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El Beso De Lilith


Enviado por   •  6 de Junio de 2014  •  1.260 Palabras (6 Páginas)  •  417 Visitas

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EL BESO DE LILITH

Por: Hugo Harrell

Beso negro, anilingus, rimming, estimulación lingu-anal o beso de Lilith, cualquiera que sea el término que la gente prefiera aplicar, hablar acerca de cualquier actividad, práctica o conducta en la que esté relacionado el ano humano, hará brincar a los conservadores más intensos y ortodoxos.

Ya de por sí, hablar de sexualidad sigue siendo tema de controversia y del “despertar” de las más diversas pasiones; hablar de estimulación anal, en la forma que sea, siempre resulta ser un tema, que las personas prefieren evitar a toda costa en la sobremesa del domingo. Sin embargo, cuando es un motivo constante de consulta, es preferible comenzar a hablar de esta práctica tan común y de la cual hay tan poca información –fiable- disponible.

La estimulación anal requiere en principio, como cualquier tópico del universo sexual, ser observada desde varios puntos de vista.

Recuerdo con claridad fotográfica, una alumna que tuve en un singular poblado del sur de Sonora, cuando con una expresión de terror, se me acerca con una mezcla aterrante de vergüenza y pánico en su rostro (pero sin tener opción de elegir a quien más comentarlo) una adolescente con una guerra “fisicoideomoralespiritualoide” para preguntarme si yo –como especialista es sexualidad- creía que si alguien que había practicado el sexo anal, se iría al infierno, como lo acababa de escuchar directamente de la boca de sus padres.

A veces, lo más complicado de esta labor es tratar, a toda costa, de no reflejar ninguna expresión en la cara con este tipo de cuestionamientos, y no se trata de que motive hilaridad, sino que al final de cuentas, incluso la ternura que nace de una pregunta con tanta carga de inocencia (e ignorancia) puede fuertemente provocar. Así que con toda la tensión en cada musculo de mi rostro, inhalé hondamente y le comenté que no; que definitivamente, no sólo no creía que esas personas se fueran al infierno, sino de que –además- estaba absolutamente seguro que eso no pasaría; y no por entrar en discusión acerca del dogma religioso, sino con la experiencia y convicción de que si así fuere, el infierno tendría una comunidad mayor a Rio de Janeiro, Hong Kong, la Ciudad de México, Ciudad Neza y el Coloso en Acapulco juntas por lo usual de su práctica desde el principio de los tiempos. (obvio me quedé corto en calcular la cantidad de practicantes eh, pero eso fue lo que se me ocurrió ejemplificarle en el momento).

Mi respuesta cortó su expresión en un segundo. Se quedó muda, tratando de comprender, por qué sus padres, en los que confiaba infinitamente por sus “amplios conocimientos” en sexualidad, podrían estar tan equivocados y tratando de asimilar que al final de cuentas lo que –evidentemente- ella había practicado con su novio pensando que serían los únicos en el mundo, al emular las perversas, pero deliciosas, prácticas de lo que algunos pasajes de la revista “Alerta” de la antigüedad y que el Sr. Gutenberg tuvo a bien imprimir hace 559 años describía con tanta delicadeza.

En efecto; el sexo anal, al igual que todas sus variantes, entre ellas la estimulación lingu-anal, son tan antiguas o más, que el miedo a que el dios del volcán escupa fuego a su desobediente pueblo. Existen grabados sumerios y mesopotámicos que nos demuestran esta afirmación.

Sin embargo, con toda la historia que el sexo anal o el beso de Lilith tienen sobre la tierra, una de las ideas más equivocadas de esta práctica es creer que socialmente se le debe relacionar única y exclusivamente a la población homosexual; lo cual es idéntico a la descripción del conocimiento en sexualidad de los padres de mi alumna, es decir, ABSURDO.

Ésta arraigada creencia,

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