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El Poder De Las Pandillas


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  6.355 Palabras (26 Páginas)  •  425 Visitas

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EL PODER DE LAS PANDILLAS (ENSAYO)

Por GRACIELA ALVIRDE PÉREZ

Investigadora en la carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la UNIVA, conductora y productora en Notisistema, Ondas de Alegría y Radio Metrópoli, coautora del libro Sintonizando el Pasado, Presente y Futuro de la Radio, editado por la UNIVA.

y

JORGE DEL POZO MARX

Docente de las materias Radio y Taller de Radio, Coordinador de Vinculación del Departamento de Comunicación-UNIVA, colaborador del diario Público, integrante del comité de programación de la emisora Factor 91, consultor de Red Radio Universidad de Guadalajara; integrante del Consejo Editorial de la Revista UNIVA, miembro del Comité para el Análisis de la Realidad de la UNIVA, miembro del Comité de Medios UNIVA; coautor del libro Sintonizando el Pasado, Presente y Futuro de la Radio, editado por la UNIVA.

Resumen

El Poder de las Pandillas. Las pandillas son un fenómeno social y cultural que en forma paulatina ha adquirido preponderancia en nuestro entorno. Es uno de los principales grilletes que impiden el desarrollo pleno de una buena parte de la juventud, de su futuro. Las perspectivas no son nada halagüeñas. Este cáncer crece sin cesar y se alimenta de los seres más vulnerables: los hijos de las familias humildes.

Se ha hablado mucho de las pandillas, y más cuando éstas contribuyen a mantener una imagen de anarquía y violencia. En este ensayo los autores presentan algunas maneras explicando el origen, desarrollo y características de los movimientos de las pandillas en el estado, el país, en el mundo.

Afirman los autores que a la sociedad le llega mucha información sobre la situación de las pandillas, principalmente por conducto de los medios de comunicación masiva, como son las películas extranjeras en cine y televisión, relacionando las pandillas con la violencia, las drogas, el sexo, la música estridente, la vestimenta estrafalaria, las actitudes extremas, etcétera.

El escenario es lo de menos, el nombre del lugar, también. A lo lejos se escuchan los ladridos de los perros rasgando el silencio nocturno en un barrio latino. Un destartalado auto se acerca a una humilde vivienda –como todas las demás-, pero en la que hay una ruidosa fiesta. Muchachos y muchachas entran y salen de esa casa. De pronto el auto se enfila hacia la puerta, han salido los esperados sujetos y se suelta la balacera, los fogonazos iluminan la oscuridad y se aprecian las caras asustadas de los que reciben las ojivas de metal caliente incrustándose en sus cuerpos. Cinco, diez, trece segundos dura el desequilibrado envío de mensajes de muerte. Gritos de pavor cubren el rechinido de las llantas del auto que se aleja, raudo y se pierde en la oscuridad. Silencio.

El sangriento ritual de ataque y venganza se ha cumplido una vez más. La muerte ha vuelto a ganar un juego absurdo y cruel que ocupa a decenas de miles de jóvenes hispanos en Estados Unidos de Norteamérica y el resto del continente. Tragedias violentas como la descrita no son nada extrañas en las comunidades hispanas de varios países, incluyendo México.

El Poder de las Pandillas. El cáncer de las pandillas. Es uno de los grilletes que impiden el desarrollo pleno de una buena parte de la juventud, de su futuro. Las perspectivas no son nada halagüeñas. Este cáncer crece sin cesar y se alimenta de los seres más vulnerables: los hijos de las familias humildes.

Se ha hablado mucho de las pandillas, y más cuando éstas contribuyen a mantener una imagen de anarquía y violencia, ¿pero de qué manera se cataloga a los movimientos de las pandillas en el estado, el país, el mundo?

Nos llega mucha información sobre la situación de las pandillas, principalmente por conducto de los medios de comunicación masiva, como son las películas extranjeras en cine y televisión, relacionando las pandillas con la violencia, las drogas, el sexo, la música estridente, la vestimenta estrafalaria, las actitudes extremas, etcétera.

Nos muestran una cara maligna sobre los conocidos como chavos banda, y como siempre la tendencia de los seres humanos ha sido imitar, actividad muy bien lograda por los mexicanos, quienes influidos por la ola de la globalización y de pretender ser parte del grupo de países del primer mundo, se esfuerzan por imitar a los chavos norteamericanos, las actitudes pretenden ser iguales, pero las diferencias culturales hacen que éstos se conviertan en una anormalidad, lo que hace mucho más difícil conocer a fondo las pandillas de nuestro entorno.

En EUA, donde es tan común llevar estadísticas y realizar investigaciones de todo tipo, se estima que el 58% de las entidades sondeadas registran la existencia de pandillas. En todo Estados Unidos hay más de 23,000 pandillas con un total de casi 665,000 miembros, que cometen al menos 600,000 crímenes cada año.

Este ritual de violencia y muerte que estos jóvenes practican tiene devastadoras consecuencias para las comunidades que la padecen. Sólo en el condado de Los Ángeles (considerado por los estudiosos como “La Capital Mundial de las Pandillas”), los pandilleros son responsables del 40% de los asesinatos, un aumento del 100% desde hace una década.

Esta cultura del crimen tiene, en muchos casos, profundas raíces. En el sur de California algunas pandillas tienen hasta 100 años de existencia. La razón fundamental de este éxito y permanencia es que las pandillas tienen a su disposición un interminable suministro de aspirantes: niños pobres que crecen en ambientes sórdidos y para quienes la violencia es parte de su vida familiar.

Por ejemplo, la policía ha identificado a 40 pandillas activas en Chicago, de todas las razas y grupos étnicos, compuestas por 600 facciones y con unos 68,000 miembros documentados. El Departamento de Policía de Chicago ha expandido últimamente sus esfuerzos para combatir a las pandillas, con nuevas técnicas que buscan reducir su influencia y violencia mortal. Inclusive, cuentan con cinco equipos estratégicos que funcionan en la ciudad, están conformados no sólo por policías, sino además por fiscales y agentes federales que representan a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y al Departamento Antidroga (DEA).

Esta atmósfera de miedo e incertidumbre convierte a las pandillas en un espejismo de seguridad. El pandillero promedio comienza a frecuentar estos grupos a los 13 años. Un año más tarde ya es miembro de la pandilla y al poco tiempo ha sido arrestado por primera vez. A

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