Ensayo : ¿Qué hacer con los padres difíciles?
kary CoronaEnsayo22 de Marzo de 2025
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ALUMNO:
CORONA GÓMEZ KARINA LIZBETH
NÚMERO DE LISTA: 04 GRUPO: 2
SEDE:
UMAE HP Dr. Silvestre Frenk Freund CMN SXXI
CURSO:
Postécnico de Enfermería Pediátrica
UNIDAD DIDÁCTICA:
DESARROLLO HUMANO I
DOCENTE:
Dra. Indira Arreguín González
NIVEL DE COMPETENCIA
Nivel I Novato
EJE CURRICULAR:
Socio-humanista
COORDINACIÓN:
Enf. Belem de los Angeles Santana García LE. Dulce Leonor Aguilera Padilla
FECHA DE ENTREGA:
19 marzo 2025
TEMA DEL TRABAJO O TAREA:
Ensayo : ¿Qué hacer con los padres difíciles?
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INTRODUCCIÓN
Los padres son los primeros modelos a seguir para sus hijos. Desde el momento en que nacen, los niños comienzan a aprender de sus padres y a formar su personalidad a partir de su comportamiento y actitudes. Los padres son responsables de brindar amor, cuidado y atención a sus hijos, y esto es esencial para su bienestar emocional y psicológico.
Además, los padres también son responsables de la educación de sus hijos. Son los encargados de enseñarles valores, principios y habilidades que les permitirán enfrentar los retos de la vida. Los padres también son los primeros maestros de sus hijos, y es importante que se aseguren de que sus hijos estén preparados para la vida académica y profesional.
Hoy en día uno de los aspectos más difíciles de la paternidad y maternidad es evitar ver sufrir o equivocarse a sus hijos e hijas. Es normal que los padres gracias a su experiencia vital sean conscientes de las consecuencias negativas de una mala decisión puede tener y el malestar generado por cometer errores, pero controlar el desarrollo educacional de los hijos en exceso puede tener ciertos riesgos que conviene evitar como la sumisión y la falta de autonomía.
Los problemas que afectan la relación entre padres e hijos, se deben en parte, a la evolución de la sociedad hacia un mundo mucho más cómodo, por otra parte, son el fruto de una excesiva culpabilización de los padres producto de una serie de teorías, las más de las veces pseudocientíficas, que adjudican toda clase de secuelas problemáticas a los padres y finalmente por la necesidad de los jóvenes de tomar distancia emocional de los padres para lograr su propia identidad.
Al tratar de dejar atrás modelos violentos, agresivos y de privación afectiva de crianza, parece que estamos oscilando hacia el extremo de padres permisivos que incluso se dejan someter por un hijo, son buenos, dulces y afectuosos, pero han dejado de ser un punto de referencia: “mis padres siendo débiles, sin firmeza, son incapaces de apoyarme, de ofrecerme protección.”
Actuando con la mejor intención y bajo la espada de “Damocles”, de la culpa, la
sociedad actual y en especial las sociedades latinas (España, México, Italia, etc.) están oscilando de la privación afectiva a una sobreprotección, que asociada con una sobrepermisividad, no permite a los hijos desarrollar sus capacidades para resolver sus problemas en la vida.
Ha habido un cambio radical en la organización social. Pasamos de una organización jerárquica, piramidal, donde había mayor distancia emocional entre padres e hijos (antes se hablaba de “Usted” a los padres), a una organización social, más horizontal, democrática, con mayor proximidad emocional, pero también con menos solidez de roles y de las relaciones que existen entre padre e hijo. Los padres de hoy en día están tan sobrecargados de consejos de parientes y amigos bien intencionados que se sienten inseguros.
Cada día veo más problemas derivados de padres que están tan atentos de sus hijos que incluso se vuelven dependientes de ellos, padres que tratan de resolverles todo, con miedo a equivocarse, inseguros de ejercer su autoridad, no aplican normas y sanciones por miedo a que cualquier contrariedad afecte la “Autoestima” o el desarrollo del hijo.
El dialogo con los hijos es algo bueno, es algo que aproxima a las personas, pero no basta con el dialogo. Si todo es relativo y dialogable, el hijo pierde puntos sólidos de referencia, queda sin guía y eso le genera ansiedad. La autoridad es necesaria y el autoritarismo es tan malo como la falta de autoridad.
¿QUÉ HACER CON LOS PADRES DIFÍCILES?
La relación con los padres es un aspecto crucial del desarrollo emocional y social de los individuos. Sin embargo, conviene reconocer que no todas las dinámicas familiares son saludables y algunas personas se enfrentan a la difícil tarea de lidiar con padres complicados.
La relación entre padres e hijos es una de las dinámicas más complejas de la vida humana. En ocasiones, esta conexión se ve tensada por actitudes y comportamientos que pueden ser catalogados de "difíciles". Los padres difíciles a menudo presentan características que complican la comunicación y el entendimiento mutuo, lo que puede generar un ambiente familiar tenso y problemático. Existen circunstancias en las que esta relación se torna complicada, especialmente cuando se trata de padres difíciles. Estos progenitores pueden manifestar conductas autoritarias, críticas constantes o falta de apoyo emocional, generando un impacto negativo en el bienestar psicológico de sus hijos. A partir de mi experiencia y observaciones, propongo un análisis crítico sobre qué hacer con estos padres difíciles y por qué es crucial abordarlos desde un enfoque comprensivo y estratégico. Exploraré qué hacer con los padres difíciles, analizando su impacto en la vida de los hijos, las diferentes perspectivas sobre la crianza y las posibles soluciones para manejar estas relaciones. También se considerarán los desarrollos recientes en la psicología que aportan nuevas estrategias para mejorar la situación.
En primer lugar, es importante y esencial definir qué entendemos por padres difíciles. Muchas veces, esta dificultad proviene de expectativas desmedidas, estilos de crianza autoritarios o una falta de sensibilidad hacia las necesidades emocionales de sus hijos. Estos patrones conductuales no solo afectan la autoestima de los jóvenes, sino que también crean una brecha generacional que puede ser difícil de superar. Por ende, mi enfoque inicial consiste en cultivar una actitud de empatía y paciencia. Comprender que detrás de sus comportamientos pueden existir miedos, inseguridades o incluso traumas propios, puede ser el primer paso hacia una interacción más constructiva.
Este término puede abarcar una variedad de comportamientos y actitudes que afectan negativamente el bienestar emocional de los hijos. Los padres difíciles pueden ser controladores, críticos, ausentes, abusivos emocionalmente o simplemente incapaces de ofrecer el apoyo que sus hijos necesitan. Según el psicólogo John Gottman, estas dinámicas pueden llevar a problemas de autoestima y a dificultades en las relaciones interpersonales en la vida adulta (Gottman, 1999). Abarcar este tema requiere una comprensión de cómo estas conductas impactan a los individuos a lo largo de su desarrollo.
La crianza de los hijos ha sido objeto de estudio durante décadas. A lo largo de la historia, diferentes autores y teóricos han abordado el impacto que tienen los padres en el desarrollo emocional de los niños. Desde Sigmund Freud, que enfatizó la importancia de la relación paterna en la formación de la personalidad, hasta investigadores contemporáneos como Brene Brown, que se enfocan en la vulnerabilidad y en el poder de la empatía en las relaciones familiares. Estos estudios han proporcionado herramientas y marcos teóricos que ayudan a entender la complejidad de la relación entre padres e hijos.
En segundo lugar, es crucial entender la naturaleza de la dificultad que presentan estos padres. Los padres difíciles suelen actuar desde sus propias experiencias y traumas, lo que a menudo se traduce en patrones de comportamiento disfuncionales. Es esencial que los hijos reconozcan que estas actitudes no siempre reflejan la realidad de su valor personal, y que el reconocimiento de esta disociación puede ser el primer paso hacia la sanación emocional. La autovaloración es fundamental; los hijos deben aprender a construir su identidad separada de las expectativas parentales poco realistas.
Las implicaciones de tener padres difíciles son vastas. Estas relaciones pueden influir en la capacidad de los hijos para formar relaciones saludables en su vida adulta. Un estudio realizado por la Universidad de California en 2020 encontró que las personas que experimentaron negativas dinámicas familiares en su niñez tendían a desarrollar problemas de ansiedad y depresión en la adultez (University of California, 2020). Esta investigación subraya la urgencia de abordar los conflictos familiares en etapas tempranas, antes de que causen un daño psicológico duradero.
Para manejar la relación con padres difíciles, es vital adoptar múltiples enfoques. Primero, la comunicación es fundamental. Ser honesto sobre las propias emociones y preocupaciones puede permitir que ambas partes se entiendan mejor. Sin embargo, esta conversación debe ser abordada con sensibilidad y en el momento adecuado para evitar reacciones defensivas. Algunas personas encuentran útil la terapia familiar, donde un profesional puede facilitar la conversación y guiar a los participantes hacia una mayor comprensión mutua (Miller, 2018).
Otro enfoque significativo es establecer límites. Los hijos tienen el derecho a definir cómo quieren ser tratados. Esto puede ser especialmente importante en relaciones tóxicas donde el abuso emocional o físico puede estar presente. Aprender a decir "no" y establecer barreras sanas puede ser un primer paso hacia la libre autonomía y el bienestar personal. Esto implica un proceso de autoafirmación que requiere tiempo y práctica. No obstante, la empatía, aunque fundamental, no debe ser vista como una justificación para la conducta difícil. Es esencial establecer límites sanos que protejan el bienestar emocional del hijo. Aquí es donde entra en juego la comunicación asertiva. La capacidad de expresar sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa puede abrir caminos hacia un diálogo más fructífero. Desde esta perspectiva, un hijo puede plantear sus inquietudes sin caer en el reproche, lo que permite que el padre se sienta menos atacado y más dispuesto a escuchar.
Sin embargo, es necesario reconocer que no todas las relaciones son susceptibles de mejora. En algunos casos, los patrones disfuncionales pueden estar tan arraigados que cualquier intento de cambio resulta en un esfuerzo estéril. Aquí es donde el acompañamiento de profesionales en psicología o terapia familiar puede jugar un papel crucial. La intervención de un experto puede ofrecer herramientas y enfoques que faciliten la discusión y la resolución de conflictos. A menudo, un mediador imparcial puede ser el catalizador que ayude a reconfigurar la relación.
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