EL CEREBRO EMOCIONAL

EL CEREBRO EMOCIONAL

¿Para qué sirven las emociones?

Nuestros sentimientos, nuestras aspiraciones y nuestros anhelos mas profundos constituyen un punto de referencia ineludible y la existencia de nuestra especie se debe a una decisiva influencia de las emociones en los asuntos humanos. El poder de las emociones nos puede llevar a sacrificios irracionales, que vistos desde el corazón son la única opción que tenemos. Las emociones nos permiten afrontar situaciones difíciles, como lo es alguna perdida o alguna situación de riesgo, esto para no dejar ser resueltas exclusivamente por el intelecto. En este sentido nuestras emociones tienen un extraordinario valor de supervivencia y esta importancia se ve confirmada por la integración con nuestro sistema nervioso.

Todos sabemos que por experiencia propia que nuestras decisiones y nuestras acciones dependen a veces más de nuestros sentimientos y para bien o para mal en aquellos momentos que nos vemos arrasados por las emociones, nuestra inteligencia se ve francamente desbordada.

Todas las emociones son, en escancia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución. La misma raíz etimológica de la palabra emoción proviene del verbo latín “moveré” más el prefijo “e”, significando algo asi como “movimiento hacia” y surgiendo, de ese modo, que en toda emoción hay implícita una tendencia de acción.

La aparición de nuevos métodos para profundizar en el estudio del cuerpo y del cerebro confirman cada vez con mayor detalle la forma en que cada emoción predispone al cuerpo aun tipo diferente de respuesta como lo son:

El enojo aumenta el flujo sanguíneo, también aumenta el ritmo cardiaco y da la energía necesaria para cometer acciones vigorosas. El miedo retira la sangre del rostro generando una palidez y sensación de quedarse frío y fluye la musculatura esquelética favoreciendo la huida. En el caso de la felicidad se ve un aumento en la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos, al mismo tiempo aumenta el caudal de energía disponible. El amor, los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático, la cual engloba un conjunto de reacciones que implican todo el cuerpo y que dan lugar a un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia.  

Todos tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos forman fundamentales de conocimiento que interactúan para construir nuestra vida mental. Una de ellas es la mente racional, la modalidad de comprensión, de ser consientes, mas capaz de ponderar y reflexionar. El otro tipo es más impulsivo y más poderoso, aunque a veces ilógico, es la mente emocional.

La mayor parte del tiempo, estas dos mentes operan en estrecha colaboración entrelazando sus distintas formas de conocimiento para guiarnos adecuadamente a través del mundo. En muchísimas ocasiones estas dos mentes están muy coordinadas porque los sentimientos son esenciales para el pensamiento. Pero cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra la mente racional.

Anatomía de un secuestro emocional

Las explosiones emocionales constituyen una especie de secuestro neuronal. Según la evidencia, en algunos momentos un centro del sistema límbico declara el estado de urgencia y recluta todos los recursos del cerebro para llevar a cabo su impostergable tarea. Este secuestro tiene un lugar inminente y desencadena una reacción decisiva antes que el cerebro pensante tenga siquiera la posibilidad de darse cuenta plenamente de lo que esta ocurriendo y mucho menos todavía de decidir si se trata de una respuesta adecuada. Una característica es que después del secuestro y pasado el momento critico el sujeto no sabe lo que acaba de ocurrir. Esto es algo que nos sucede con cierta frecuencia, los secuestros límbicos pueden ser o nos ser peligrosos, por ejemplo, un ataque de risa o una agresión física a otra persona.

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