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Despatologización de la Disforia de Género

anacsoTrabajo3 de Noviembre de 2022

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UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

 

 

 

CAUSAS SOCIALES 

 

 

Prof. Aixa López

Ana Salas 29.635.434

Aries Rodríguez 28.442.741

Sección 2M



San Diego, abril de 2022.

Despatologización de la disforia de género

El género es un constructo social, nacido de conductas aprendidas y relacionadas estrechamente a factores biológicos que están en la vida de una persona desde el momento que nacen. Podemos definirlo como la forma en que nos sentimos y reconocemos, algunas personas se ven así mismxs de forma masculina, otrxs de forma femenina -y en el caso de algunas personas- no experimentan el género de ninguna de las formas anteriores, bien sea identificándose como una mezcla de ambos polos, un punto medio entre ambos, o incluso con ninguno. Tomando en cuenta esto, el espectro del género por el que una persona se identifique va a influir en la forma en la que esta percibe al mundo, y -debido a los roles género- las formas en las que nos comportamos, nos relacionamos con lxs demás y/o experimentamos atracción. 

Hasta mitades del siglo XX, se veían al género y al sexo biológico como un mismo concepto y que dependían del otro para funcionar. Sin embargo, en 1949 la Antropóloga Cultural, Margaret Mead utilizó el término “género” por primera vez en su libro “Male and Female” para distinguir los comportamientos y roles de género del sexo biológico. Luego en 1955, John Money -psicólogo de la época- propuso utilizar el término para diferenciar el sexo mental del físico, a partir de ese momento se formalizó mejor el uso del término. Gracias a la separación del género y sexo biológico se ha dado visibilización y des-estigmatización a las personas transgénero, las cuales se identifican con un género que no es el asignado al nacer y que no encaja con lo relacionado a su sexo biológico. Las personas trans pueden reconocer esto en cualquier momento de su vida, esto puede ocurrir en la niñez apenas se comienza a aprender las diferencias entre géneros, puede suceder al momento de la pubertad, o incluso, muchas personas simplemente no tienen a su alcance la información adecuada sobre lo que significa ser trans, por lo que pueden estar hasta su vida adulta reconocer que se sienten identificados de forma distinta que su sexo biológico. 

Este sentimiento de discontinuidad entre lo interno y externo en relación a unx mismx se conoce como “Disforia de género”. Todas las personas transgénero experimentan en menor o mayor medida -sin importar el espectro del género en el que se encuentre- alguna forma de disforia de género. Existe un malentendido por parte  de personas cisgénero y transgénero sobre la Disforia de Género, pues muchas veces se cree que se refiere a una disconformidad física con el cuerpo de cada quien. Esta creencia de que la Disforia está centrada únicamente en esta sensación de incomodidad física es algo errado, ya que no es ni siquiera la mayoría de lo que la conforma.

Existen muchas formas en las que se puede experimentar la Disforia, esto dependerá mayormente de las experiencias y percepciones que tengan las personas trans. Las formas más experimentadas de Disforia son: la física, que trata la incomodidad sentida hacia el cuerpo de un individuo debido a las características sexuales que este posee. La disforia social, engloba todas las percepciones que tiene la sociedad sobre unx mismx, la forma en la que se refieren y la forma en la que nos referimos a lxs demás. Por último, la disforia sexual se centra alrededor de la sexualidad, relaciones sexuales, y el acto de tener sexo en sí, donde debido a los roles de género heteronormativos, se han creado expectativas a cumplir por as personas trans (por ejemplo, la expectativa de que personas de género masculino asignadas al nacer deben tener un rol dominante por encima de las personas de género femenino asignado al nacer)

Origen de la Disforia de Género. 

La Disforia de Género ha existido desde cientos de años atrás, evidenciándose en distintas culturas y escritos que hablan sobre la existencia de más de dos géneros y su diferenciación de lo biológico. Por ejemplo, el término “Two Spirit” nacido de las comunidades indígenas de América del Norte para referenciar personas con conductas tanto masculinas como femeninas, lxs “Hijras” provenientes de india, quienes legalmente son reconocidxs como un tercer género. O también, remontándonos al año 1800 aproximadamente, donde Magnus Hirschfield escribía sobre un tercer género y transcisionar entre el sexo y género.

Ahora bien, la historia de la Disforia de Género como término que puede explicar en cierta medida se remonta al año 1948, donde un sexólogo bastante reconocido llamado Alfred Kinsey fue contactado por una madre que mostraba preocupación porque su hija -género masculino asignado al nacer- insistía en que realmente era una niña, y que había algo malo con ella. Al contrario de lo que se podría pensar, la madre quería buscar alguna forma de ayudar a su hija a convertirse en quién ella sabía que era. Para esto, Kinsey contactó con un endocrinólogo llamado Dr. Harry Benjamin para determinar cómo ayudar a la adolescente, elaborando así un protocolo de terapia hormonal de Estrógeno para esta y trabajar en conjunto con la familia para obtener ayuda quirúrgica.

Luego de ese suceso, el Dr. Benjamin aplicó este protocolo de forma gratuita en miles de pacientes que llegaban con los mismos sentimientos de incomodidad hacía su género asignado al nacer, ampliando el entendimiento de aquella condición. Con esto llegamos al año 1973 -casi 30 años después-, donde por primera vez se da nombre a sentimiento de incomodidad o incongruencia, naciendo así el término “Disforia de Género”. Sin embargo, aún quedaría un largo camino antes de que las personas comenzaran a utilizarlo y ver esto desde un punto de vista más humano, en lugar de tratarlo como una enfermedad necesitada de una “cura”

En 1994, la Asociación Americana de Psicología (APA) lanzó a la venta el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” conocido también como “DSM-IV” en donde se introdujo el “Trastorno de la identidad sexual” el cual compila una serie de características y criterios con el fin de intentar “diagnosticar” a las personas trans. Esto fue algo problemático, ya que patologizar la identidad de género y tratarlo como un trastorno mental que se debe ser tratado es sumamente estigmatizante, también utiliza conceptos sexistas, al basarse en estereotipos impuestos por la sociedad sobre cómo deben comportarse las personas y lo que es adecuado, cuando -en realidad- la expresión de género va a depender de las experiencias y gustos de las personas, al igual que no hay una sola forma de ser transgénero. Un ejemplo de estos estereotipos se ve en los criterios para dar un “diagnóstico” en niños, donde se describe que:

“A menudo se usan toallas, delantales, pañuelos de cuello para representar faldas o pelos largos. Existe una atracción fuerte hacia los juegos y los pasatiempos típicos de las niñas. Les gusta especialmente jugar a mamá y papá, dibujar chicas y princesas bonitas, y mirar la televisión o los vídeos de sus ídolos femeninos favoritos. A menudo, sus juguetes son las muñecas (como Barbie), y las niñas constituyen sus compañeros….Evitan los juegos violentos, los deportes competitivos y muestran escaso interés por los coches, camiones u otros juguetes no violentos, pero típicos de los niños” 

y en el caso de las niñas, el DSM-IV describe:

Prefieren la ropa de niño y el pelo corto; a menudo la gente desconocida les confunde con niños, y piden que se les llame por un nombre de niño. Sus héroes de fantasía son muy a menudo personajes masculinos fuertes, como Batman o Superman. Estas niñas prefieren tener a niños como compañeros, con los que practican deporte, juegos violentos y juegos propios para niños. Muestran poco interés por las muñecas o por cualquier tipo de vestido femenino o actividad relacionada con el papel de la mujer. Las niñas que padecen este trastorno rehúsan en ocasiones orinar sentadas en la taza del wáter. Pueden explicar que poseen o que se dejarán crecer un pene y rechazan los pechos o la menstruación. Pueden también asegurar que crecerán para ser un varón.”

No fue sino hasta el año 2013 que la Asociación Americana de Psicología publicó su nueva edición del  “Guía de consulta de los criterios diagnósticos” o “DSM-V”, donde implementaron un cambio significativo para la identidad de género, eliminándola como un trastorno y utilizando en su lugar -por primera vez- el término “Disforia de Género” definiéndolo tanto en adultos y niñxs como “Una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna”

 Sin embargo, a pesar de que a simple vista puede parecer que no se está tratando esta condición de forma patológica, sí se está patologizando en cierto modo. Se continúa estigmatizando y patologizando al afirmar que para ser validadx como persona transgénero, es necesario cumplir con criterios específicos con respecto a la percepción del físico de cada individuo, siendo en realidad que la Disforia de puede experimentar de forma distinta en cada persona, y en aspectos contextuales que también pueden variar (disforia social, sexual, presentacional, etc…).

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