre su situación vital, y examinando las concepciones erróneas y las respuestas autodestructoras hacia su enfermedad. Por ejemplo, los conductores de un grupo para pacientes con desórdenes de pánico describen la causa psicológica de tales desórdenes: la tensión y la excitación elevadas incrementa el flujo de adrenalina, que puede dar como resultado una respiración agitada y entrecortada, además de vértigo; esto, a su vez es mal interpretado por el paciente («Me estoy muriendo; me estoy volviendo loco»), lo que solamente exacerba el círculo vicioso. Los terapeutas discuten la naturaleza benigna de los ataques de pánico y ofrecen instrucción a los miembros del grupo, primero sobre cómo favorecer un ataque moderado, y después sobre cómo evitarlo. Los conductores prestan una atención especial en proporcionar una instrucción detallada sobre técnicas respiratorias adecuadas y una relajación muscular progresiva.  

Los conductores de grupos con pacientes de VIH-positivo ofrecen una considerable información médica referente a la enfermedad, corrigen temores irracionales (por ejemplo, temores enormemente exagerados sobre las infecciones), y proporcionan consejo sobre cómo contar a los demás la propia situación, forjar un estilo de vida diferente, menos autoinculpatorio, y buscar ayuda, tanto profesional como no profesional.

Los conductores de grupos constituidos por sujetos que han sufrido la pérdida de un ser querido pueden proporcionar información sobre el ciclo natural al que está sujeta la aflicción en estos casos, de modo que ayude a los miembros del grupo a darse cuenta de que hay una secuencia del dolor a través de la cual están progresando, y de que habrá una natural, y casi inevitable, calma para su sufrimiento. Los directores pueden ayudar a los pacientes a anticipar, por ejemplo, la fuerte congoja que sentirán con cada fecha significativa (vacaciones, aniversarios, cumpleaños) durante el primer año de luto.  

La instrucción didáctica ha sido así empleada de diversos modos en la terapia de grupo: para transferir información, para alterar los patrones de pensamientos destructivos, para estructurar el grupo, para explicar el proceso de la enfermedad. A menudo, tal enseñanza funciona como una fuerza inicial de cohesión en el grupo, hasta que se hagan operativos otros factores terapéuticos. No obstante, en parte, la explicación y la clarificación funcionan como agentes terapéuticos efectivos por propios derechos. Los seres humanos siempre han aborrecido la incertidumbre, y a través de los tiempos han buscado el orden del universo proporcionando explicaciones, principalmente religiosas o científicas. La explicación de un fenómeno es el primer paso hacia su control. Si una erupción volcánica está producida por un enfado divino, habrá al menos una esperanza de satisfacer a Dios.  

Frieda Fromm-Reichman subraya el papel de la incertidumbre en la producción de ansiedad. Señala que de darse cuenta de que uno no es su propio timonel, que las propias percepciones y la conducta están controladas por fuerzas irracionales, es en sí mismo una fuente importante de ansiedad. Jerome Frank, en un estudio posterior a la Segunda Guerra Mundial, sobre las reacciones de los americanos hacia una enfermedad desconocida en el Pacifico Sur (schistosomiasis), demostró que el bloqueo por la ansiedad producida por la incertidumbre a menudo crea más estragos que la propia.  

Esto es lo que pasa con los pacientes psiquiátricos: el temor y la ansiedad que son el resultado de la incertidumbre respecto a la fuente, la significación, y la gravedad de los síntomas psiquiátricos pueden así agravar la infelicidad total, lo que hace mucho más dificultosa una exploración efectiva. La instrucción didáctica, al proporcionar una estructuración y una explicación, tiene un valor intrínseco y merece un lugar en nuestro repertorio de instrumentos terapéuticos.  

A diferencia de la instrucción pedagógica explícita del terapeuta, en cada terapia de grupo tiene lugar, sin excepción, el consejo directo de sus miembros. En los grupos terapéuticos de dinámica interactiva, invariablemente constituye una parte de la vida inicial del grupo y ocurre con tal regularidad que puede utilizarse para estimar la edad del grupo. Si observo un grupo en el que los pacientes dicen con alguna regularidad cosas tales como «Pienso que deberías. . .», o «Lo que podrías hacer es.», o « ¿Por qué no. . . ?», entonces puede ocurrir tanto que el grupo sea joven como que sea un viejo grupo que afronta alguna dificultad que ha impedido su desarrollo o ha llevado a cabo una regresión temporal. El proporcionar consejo es común al principio de la terapia de grupo interactivo, pero es raro que una sugerencia específica para algún problema vaya a beneficiar a cualquier paciente. No obstante, indirectamente, el consejo dado sirve a un propósito; el proceso, más bien que el contenido del consejo puede ser beneficioso) implicando y expresando, cuando sucede, interés y atención mutuos.  

La conducta de dar consejo o buscar consejos es a menudo un  indicio importante en la elucidación de la patología interpersonal. El paciente que, por ejemplo, arranca continuamente consejos y sugerencias de los demás, a fin de cuentas sólo para rechazarlos y frustrar a los otros, es bien conocido para los terapeutas de grupo como el paciente «quejica que rechaza la ayuda» o el paciente «sí... pero». Algunos pacientes pueden intentar conseguir atención y ayuda pidiendo sugerencias sobre un problema que tanto puede ser insoluble, como haber sido ya resuelto. Otros pacientes absorben el consejo con una sed insaciable, aunque nunca en reciprocidad con los demás que están igualmente necesitados. Algunos miembros del grupo están tan absortos en conservar un papel con un elevado estatus en el grupo, o una fachada de serena autosuficiencia, que nunca piden ayuda directamente; algunos están tan ansiosos por agradar que nunca piden nada para ellos mismos; otros se muestran excesivamente efusivos en su gratitud; otros nunca reconocen el obsequio, pero se lo llevan a casa, como un hueso, para roerlo en privado.  

Otros tipos de grupo, orientados no interactivamente, hacen un uso explícito y efectivo de las sugerencias y la guía directa. Por ejemplo, los grupos de conducta conformada, grupos de hospitalización parcial (que preparan a los pacientes para una vida autónoma), grupos de habilidades comunicativas, Recovery, Inc., y Alcohólicos Anónimos, ofrecen una cantidad considerable de consejo directo. Un grupo de habilidades comunicativas para pacientes psiquiátricos crónicos presenta unos resultados excelentes con un programa de grupo estructurado que incluye una retroalimentación enfocada, la utilización del vídeo y proyectos de resolución de problemas. Alcohólicos Anónimos hace uso de la orientación y los eslóganes: por ejemplo, se les pide a los pacientes que permanezcan abstemios durante tan sólo las próximas veinticuatro horas: «un día cada vez». Recovery, Inc., enseña a sus miembros cómo observar los síntomas, cómo hacerlos desaparecer y mostrarlos de nuevo, cómo ensayar y dar marcha atrás, cómo aplicar la fuerza de voluntad con efectividad.  

¿Es algún consejo mejor que otros? Los investigadores que estudiaron un grupo de conducta conformada, de varones delincuentes sexuales, observaron no sólo que el consejo era una cosa común, sino que tenía una utilidad diferenciada. La forma - menos efectiva de consejo -era la sugerencia directa; las más efectivas eran las instrucciones más sistemáticas y operativas, o series de sugerencias alternativas sobre cómo lograr una meta deseada.  

 

Altruismo

Hay una vieja historia judía en la que un rabino tuvo una conversación con el Señor sobre el cielo y el infierno. «Te mostraré el infierno», dijo el Señor, y dirigió al rabino hacia una estancia en la que había un grupo de gente famélica y desesperada sentada alrededor de una gran mesa circular. En el centro de la mesa estaba dispuesto un enorme puchero de estofado, más que suficiente para todos ellos. El olor del estofado era delicioso y al rabino se le hizo la boca agua. Aun así, nadie comía. Cada comensal sentado a la mesa esgrimía una larga cuchara, suficientemente larga para alcanzar el puchero y extraer una buena cucharada de estofado, pero demasiado larga para conseguir introducir la comida en la propia boca. El rabino vio que su sufrimiento era realmente terrible e inclinó su cabeza compadecido. «Ahora te mostraré el cielo», dijo el Señor y entraron en otra estancia, idéntica a la primera: la misma gran mesa circular, el mismo enorme puchero de estofado, las mismas cucharas con sus mangos de gran longitud. Aunque había una gran alegría en el ambiente: todos parecían bien nutridos, rechonchos y eufóricos. El rabino no podía entenderlo y recurrió al Señor. «Es sencillo», dijo el Señor, «pero requiere cierta habilidad. Como puedes ver, en esta estancia la gente ha aprendido a alimentarse entre sí.»  

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