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Informe de estudio y articulación reflexiva Conferencia XVI “Psicoanálisis y Psiquiatría”


Enviado por   •  13 de Junio de 2022  •  Trabajos  •  1.786 Palabras (8 Páginas)  •  57 Visitas

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Escuela de Psicología

Departamento de Psicología

Decana: Prof. Dra. Amelia Imbriano

Asignatura: Teoría del Psicoanálisis 1

Tema: Trabajo Práctico Nº 2

Informe de estudio y articulación reflexiva

Conferencia XVI “Psicoanálisis y Psiquiatría”

Sigmund Freud

Profesor: Mag. Guillermo Apolo

Alumno: Mauro Cristian Dieguez

1er. Cuatrimestre

Año: 2019


Índice

Introducción…………………………………………………………...        02

Desarrollo………………………………………………………………        03

Conclusiones……………………………………………………………        07

Referencias Bibliográficas……………………………………………..        09


Introducción

   En este trabajo se utilizarán algunas de las metodologías expuestas en la lectura de los textos sobre comprensión de textos utilizando la práctica de la disciplina del comentario y la interrogación como método investigativo, siguiendo las bases teóricas que aquí se detallan:

Chiavaro, Sara (1999). “El trabajo metodológico: La disciplina del comentario.”

Imbriano, Amelia (2012). “Un aporte metodológico: Jaakko Hintikka.”

Imbriano, Amelia (1994) “Un uso posible de la interrogación.”

   Se realizará un minucioso análisis de la Conferencia XVI del Dr. Sigmund Freud llamada “Psicoanálisis y Psiquiatría”. El interés de este escrito radica en plantear brevemente algunas distinciones entre el Psicoanálisis y la Psiquiatría.


Desarrollo

Conferencia 16

Psiquiatría y psicoanálisis

   Lo que está más allá de la comprensión de los psiquiatras, lo critican restándole toda la importancia posible. Freud siempre planteó que toda su teoría está basada en la experiencia obtenida de sus prácticas clínicas.

   Con total humildad aceptaba modificar su teoría basado en los surgimientos de sus investigaciones en la clínica. No se oponía a sus críticos, sino más bien aceptaba amablemente la crítica.

   

   Hay claras distinciones entre el abordaje del síntoma según la Psiquiatría y la Psicología:

   En psiquiatría hay poco compromiso de los médicos con los neuróticos, hay poca atención a las comunicaciones y a la escucha, como indica Freud “(…) nuestros oponentes no querrían considerar para nada este origen de nuestras aseveraciones, como si creyesen que no eran sino unas ocurrencias de cuño subjetivo”. “(...) los médicos se comprometen muy poco con los neuróticos; oyen con tan poca atención lo que ellos tienen que decirles que se han enajenado la posibilidad de extraer algo valioso de sus comunicaciones, y por tanto de hacer en ellos observaciones en profundidad”. “(…) «Lo que usted tiene no es nada», e impartir el consejo: «Tome una ligera cura de aguas». La terapéutica viene de afuera, de la medicación”.

   Por tanto, la postura psiquiátrica carecería de sentido, es intrascendente, no tiene interés psicológico, imponen al síntoma como lo único importante, hace un estudio de la familia en su conjunto para corroborar que el delirio es una trasmisión hereditaria, es decir, dejando de lado la responsabilidad subjetiva, simplemente lo que le pasa lo heredó. Un detalle no menor, y a destacar, es que la terapéutica que imparte la psiquiatría viene desde afuera del sujeto: suministro de medicación. Los signos y la enfermedad mental es una falla en el funcionamiento cerebral y el sufrimiento es solo una consecuencia de ésta falla.

   En Psicoanálisis el síntoma tiene un sentido, es trascendente, (...) posee un motivo, un sentido y un propósito; que pertenece a una trabazón anímica pesquisable y que, en calidad de pequeño indicio, anoticia de un proceso anímico más importante. Es decir, el síntoma siempre tiene un sentido, pertenece a la trama de una vivencia, hay una causa que tiene que ver con un conflicto que guarda relación con la sexualidad. Existe la responsabilidad subjetiva, el síntoma es un enigma a descifrar, el sufrimiento y la angustia, están en lugar de la causa y una manera de resolverlo es construir el síntoma.

   La propuesta freudiana destaca el goce que el síntoma aporta al definirlo como la repetición de una modalidad de satisfacción de la temprana infancia. Freud subraya que la conciencia del paciente ignora el proceso cuya marca es el síntoma mismo.

Un cuadro clínico en la Conferencia:

   Un joven oficial, al regresar a la casa con una breve licencia, me pidió que tomara bajo tratamiento a su suegra, que, viviendo en las más dichosas condiciones, se amargaba la vida y la amargaba a los suyos a causa de una idea disparatada. De ese modo conocí a una dama de unos 53 años, bien conservada, de naturaleza simple y afable, que sin resistirse me dio el siguiente informe: Vive en el campo, en feliz matrimonio con su marido, quien dirige una gran fábrica. (...) Hace un año ocurría lo increíble, incomprensible para ella misma: le llegó una carta anónima donde se le denunciaba que su virtuoso marido mantenía relaciones amorosas con una muchacha joven, y ella le prestó crédito en el acto; desde entonces quedó destruida su dicha.

   Más en detalle, lo ocurrido fue aproximadamente como sigue: Tenía una mucama con quien   conversaba quizá demasiado de cosas íntimas. Esta muchacha perseguía a otra con una hostilidad animada directamente por el odio; ello se debía a que esta última había progresado mucho más en la vida, sin ser de mejor cuna. En lugar de entrar a trabajar en servicio doméstico, se había procurado una formación en asuntos de comercio, ingresó en la fábrica y, a causa de la falta de personal producida por el llamamiento a filas de los empleados, fue promovida a un buen puesto. Ahora vivía en la propia fábrica, tenía trato con caballeros y aun se hacía llamar señorita. La que se había quedado atrás en la vida estaba naturalmente dispuesta a decir todo el mal posible de su antigua compañera de escuela. Un día conversaba nuestra dama con su mucama acerca de un señor anciano que habían recibido en la casa, y de quien se sabía que no vivía con su mujer, sino que mantenía una relación con otra. Ella no sabe cómo fue que de pronto dijo: «Para mí sería lo más terrible enterarme de que mí buen esposo tiene también una relación». Al día siguiente recibió por el correo una carta anónima que, con escritura disimulada, le comunicaba eso mismo que ella, por así decir, había conjurado. Extrajo la conclusión -probablemente acertada- de que la carta era obra de su maligna mucama, pues señalaba como la amada del marido precisamente a esa señorita a quien la sirvienta perseguía con su odio. Pero aunque se percató enseguida de la intriga y en su lugar de residencia había vivido sobrados ejemplos de la poca fe que merecían tales cobardes denuncias, aconteció que esa carta la hizo derrumbarse al instante. Presa de una terrible emoción, envió de inmediato por su marido para hacerle los más acerbos reproches. El hombre rechazó riendo la imputación e hizo lo mejor que podía hacer. Llamó al médico de la casa y de la fábrica, quien puso todo su empeño en calmar a la desdichada señora. El ulterior proceder de ambos fue también enteramente razonable. La mucama fue despedida, pero la supuesta rival no. Desde entonces, una y otra vez, la enferma pareció tranquilizarse a punto tal de no dar más crédito al contenido de la carta anónima, pero nunca radicalmente ni por mucho tiempo. Bastaba que oyera nombrar a esa señorita o que la encontrara por la calle para que se le desencadenase un nuevo ataque de desconfianza, dolor y reproches.

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