El concepto de terapia familiar
YURI86Monografía14 de Abril de 2013
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Coparticipación.- Coparticipar con una familia es más una actitud que una técnica y
constituye la cobertura bajo la cual se producen todas las interacciones terapéuticas.
Coparticipar con una familia es hacer saber a sus miembros que el terapeuta los
comprende y trabaja con ellos y para ellos. Sólo con esta protección puede la familia
sentirse segura para ensayar alternativas, intentar lo no habitual, y cambiar. Esa
participación es lo que mantiene unido al sistema terapéutico.
En teoría, la familia y el terapeuta comienzan la terapia con las mismas metas. La
presencia de la familia es un reconocimiento de que sus miembros desean asistencia y
de que invitan al terapeuta, un especialista a introducirse en su sistema y ayudarlos a
modificar una situación que sustenta o produce tensión, malestar o sufrimiento. Pero en
la práctica, es posible y frecuente, que los miembros de la familia y el terapeuta no
entiendan de la misma manera la localización del sufrimiento, su causa y el proceso de
la curación. Para el terapeuta, el paciente individualizado es solo portador del síntoma,
la causa del problema son las interacciones disfuncionales de la familia. La familia
aceptará al terapeuta como líder; pero, tendrá que ganarse su derecho a conducir, será
llevado y traído por las demandas implícitas que organizan la conducta de los miembros
de la familia. Se sentirá inclinado a hacer alianzas, pero debe tener la aptitud para
separarse y tornar a reunirse en un modo diferenciado y aquí es donde se presenta el
problema.
Introducción a la Sistémica y Terapia Familiar
Terapia Estructural 5
Posición de cercanía.-El terapeuta valida la realidad de los sistemas en que coparticipa.
Busca los aspectos positivos y se empeña en reconocerlos y premiarlos. También
detecta sectores de sufrimiento, dificultad o de tensión y da a entender que no pretende
evitarlos, pero que responderá a ellos con delicadeza.
El terapeuta puede llegar a confirmar a miembros de la familia que le disgustan, las
personas que acuden a terapia se desempeñan lo mejor que pueden. Cuando el terapeuta
confirma los aspectos positivos de las personas, se convierte en fuente de autoestima
para los miembros de la familia. Por otra parte, incrementa su capacidad de maniobra
instituyéndose en fuente de la autoestima y el estatus de la familia. De este modo
también reúne el poder de retirar su aprobación si los clientes no responden a sus
orientaciones.
Posición intermedia.- El terapeuta coparticipa como un oyente activo, neutral. Asiste a
la gente para que cuente lo que le pasa. Esta modalidad de coparticipación se llama
“rastreo”, es un buen método para recopilar datos. El terapeuta puede recoger
información útil sobre la familia observando el modo en que él mismo rastrea el proceso
familiar. No interpretará sus acciones frente a la familia, por que hacerlo definiría su
papel como el de un extraño, ajeno a la familia. Pero al mismo tiempo tomará nota de
ellas para sí, como medio de evitar ser absorbido y una manera de compenetrarse con la
estructura que gobierna la conducta de los miembros del sistema.
Posición distante.- En este caso se apoya en su condición de especialista para crear
contextos terapéuticos que procuran a los miembros de la familia el sentimiento de ser
competentes o la esperanza del cambio. No hace el papel de actor sino de director.
Percibe las pautas de la “danza familiar” y entonces dispone de secuencias de
interacción; así promueve la escenificación de movimientos habituales o introduce
novedades forzando
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