ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL MÉTODO CLÍNICO EN PIAGET.

beticorodriTesis23 de Marzo de 2015

5.510 Palabras (23 Páginas)548 Visitas

Página 1 de 23

EL MÉTODO CLÍNICO EN PIAGET.

1. Planteamiento del problema.

El problema que nos proponemos estudiar es, no sólo uno de los más

importantes, sino también uno de los más difíciles de la psicología del niño:

¿Qué representaciones del mundo se dan espontáneamente en los niños en el

transcurso de las diferentes etapas de su desarrollo intelectual? Este problema

se presenta bajo dos aspectos esenciales. Por una parte, el problema de la

modalidad del pensamiento infantil. ¿Cuáles son los planos de realidad en que

se mueve este pensamiento? O, en otras palabras: ¿cree el niño, como

nosotros en un mundo real y distingue esta creencia de las diversas ficciones

de su juego o de su imaginación? ¿En que medida distingue el niño el mundo

exterior de un mundo interno o subjetivo y que separaciones establece entre el

yo y la realidad objetiva? Todas estas incógnitas constituyen un primer

problema: el de la realidad en el niño.

A él está ligado un segundo problema fundamental: la explicación en el niño.

¿Qué empleo hace el niño de las nociones de causa y de ley? ¿Cuál es la

estructura de la causalidad infantil? Se ha estudiado la explicación en los

primitivos, la explicación en las ciencias, los diversos tipos de explicaciones

filosóficas. ¿Nos ofrecerá el niño un tipo original de explicación? He ahí otras

tantas preguntas que constituyen un segundo problema: el de la causalidad

infantil. De la realidad y de la causalidad en el niño vamos a tratar en este

libro, así como en una obra posterior la causalidad física en el niño (Piaget

1927) 2. desde el primer momento vemos que estos problemas son distintos

de los que hemos estudiado en dos volúmenes precedentes (Piaget, * 1923 y

*1924). Mientras en estos nos propusimos el análisis de la forma y del

funcionamiento del pensamiento infantil, abordamos ahora el análisis de su

contenido. Ambas cuestiones tienen muchos puntos de contacto, pero pueden

distinguirse sin demasiada arbitrariedad. Ahora bien, la forma y el

funcionamiento del pensamiento se manifiestan cada vez que el niño se pone

en relación con sus compañeros o con el adulto: es una forma de

comportamiento social que puede observarse desde el exterior. El contenido

por el contrario, se descubre o no, según los niños y según los objetos de

representación. Es un sistema de creencias íntimas. Es, sobre todo, un sistema

de tendencias, de orientaciones de espíritu, de las cuales el propio niño nunca

ha tenido conciencia y nunca ha hablado.

Por estas razones es no sólo útil, sino indispensable, que nos pongamos de

acuerdo, ante todo, acerca de los métodos que pensamos emplear para el

estudio de las creencias infantiles. Para juzgar la lógica de los niños basta, con

frecuencia, charlar con ellos. Basta también observarlos entre ellos. Para

juzgar sus creencias es necesario un método especial que confesamos desde

el primer momento es difícil y laborioso, y que necesita un golpe de vista que

supone, tumbrados a la clínica comprenderán inmediatamente por que. En

efecto, para apreciar en su justo valor una determinada expresión de un niño

es preciso tomar minuciosas precauciones. De estas precauciones querríamos

decir unas palabras, porque, de ignorarlas, el lector coque siguen y existiría,

sobre todo, el peligro de desnaturalizar las experiencias que hemos realizado,

si se decide, como esperamos, a continuarlas y a comprobarlas por si mismo.

2. El método de los “tests”, la observación pura y el método clínico.

2.1. Los “tests”.

El primer método que se ha tratado de emplear para resolver el problema que

nos ocupa es el de los tests, que consiste en someter al niño a pruebas

organizadas de tal modo que satisfagan las dos condiciones siguientes: por una

parte, la pregunta es idéntica para todos los sujetos y se plantea siempre en

las mismas condiciones, por otra, las respuestas dadas por los sujetos son

referidas a un baremo o a una escala que permite compararlas cualitativa o

cuantitativamente. Las ventajas de este método son indiscutibles para el

diagnóstico individual de los niños. Y en psicología general las estadísticas

obtenidas proporcionan con frecuencia informaciones de utilidad. Pero, con

respecto a los problemas que nos ocupan, se pueden reprochar a los tests dos

inconvenientes notables. En primer término, no permiten un análisis suficientes

de los resultados obtenidos operando siempre en condiciones idénticas, se

obtienen resultados brutos, interesantes para la práctica pero con frecuencia

inutilizables para la teoría por faltadle contexto necesario. Pero esto no es más

que una parte, porque se puede pensar que a fuerza de ingenio se logre variar

los tests hasta descubrir todos los componentes de una actitud psicológica

dada. El defecto esencial del test, en las investigaciones que nos ocupan,

estriba en que falsea la orientación espiritual del niño a quien se interroga, o,

por lo menos, tiene el peligro de falsearla. Si nos proponemos, por ejemplo,

averiguar como concibe el niño el movimiento de los astros, y planteamos la

pregunta: “¿Qué es lo que hace avanzar al sol?”, el niño responderá, por

ejemplo: “Dios lo empuja” o “el viento lo empuja”, etc. Se obtendrá resultados

que no debemos desconocer, aun siendo debidos a la fabulación, es decir, a la

tendencia que tienen los niños a inventar mitos cuando se encuentran

perplejos por una pregunta determinada. Pero, aunque sometiéramos a los

tests a niños de todas las edades, no habríamos avanzado nada, porque puede

ocurrir que el niño no se haya planteado nunca la pregunta de la misma

manera, e incluso que no se la haya planteado de ningún modo. Puede ocurrir

muy bien que el niño conciba el sol como un ser vivo que, por supuesto, se

mueve. Al preguntar “¿Quién hace avanzar el sol?” se sugiere súbitamente la

idea de una obra exterior, y se provoca el mito. Al preguntar ¿Cómo avanza el

sol?”Se sugiere, quizá al contrario una preocupación por el “como”, que

tampoco existía, y se provocan otros mitos: “el sol avanza soplando”, “con el

calor”, “rueda”, etc. El único modo de evitar estas dificultades consiste en

variar las preguntas, en hacer contra-sugerencias, en una palabra, en

renunciar a todo cuestionamiento fijo.

Ocurre lo mismo en patología mental. Un demente precoz puede tener una

lucidez o una reminiscencia suficiente para decir quien es su padre aunque

crea habitualmente que procede de una cepa más ilustre. Pero verdadero

problema estriba en saber como se planteaba el problema en su espíritu, y si

se planteaba. El arte del clínico consiste, no en hacer contestar, sino en hacer

hablar libremente y en descubrir las tendencias espontáneas, en vez de

canalizarlas y ponerles diques. Consiste en situar todo síntoma en un contexto

mental, en lugar de hacer abstracción de ese contexto.

En resumen, el test es útil desde numerosos puntos de vista, pero para

nuestro propósito, tiene el peligro de falsear las perspectivas desviando la

orientación de espíritu del niño. Tiene el peligro de pasar por alto los

problemas esenciales, los intereses espontáneos y las actuaciones primitivas.

2.2. La observación pura.

Recurramos pues, a la observación pura. Toda investigación sobre el

pensamiento del niño debe partir de la observación y volver a ella para

comprobar las experiencias que esta observación haya podido inspirar. Ahora

bien, en lo que concierne a los problemas que plantearemos en nuestra

investigación, la observación nos ofrece una fuente de documentación de

primera importancia: el estudio de las preguntas espontáneas de los niños. El

examen detallado del contenido de las preguntas revela los intereses de los

niños en las diferentes edades y nos indica numerosos problemas que el niño

se plantea, en los cuales nunca habríamos pensado o no habríamos planteado

nunca en los mismos términos. El estudio de las formas mismas de las

preguntas, muestra, sobre todo, cuáles son las soluciones implícitas que se

dan los niños, porque casi toda pregunta contiene su solución por la manera en

que es planteada. Así, cuando un niño pregunta: “¿Quién hace el sol?, parece

claro que concibe el sol como debido a una actividad fabricante. O también,

cuando un niño pregunta porqué hay dos Saléve 3, uno grande y uno pequeño,

mientras que no hay dos Cervino, parece concebir las montañas como

dispuestas conforme a unos planes que excluyen todo azar.

Henos aquí, pues, dispuestos a exponer una primera regla de nuestro método.

Cuando se emprende una investigación sobre ese grupo de explicaciones dadas

por los niños, es importante para dirigir la investigación, partir de algunas

preguntas espontáneas formuladas por niños de la misma edad o más jóvenes

y aplicar la forma misma de estas preguntas a las que nos proponemos

plantear a los niños que

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (38 Kb)
Leer 22 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com