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El Cerebro Emocional

luluramirez22 de Abril de 2014

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GOLEMAN, Daniel. La Inteligencia emocional. Vergara. 54° reimpresión, Septiembre 2012. P.13-31.

Adentrarse al mundo del intelecto y el desarrollo cerebral para comprender los comportamientos humanos no resulta del todo sencillo, primero por la poca investigación de las temáticas al respecto y luego por la poca importancia que se ha dado al desarrollo emocional en el entendimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje y comportamiento de los seres humanos.

El enfoque tradicional hace énfasis a la casi única utilización de los test de medición de inteligencia o coeficiente intelectual y a partir de los resultados obtenidos en los mismos, nos hace escalas de valoración e incluso nos dice la posibilidad de éxito que un sujeto puede tener no sólo en su carrera académica, sino también en su vida profesional y personal a modo de forma inequívoca.

La vida académica de casi todas las instituciones del mundo (incluido, México, por supuesto), se centró primordialmente en la dotación y almacenaje de conocimientos por parte de los sujetos que asistían a recibir instrucción, dando énfasis a la memorización o aprendizaje mecánico. Al formar a éstos sujetos, se nos olvidó la escala emocional y la influencia que las emociones podrían tener para la disposición o aprendizaje de determinados contenidos; por lo que la inteligencia emocional o los distintos tipos de inteligencia que un sujeto podía tener o desarrollar, no formaban parte de lo que se aprendía en la escuela o era fundamental para la misma.

Los sentimientos, el autocontrol, el dominio, la motivación y la disposición para hacer y aprender algo, se dejaron de lado considerando que no eran asuntos de importancia para el aprendizaje académico. Separamos entonces, lo académico de lo emocional y construimos entornos fríos, donde lo importante era saber algo, aunque no entendiéramos por qué o para qué y no pudiéramos relacionar a la escuela con nuestro entorno cotidiano.

La ciencia se volvió algo objetivo desprovisto de sentido emocional. Olvidamos entonces, que el sujeto tiene capacidad cerebral y que el manejo adecuado de las emociones permite un mejor aprendizaje, por lo que entender el funcionamiento de las mismas puede ayudar al sujeto a tener autocontrol, ser autogestivo y darse cuenta de su propio avance y aprendizaje. Cuando un sujeto se encuentra motivado y emocionalmente equilibrado, es más competente y tiene mayor posibilidad de resolver conflictos no sólo académicos, sino también de su entorno de desarrollo social.

Los sentimientos profundos, pasiones y anhelos permiten dar razón a nuestra existencia. Su conocimiento y utilización pueden ayudarnos a desarrollar habilidades que nos permitan resolver más efectivamente cualquier situación y tener iniciativa para crear, innovar y mejorar cualquier proceso, independientemente de la cantidad de conocimiento académico que poseamos. Tal como lo dice Goleman: “Una visión (…) que pasa por alto el poder de las emociones es (…) miope” ya que “la inteligencia puede no tener la menor importancia cuando dominan las emociones”.

En tal sentido, resulta importante que identifiquemos las reacciones de nuestro cuerpo ante las distintas emociones, ya que cada emoción está preparando al sujeto a una determinada respuesta. En ocasiones, las respuestas son más instintivas que racionales debido al funcionamiento del cerebro, ya que la evolución del mismo ha sido demasiado lenta. Muchas de las reacciones o respuestas están moldeadas por la cultura o por el instinto de supervivencia, por lo que resulta indispensable aprender a reconocerlas y actuar sobre ellas para mejorar nuestra “inteligencia emocional”.

Goleman, habla de que los sujetos tenemos dos cerebros, uno de tipo racional y otro emocional. El cerebro racional nos ayuda a la comprensión de la conciencia, la reflexión, el análisis y la meditación, mientras

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