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Estrés. Causas del estrés

alexandramrv28Informe27 de Febrero de 2018

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  1. El estrés.

El estrés es una respuesta del organismo que pone al individuo en disposición de afrontar situaciones que resultan amenazadoras o desafiantes. Estas requieren una movilización de recursos físicos, mentales y conductuales para hacerles frente, y algunas veces perturban el equilibrio emocional de la persona.

Cada vez más, la sociedad en la que vivimos se muestra más exigente, y somos sometidos a ciertas presiones que no somos capaces de soportar; por tanto, cierta cantidad de estrés es necesaria para que el organismo responda adecuadamente a los retos y los cambios de la vida diaria.

De manera que, el estrés se trata de una respuesta física y psicológica de una persona que intenta adaptarse a las presiones a las que se ve sometida, originada por el instinto de supervivencia del ser humano, en la que se ven involucrados muchos órganos y funciones del cuerpo, como el cerebro y el corazón, los músculos, el flujo sanguíneo,  la digestión.

  1. Causas del estrés.

Las situaciones y presiones que causan estrés se conocen como factores de estrés. Se suele pensar en los factores de estrés como algo negativo, como un horario de trabajo agotador o una relación difícil. Sin embargo, hay situaciones que exigen mucho de una persona o la obligan a ajustar un plan que puede ser estresante y éstas incluyen eventos positivos, como casarse, comprar una casa, ir a la universidad o recibir un ascenso.

Por supuesto, no todo el estrés es causado por factores externos. El estrés también puede ser interno o autogenerado, como cuando alguien se preocupa excesivamente por algo que puede suceder o no, o se tienen pensamientos irracionales y pesimistas sobre la vida.

Finalmente, lo que causa estrés depende, al menos en parte, de la percepción de él. Algo que es estresante para una persona puede no desconcertar a otra, sino que incluso esa persona disfrute de ello. Por ejemplo, el viaje diario por la mañana puede causar ansias y tensión por la preocupación de llegar tarde. Otros, sin embargo, pueden encontrar el viaje relajante porque disfrutan escuchando música mientras conducen.

Todos reaccionan de manera diferente a las situaciones de estrés. Lo que unos consideran estresante, para otros no lo es en absoluto, de este modo cualquier cosa puede causar estrés y tiene diversos desencadenantes y percepciones. Algunas de las causas más comunes del estrés son:

  1. Causas externas del estrés.

  • Cambios importantes en la vida.
  • Trabajo o escuela.
  • Dificultades de relación.
  • Problemas financieros.
  • Estar demasiado ocupado.
  • Niños y familia.

  1. Causas internas del estrés.
  • Pesimismo.
  • Incapacidad para aceptar la incertidumbre.
  • Pensamiento rígido, falta de flexibilidad.
  • Autodiscurso negativo.
  • Expectativas poco realistas / perfeccionismo.
  • Actitud de todo o nada.
  1. Tipos de estrés.

Según su utilidad o signo, hay estrés positivo y estrés negativo:

  1. Eustrés o estrés positivo.

Al contrario de lo que se cree, el estrés no siempre hace daño a la persona que lo padece. Este es el tipo de estrés que aparece cuando la persona se siente bajo presión, pero interpreta que las consecuencias de la situación pueden ser positivas.

El estrés positivo hace que la persona afectada esté motivada y con mucha más energía para afrontar una situación, por ejemplo, la participación en una competición deportiva, donde los participantes deben tener un punto de vitalidad para poder salir victoriosos. Este estrés está asociado con emociones positivas, como la felicidad, la satisfacción o la motivación.

  1. Distrés o estrés negativo.

El distrés está relacionado con la anticipación de las posibles consecuencias negativas, creyendo que algo nos va a salir mal. Lejos de servir de ayuda o motivador como el caso del eustrés, este paraliza a la persona y le impide realizar las tareas de forma satisfactoria.

Este tipo de estrés nos desequilibra y bloquea todos aquellos recursos que disponemos para afrontar una situación en circunstancias normales; lo que conlleva a que se generen emociones negativas, como la tristeza, el enfado y en algunos casos la ansiedad.

Según su duración y mantenimiento el estrés se clasifica en tres tipos:

  1. Estrés agudo.

Es el tipo de estrés más común y surge de las exigencias y presiones, autoimpuestas o por los demás; centradas en un pasado reciente, o en anticipaciones de un futuro próximo cercano. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis más elevadas puede resultar agotador, con severas consecuencias en la salud mental y física del individuo.

Por suerte este tipo de estrés es de corta duración, debido generalmente a una causa pasajera, por lo que no suele dejar secuelas y se puede tratar de forma fácil y eficaz. Las principales señales del estrés agudo son:

  • Problemas musculares que incluyen dolores de cabeza, espalda, mandíbula; y tensiones que derivan en desgarro muscular y problemas en tendones y ligamentos.
  • Emociones negativas como depresión, ansiedad, miedo, frustración, enojo o irritabilidad.
  • Problemas gástricos, causando una gran oscilación en los síntomas estomacales como estreñimiento, acidez, diarrea, dolor abdominal, flatulencia, entre otros.
  • Sobreexcitación del sistema nervioso, causando síntomas como aumento de la presión sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y ataques de migraña.

  1. Estrés agudo episódico.

Se produce cuando se experimentan episodios de estrés agudo con mucha frecuencia. Suele darse en personas con exigencias irreales, tanto propias como provenientes de la sociedad.

Generalmente, estas personas se muestran muy irritadas y suelen responder de forma muy emocional y descontrolada, debido a que poseen una angustia permanente porque no pueden controlar todas las variables que se exigen así mismos o se les son exigidas, y siempre están preocupados por el porvenir, actitud que les va deteriorando poco a poco. Por ejemplo, un estudiante en exámenes, un bombero en las emergencias o un deportista en competición.

Este tipo de estrés corresponde a periodos, sin embargo, cuando es con demasiada regularidad, se corre el riesgo de perjudicar más severamente la salud con síntomas como dolores de cabeza y/o espalda persistentes, hipertensión, dolor en el pecho, entre otros. Una vez que el estrés agudo episódico necesita tratamiento, en general requiere ayuda profesional y meses de proceso.

  1. Estrés crónico.

Es la forma de estrés más destructiva para el cuerpo y la mente, y suele darse en personas que se ven inmersas en situaciones para las que no ven salida. Sus vidas se ven condicionadas y atadas a largo plazo a algo que les hace infelices, perdiendo así la capacidad de buscar soluciones. Algunos tipos derivados de este estrés provienen de experiencias traumáticas pasadas que se interiorizaron perviviendo constantemente en su personalidad.

Es el estrés que aparece en prisiones, guerras o en situaciones de pobreza extrema, situaciones en lo que se debe estar continuamente en alerta. Esta clase de estrés también puede venir de un trauma vivido en la niñez. Por lo tanto, puede tener consecuencias críticas como el suicidio, la violencia o problemas graves de salud, por ello es especialmente importante que sea tratado en profundidad por profesionales especializados e incluso medicación.

La persona que tiene este tipo de estrés muchas veces no es consciente de ello, pues lleva tanto tiempo con ese sufrimiento que ya se ha acostumbrado. Incluso puede que les guste ya que es lo único que han conocido y no saben o no pueden hacer frente a la situación de otra forma, a causa de esto es normal que rechacen la posibilidad de tratamiento pues se sienten tan identificados con el estrés que creen que ya forma parte de ellos.

  1. Consecuencias del estrés.

  1. Alteraciones dermatológicas:

Como la alopecia, el acné, la dermatitis atópica o sudoración excesiva; debido a que los folículos pilosos se ven debilitados o sobre estimulados  ante situaciones de estrés, así como también pueden presentarse  incrementos de las grasas en la piel gracias al aumento en los niveles de cortisol.

  1. Alteraciones del sistema digestivo:

Como gastritis, colitis, estreñimiento, diarrea y úlceras, puesto que las situaciones nerviosas y tensas se reflejan directamente en el estómago, y  en los horarios de alimentación, lo cual puede provocar también trastornos alimenticios, la obesidad y la anorexia suelen derivarse de situaciones de estrés que generen ansiedad.

  1. Desequilibrios psicopatológicos:

Como la depresión, debido a que al perder la capacidad y la fuerza para enfrentarse a aquello que causa el estado de estrés, se crea una frustración tal que provoca la pérdida de interés e inunda al individuo en un sentimiento de tristeza. Los miedos, fobias, trastornos de personalidad, trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y trastornos de pánico,  pueden ser también consecuencias directas del estrés.

  1. Tensión muscular:

La rigidez de los músculos es uno de los síntomas más comunes cuando existen situaciones estresantes. Es un síntoma natural derivado del nerviosismo, estrés, etc. Los dolores de cabeza están asociados a la tensión del cuello y hombros. Estos  se pueden combatir con la técnica de relajación muscular.

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