Fobia social: diagnóstico y tratamiento
Lausgates5 de Noviembre de 2014
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Fobia social: diagnóstico y tratamiento
Durante el presente ensayo quisiera dar respuestas a las siguientes preguntas que he venido formulando a lo largo de mi carrera pues son cuestiones que he venido teniendo gracias a una experiencia personal que, por obvias razones, prefiero no compartir. Para no hacer largo esto las preguntas que quisiera responder son las siguientes: ¿qué es la fobia social?, ¿la ansiedad es lo mismo y cumple iguales funciones que la ansiedad social (fobia social)? Y ¿cuál es la mejor manera de evaluarla y cómo se interviene y se trata en toda su complejidad?
Para empezar los trastornos de ansiedad constituyen las enfermedades psiquiátricas más frecuentes y provocan un deterioro funcional y un sufrimiento considerable a quienes los padecen. Los avances recientes en la investigación han influido notablemente en nuestra comprensión de los mecanismos que explican la enfermedad y la respuesta al tratamiento.
Diversas investigaciones han originado avances en el entendimiento y el alivio de diversas formas de ansiedad. El principal trastorno de ansiedad que se abordará en este ensayo es el de fobia social, se abarcara tanto su diagnóstico como también su tratamiento, tanto con fármacos como con psicoterapia; todo esto centrado en el enfoque cognitivo-conductual.
Antes de abordar el tema principal, se hará un análisis acerca de lo que es ansiedad, los trastornos que se dan de la misma y las definiciones y síntomas de cada uno de ellos de acuerdo con el DSM-IV-TR; ya que dentro de este grupo se encuentra incluida la fobia social.
Es claro que todos hemos sentido algo desagradable en determinadas situaciones, como por ejemplo, cuando nos presentamos a una entrevista de trabajo, hablar en público, hablar con la persona que nos gusta y numerosos escenarios que despiertan sensaciones desagradables. En cada una de estas situaciones tenemos ciertas sensaciones como un frio en el estómago, manos sudorosas, boca seca, tensión muscular palpitaciones fuertes, aumento en la atención, etc.
Estos síntomas o respuestas emitidas por el organismo definen lo que se conoce como ansiedad o mejor dicho un estado ansioso. Pero, ¿qué es la ansiedad? de acuerdo con Montelongo, Zaragoza, Bonilla, y Bayardo (2005) la ansiedad se define como aquel sentimiento desagradable de temor, que se percibe como una señal de alerta que advierte un peligro amenazante, frecuentemente la amenaza es desconocida, lo que la distingue del miedo donde la amenaza es concreta y definida.
Es importante que quede claro que la ansiedad por sí misma no se considera una enfermedad, ya que partiendo de su función, ésta se encuentra contemplada en la amplia gama de respuestas emocionales que presenta cualquier persona. Sin embargo la ansiedad se vuelve patológica cuando se produce ante estímulos inadecuados o inexistentes, o cuando estos existen o son adecuados pero la intensidad y duración de la respuesta supera los límites adaptativos. La ansiedad patológica es el síntoma común de un conjunto de cuadros clasificados como trastornos de ansiedad. (Téllez, et al., 2007).
Existen diferentes trastornos de ansiedad como son: trastorno de angustia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de estrés postraumático, fobias, fobia social, fobia específica, entre otros.
Para Nezu, Nezu y Lombardo (2006), el trastorno de angustia es un padecimiento muy desgastante el cual se asocia con un deterioro psicológico, social y ocupacional. Este trastorno se caracteriza por crisis de angustia recurrente e inesperada. De acuerdo con el DSM-IV-TR, una crisis de angustia es un periodo aislado de intenso temor o incomodidad en el que se presentan de manera abrupta cuatro o más de los siguientes síntomas y alcanza su máxima intensidad antes de los de diez minutos: palpitaciones, ritmo cardiaco acelerado, sudoración, temblores, sensación de falta de aliento, ahogamiento, dolor o incomodidad en el pecho, nausea o dolor abdominal, sensación de mareo, inestabilidad, vértigo o desvanecimiento, temor a perder el control, temor a morir.
En cuanto al trastorno de ansiedad generalizada (TAG), este se caracteriza por una preocupación patológica. El DSM-IV-TR define el TAG como ansiedad y preocupación excesivos que se manifiestan más días de los que no se presentan, al menos durante seis meses. Una persona que padece este trastorno se le dificulta controlar su preocupación, además también deben estar presentes tres o más de los síntomas siguientes: inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y perturbaciones del sueño.
De acuerdo con Nezu, Nezu y Lombardo (2006) el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de obsesiones, compulsiones o ambas cosas, valga la redundancia. Las obsesiones se definen como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes persistentes que se perciben como invasivas o inadecuadas, se consideran inaceptables, y generan ansiedad y angustia significativas. Las compulsiones conllevan a diversos comportamientos repetitivos, como por ejemplo lavarse las manos, ordenar objetos, acciones de verificación, etc.; o actos cognitivos como: rezar, contar, repetir palabras en silencio, etc.
En cuanto al estrés postraumático, tal como lo describe el DSM-IV-TR, la característica principal de este trastorno es el desarrollo de síntomas característicos en una persona luego de que ha experimentado, presenciado o le han relatado uno o más acontecimientos caracterizados por muertos o amenazas para su integridad física o la de los demás. Los síntomas característicos que resultan de la exposición directa son la reexperiencia persistente del suceso traumático, evitación de estímulos asociados con el trauma y síntomas de activación elevada. El cuadro clínico completo debe estar presente durante más de un mes, y la perturbación tiene que causar malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento.
La vivencia repetida del suceso traumático ocurre de cualquiera de las siguientes formas: recuerdos angustiantes, recurrentes e intrusivos del acontecimiento; sueños angustiantes y recurrentes al aspecto; actuar como si ocurriese el hecho en ese momento o sentirlo así; intensa angustia psicológica al exponerse a estímulos asociados con el hecho traumático; y reactividad fisiológica a la exposición a sugerencias internas o externas que se asemejen de alguna manera al suceso traumático (Nezu, Nezu & Lombardo 2006).
Una vez abarcados estos trastornos empezaré por abordar el tema de fobia para de ahí poder comenzar con el tema que he querido tratar.
El miedo es una experiencia muy común para los seres humanos y se trata, además, de una experiencia que tiene un importante valor adaptativo para la supervivencia de la especie. Normalmente cuando hablamos de miedo adaptativo nos referimos a un conjunto de sensaciones que se ponen en marcha como respuesta normal ante peligros reales. Sin embargo, cuando estas sensaciones se experimentan en situaciones que no suponen una amenaza real, nos encontramos ante un miedo que ya no es adaptativo. El termino fobia se utiliza para describir este tipo de reacciones der miedo no deseables.
Las fobias pueden clasificarse de muy diversas maneras, no obstante; de acuerdo con Capafons (2001) una de las clasificaciones más aceptadas es la que distingue entre tres grupos: fobias simples, específicas o locales; fobias sociales, y agorafobia. Sin embargo como antes se ha mencionado solamente me enfocare en las fobias sociales, pues esta es la que interesa profundizar en el presente ensayo.
La fobia social fue incluida como identidad diagnóstica independiente con la publicación del DSM-III en 1980, argumentando que dicho trastorno es el más prevalente en las poblaciones occidentales y norteamericanas. Esto se ha mantenido en la revisión del DSM-III, DSM-IV y DSM-IV-TR. La fobia social ha sido reconocida como uno de los subtipos de trastorno fóbico, incorporados dentro de los trastornos neuróticos asociados con el estrés y somatoformes. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye, por primera vez, la ansiedad social como categoría diagnóstica independiente en su sistema de clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento; el CIE-10. En la actualidad, la fobia social está considerada como uno de los subtipos de trastorno de ansiedad (Zubeidat, Fernández & Sierra, 2006).
Para Labrador y Ballesteros (2011) las teorías sobre las causas de la fobia social se pueden agrupar en tres grandes categorías: A) Causas hereditarias donde se considera que los sentimientos de ansiedad y de miedo son sentimientos desarrollados en la evolución del ser humano para permitirle reconocer y reaccionar ante los peligros de la vida, estos y también muchos otros aspectos sirven realmente a construir nuestra posición dentro del "grupo." El problema es cuando estos miedos empiezan ser ciertamente excesivos, y en lugar de ayudar al sujeto a reaccionar lo imposibilitan. Diríamos que al fóbico social le exaspera enormemente la idea de la "posición" en la manada y consecuentemente desarrolla un desmesurado miedo de estar excluida de ella, llegándose a aislar. Parece pues que en el código genético del fóbico social, en vez de haber sido impresa una normal y saludable tendencia a la ansiedad social, se escrito lo que diríamos un terror social. B) Causas ambientales; las causas ambientales, especialmente durante la infancia pueden tener un papel relevante en el desarrollo de la fobia social, en esta óptica los padres desempeñan un papel primario, puede ser incluso en este caso que los padres tengan también en algún grado
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