Dolor Y Sufrimiento
mhincapie206 de Noviembre de 2012
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Perspectiva psicofísica del dolor
Sobre este tema la ciencia ha hecho aportes importantes. Aquí solo señalaremos unas pocas consideraciones. El dolor tiene un primer nivel, biológico y físico, donde se manifiesta como reacción a un estímulo sensitivo perjudicial. “El dolor es un daño sentido”. Toda experiencia dolorosa deja un recuerdo importante, no en cuanto dolor propiamente dicho, sino en tanto que experiencia dolorosa. Esa huella no puede interpretarse como algo innato, sino adquirida; y en tanto que adquirida, puede condicionar determinados tipos de actitudes frente a futuras situaciones dolorosas.
La experiencia dolorosa es compleja y más rica que la mera sensación de dolor. Existen diversas estructuras físicas responsables del dolor. La corteza cerebral tendría la función de gobernar no sólo la percepción dolorosa, sino también las actitudes, las disposiciones y ciertos comportamientos. La corteza sería la responsable de los aspectos intencionales, cognitivos, concurrentes en el dolor. En suma, el dolor es una señal al servicio de la vida ante lo que representa una amenaza para la misma.
Naturaleza del dolor
El dolor es un acto de la subjetividad, un sentimiento.
Dice el Aquinate “los hombres son víctimas de muchas deficiencias” porque su fuerza y energía vital son limitadas, todo movimiento vital consume una parte de ellas. San Agustín lo define como un sentimiento que resiste a la división. El dolor corporal intenso, patentiza en nuestra conciencia la unidad substancial de la persona; que se rebela contra su disgregación. Por su parte, Bergson considera al dolor como sensación local impotente. La tendencia a la huida que provoca el estímulo doloroso está enlazada con la imposibilidad de sustraerme a la realidad dolorosa; el dolor rompe la unidad de la persona.
En un segundo nivel, la experiencia dolorosa es mucho más rica que la mera sensación de dolor. Esta última es siempre dolor exterior, causado por un mal que es contrario al cuerpo y percibido por los órganos corporales, mientras que la quiebra y el desgarro íntimo del afligido son dolor interior, o sea sufrimiento. En el sufrimiento o dolor interior, interviene la memoria, la imaginación y la inteligencia.5
Tipos de dolor
Freud distingue tres fuentes principales del dolor: 1. la enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud; 2. las agresiones del mundo exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión; 3. las relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia.
Por su parte, Scheler señala cuatro estratos en la persona: 1.somático, 2.vital, 3. psíquico, 4. espiritual. De acuerdo con estas dimensiones existen cuatro sentimientos fundamentales: sensoriales, corporales y vitales, del Yo y de la persona. El dolor es un sentimiento del primer estrato, sensorial, referido al yo, pero no a la persona. Esa sería la diferencia entre dolor y sufrimiento (cuarto estrato). Y no solo por su intensidad, sino por su duración. El sufrimiento devora todas las perspectivas de futuro, la indeterminación de un horizonte sin dolor, afectando a ese estrato espiritual y produciendo tristeza.
Santo Tomás señala que la apetencia de placer y el anhelo de unidad o amor es causa del dolor, ya que este es un sentimiento que resiste a la división de resistencia de la voluntad y de la sensibilidad a una fuerza de potencia superior, la misma causa dolor, porque si tal fuerza tuviera la potencia suficiente para transformar el impulso de resistencia volitiva o sensitiva.
De acuerdo a los autores señalados existen tres especies principales de dolor: dolor corporal, dolor interior y tristeza. Estos corresponden al cuerpo, alma y espíritu.
Distintas actitudes ante el dolor
Tenemos miedo al sufrimiento y ese mismo miedo es sufrimiento. El temor ante el dolor físico es, con frecuencia, peor que el propio dolor; el miedo ante el sufrimiento es miedo del miedo. El temor ante la muerte no es miedo a estar muerto, sino miedo ante la situación en la que tengo miedo.
Es importante distinguir dolor de sufrimiento. Sufrir es un fenómeno complejo. El dolor físico, el malestar, la sensación de desagrado, no son desde el principio idéntico al sufrimiento. El sufrimiento no se identifica, sin más, con el dolor físico. Ni con cualquier tipo de malestar. Muchas veces, el temor al dolor hace sufrir mucho más que el propio dolor. El sufrimiento, no es un dolor físico o moral, sino un dolor que condena a la pasividad, donde no se puede hacer nada. En el fondo es una situación de impotencia que pide serenidad de aceptación de lo que no se puede cambiar. Hablar del tema sin haber padecido sufrimiento alguno, es lo más parecido a un ciego de nacimiento hablando de los colores. Hay un grado moderado de dolor físico que no se puede denominar sufrimiento, sólo tiene un sentido conocido, una función biológica y se acepta sin objeción A partir de un cierto grado de intensidad, el dolor físico se convierte en sufrimiento; nos condena a la pasividad. No se acierta a integrar una determinada situación dentro de un contexto de sentido; significa tristeza y pasividad o frustración. La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es una pregunta paradójica. Ella misma es expresión de sufrimiento, de ausencia del sentido del actuar. Los amigos de Job, con sus respuestas teóricas, sólo consiguen irritarle. Dios no responde a sus preguntas, sino que le hace callar.
La sociedad moderna silencia la pregunta sobre el sufrimiento, la suprime. Concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del sufrimiento, de manera directa o indirectamente. Existe una actitud que incapacita para soportar el padecer y aumenta con ello el sufrimiento. No se enseña a sufrir, como tampoco se enseña a morir.
En la antigüedad el sufrimiento desarrollaba su rol. Dicha función hacía posible transformar, hasta cierto punto, el sufrimiento en actividad. Ej. el mendigo no es simplemente un fracasado, sino que desempeña un papel. Lo suyo no es sólo aceptar lo que le dan, no es un mero receptor, sino que él tiene algo que dar: el mendigo promete rezar por aquel que le da algo. Por ello, es importante entender que el sufrimiento no es una pura condena a la pasividad.
Interpretaciones del dolor
Son muchas las interpretaciones que se han dado del dolor y del sufrimiento. Recordemos sólo algunas:
a) El budismo considera que para anular el sufrimiento tengo que anular la voluntad. A través de la praxis meditativa debe desaparecer el Yo; de este modo, se desvanece el sufrimiento. Se trata de evitar el sufrimiento y no de plantear la pregunta sobre el sentido, porque el sufrimiento es en sí mismo lo sinsentido.
b) Schopenhauer tiene una interpretación pesimista: “Toda vida es dolor”7 Considera la apetencia al placer como carentes de satisfacción. El placer y la felicidad son vistos como ausencia del dolor. La felicidad existe cuando impedimos el deseo, evitamos enfrentamientos. Hacerse uno con la naturaleza; se trata de un cosmos estático y determinado. La felicidad consiste en disolver la subjetividad. Eliminamos el dolor aniquilando al hombre.
c) Nietzsche encarna la interpretación heroica. Dice que el dolor no tiene la última palabra: “el placer es más profundo aún que el sufrimiento”8 También señala que la causa del dolor es la subjetividad sin correlación real. Pero proclama la superioridad energética de la subjetividad sobre las fuerzas cósmicas. Si el dolor supera ciertos límites se rompe la unidad del yo, produciendo la disolución del ser humano y conduciéndolo a la misantropía y al pesimismo. Afirmando el carácter omnipotente y absoluto del propio querer.
d) La interpretación dialéctica considera que el dolor es un mal y que se debe evitar a toda costa pero a su vez es un mal que resulta necesario para el incremento y la constitución del bien y por ello es en último término un bien.
Sentido humano del sufrimiento
Lo primero que se necesita para sabes qué hacer con el dolor es aceptarlo, como algo que esta ahí, y que tenemos que encarar: es el momento dramático de nuestra existencia. Señala Lewis: “la primera y más humilde operación del dolor destroza la ilusión de que todo marcha bien”9 Nos pone en situación dramática y eso requiere un modo de expresión. Sin embargo:”el que se sobrepone a su dolor, sube más alto” (Holderlin). Quien acepta esa situación convierte el hecho doloroso en una tarea: la de reorganizar la propia vida contando con esa dramática verdad que se ha hecho presente. Así, “La enfermedad me es dada como una tarea; me encuentro con la responsabilidad de lo que voy a hacer con ella”10 El dolor “es el banco de pruebas de la existencia humana, el fuego de la fragua donde, como los buenos aceros, el hombre se ennoblece y se templa. Y, sin embargo, para los hombres frágiles y pusilánimes, el dolor puede ser ocasión del desmoronamiento definitivo.11 Cuando sufro una enfermedad, un ultraje o una desgracia no somos libres de sufrirlos o no, vienen impuestos, pero podemos adoptar ante ellos una actitud positiva o negativa, de aceptación o rechazo. En esa libertad radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor.12 Sufrir, cuando se transforma en actitud de aceptación es algo que nos hace más libres, por eso, captamos las cosas esenciales; es crecer y madurar. El verdadero resultado del sufrimiento es un proceso de maduración; elevación o purificación. Se comprende con luces nuevas, la distinción entre lo verdaderamente importante y lo que no lo es. Yepes dice: “el dolor realiza en nosotros una catarsis, una purificación, no solo corporal, sino espiritual; nos hace menos dependiente de nuestro capricho”13.
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