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EPIDEMIOLOGÍA EN SALUD MENTAL


Enviado por   •  7 de Junio de 2020  •  Trabajos  •  2.142 Palabras (9 Páginas)  •  241 Visitas

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EPIDEMIOLOGÍA EN SALUD MENTAL

Silvia Polti

Especificidad de la epidemiología en salud mental

    La epidemiología es una rama de la salud pública que tiene como propósito describir y explicar la dinámica de la salud poblacional. Implica un enfoque multidisciplinario, al que aportan disciplinas tales como biología, ciencias médicas, psicología, sociología, estadística, etc. Dentro de ese enfoque cada disciplina tiene a su vez una especificidad. ¿Cómo pensar en lo específico del campo de la salud mental, y de la psicología en particular, en lo que respecta a lo epidemiológico?

    Al aludir al campo de la salud mental, retomamos la concepción de  Alicia Stolkiner. Ella plantea que Salud Mental “no es un tipo particular de salud, diferenciada de la salud del organismo, sino un campo delimitado de prácticas” (Stolkiner, 1987). En acuerdo con esta autora, consideramos que es fundamental superar las visiones dualistas (cuerpo-mente) y pensar  a la salud como integral, en relación a una subjetividad que no es disociable de lo biológico ni de lo social.

    Las prácticas que realizamos como psicólogos en este campo de la salud mental, están atravesadas, lo sepamos o no, por concepciones epidemiológicas. Si dicha práctica se sostiene en diagnósticos basados en clasificaciones, no podemos desconocer los fundamentos de las mismas. Por ejemplo: si se dice que a nivel poblacional hay un creciente número de niños con trastornos por déficit atencional, esto parte de una concepción de salud, propia de un enfoque psiquiátrico que se plasma en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V).  

   Esa clasificación no es inocente e inocua. Como lo afirma Ana Cecilia Augsburger “la forma como se clasifican los eventos tiene una implicación fundamental sobre el modo como se representan y se interviene sobre ellos” (Augsburger, 2002). El DSM refleja la influencia en el campo de la salud mental de una concepción en la que confluyen dos corrientes.

   Por un lado, una hegemonía discursiva, entendida por Marc Angenot como “conjunto de normas e imposiciones… que indican los temas aceptables y la manera de tratarlos e instituyen la jerarquía de las legitimidades” (Angenot, 2010). Esa hegemonía se corresponde en salud pública con lo que Eduardo Menéndez denomina modelo médico hegemónico (Menéndez, 1992). Este modelo está representado en el campo de la salud mental por la psiquiatría positivista.

   Por otra parte, incide la tendencia del capitalismo como concepción de la vida centrada en el consumo, con una influencia particular en el enfoque epidemiológico de lo que se suele denominar la industria de la salud.

    En su texto “Medicalización de la vida, sufrimiento subjetivo y prácticas en salud mental”, Alicia Stolkiner menciona, entre los efectos de la hegemonía discursiva, a la creación de enfermedades, definiéndola de este modo: “Se aísla un problema, se lo nomina como enfermedad, se lo reduce a su dimensión individual biológica, se ofrece respuesta preferentemente medicamentosa” (Stolkiner, 2013). El ejemplo mencionado del diagnóstico de trastornos por déficit atencional, entre otros diagnósticos que se indican para los niños  (trastorno de oposición desafiante, trastorno generalizado del desarrollo, déficit de atención con hiperactividad, etc.), corresponden a esta modalidad que hace de un problema o malestar, un síndrome que se aborda desde un enfoque biologista. En el criterio de enfermedad, supuestamente objetivo, de esta perspectiva nosográfica, queda ausente la dimensión subjetiva de quien la padece.  

    Analizar críticamente el biologismo de la perspectiva objetivista no significa oponerse al saber médico. Se trata de subrayar la importancia de lo que muchas veces ese enfoque deja de lado: lo subjetivo, lo social, la cultura, y la prevención como concepción fundamental en salud pública. Se trata también de delimitar especificidades y subrayar que el eje de nuestro enfoque en el campo de la salud mental está en relación al sujeto. A la vez es importante diferenciar lo que es la ciencia como producto humano no subordinado al poder o la ganancia, de la utilización del conocimiento con fines espurios, provenientes de la mercantilización de la salud.

El sufrimiento subjetivo como categoría epidemiológica

    Los elementos que Augsburger plantea para delimitar lo que sería una concepción epidemiológica en salud mental son los siguientes:

  • El reconocimiento de un objeto de estudio lógicamente construido.
  • El reconocimiento del carácter subjetivo de los procesos salud-enfermedad mental.
  • El reconocimiento de su condición de objeto social e históricamente determinado.

    Desde esta perspectiva, acordamos con su propuesta de tomar al sufrimiento psíquico como categoría clave en una epidemiología en salud mental. Utilizar la concepción de sufrimiento psíquico en lugar de la de enfermedad mental no es un simple cambio de palabras. Avalan este cambio de enfoque diversas razones, entre las cuales destacamos: los efectos nocivos del objetivismo que excluye la subjetividad, el sesgo del razonamiento causal al soslayar la incidencia de lo social, la insuficiencia de los tratamientos centrados en lo biológico, las consecuencias negativas de la división sano-enfermo.

    Considerar al sufrimiento psíquico como categoría clave implica una concepción de la subjetividad como resultado de procesos dinámicos, complejos, cuya expresión es algo a escuchar e interrogar, en tanto somos seres simbólicos. Es además congruente con la noción psicoanalítica de síntoma, como formación de lo inconsciente, ya que el sufrimiento psíquico tiene una etiología en gran parte basada en procesos inconscientes singulares. En este sentido, como plantea Emiliano Galende, “el psicoanálisis mantiene su valor transformador en la apertura del síntoma, en la no respuesta directa a las demandas, que recibe, en la cualidad interrogativa de su escucha” (Galende, 1990).  Es decir, el malestar, el sufrimiento, el síntoma, son categorías conceptuales que consideramos como puntos de partida para abrir a la interrogación sobre la dimensión subjetiva en juego, y no simplemente como expresiones a evitar o eliminar.

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