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Introduccion a la historia de la psicologia


Enviado por   •  19 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  5.582 Palabras (23 Páginas)  •  297 Visitas

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Una introducción a la historia de la psicología.

Hernán Scholten

Die Psychologie hat eine lange Vergangenheit, doch nur eine kurze Geschichte

[La psicología tiene un largo pasado, pero sólo una corta historia] (Ebbinghaus, 1907)

Es posible afirmar que existen dos modos de considerar a la historia de la psicología: 1. por una parte, como una asignatura o materia presente en la mayor parte de las carreras universitarias destinadas a la formación de futuros profesionales de la disciplina; 2. en un sentido más amplio, la historia de la psicología es un campo de investigación que se ubica dentro del marco más amplio de la historia de las ciencias y las disciplinas científicas.

1. En el primer caso, se trata de cursos que están ubicados al inicio del trayecto de formación de los futuros psicólogos y que continúan o amplían las “introducciones” o el repaso de “antecedentes” históricos considerados relevantes: “una memoria de la psicología, académica o profesional, que todo profesor se siente obligado a incluir, al modo de un ritual que sirve a la vez para establecer una filiación y afirmar una legitimidad” (Vezzetti, 2007, p. 148).

Una obra que se ha convertido en un referente de este tipo de perspectiva es el clásico A History of experimental psychology de Edwin G. Boring, publicada originalmente en 1929. Este texto contribuyó fuertemente al establecimiento de la figura de Wilhelm Wundt como “padre de la psicología”, lo cual resulta claramente apreciable en estas citas:

Wundt es el mayor psicólogo [senior psychologist] en la historia de la psicología. Es el primer hombre que, sin reservas, resulta apropiado denominar psicólogo. Antes de él hubo bastante psicología, pero no psicólogos […] Cuando lo llamamos el “fundador” de la psicología experimental, queremos decir tanto que él promovió la idea de la psicología como una ciencia independiente como que él es el mayor [senior] entre los “psicólogos” (Boring, 1931, p. 310).

La psicología experimental ortodoxa es la psicología de Wundt. Ése es el hecho histórico. Nuevos cánones pueden más tarde convertirse en ortodoxia contra nuevas heterodoxias, pero Wundt delineó esa especialidad del pensamiento y la práctica a la cual denominó psicología experimental. Sabemos que Wundt prevaleció: esa psicología que ofreció al mundo como precepto y práctica se convirtió en el modelo para la psicología experimental (Boring, 1931, p. 377).

En este sentido, este tipo de relatos apuntan de modo más o menos explícito a la cuestión de la identidad, cuestión sumamente problemática en tanto, como es fácil advertir casi desde los comienzos de la disciplina, bajo el rubro psicología pueden ubicarse conceptos y prácticas muy diferentes e incluso opuestas. Un recurso muy común en las disciplinas científicas consiste en instituir filiaciones que, a la manera de pequeños mitos familiares, que designan a un padre –Hipócrates en el caso de la medicina o Newton en física, por ejemplo. Pero lo primero que salta a la vista en el caso de la psicología es la potencial diversidad de los progenitores. Como en el caso de Boring, y también se puede constatar en muchos otros autores, es posible recurrir a Wundt pero ¿por qué no Fechner, Freud, Watson o Piaget? Las disputas de filiación ofrecen una primera evidencia de una familia a la vez extensa y desorganizada o, para plantearlo en otro términos, un territorio mal delimitado en el que coexisten tribus diferentes, mutuamente incomunicadas y por eso mismo inclinadas a combatirse (Kimble, 1984; Vezzetti, 1998). Esa fragilidad de un campo disciplinar que lleva la marca de un nacimiento dudoso o “problemático” ha sido señalada (Woodward y Ash, 1982) y, a partir de ese incertidumbre, se aclaran algunas modalidades del refuerzo de legitimidad que se demanda a la historia tradicional. El primer objetivo planteado a esta historia de la psicología en su impacto formativo, particularmente para los estudiantes del grado, apunta a una función pacificadora y compensatoria, a partir de la composición retrospectiva de un campo unificado, que se despliega en el elenco de los precursores, fundadores, teorías y prácticas que trazan una línea desde un pasado legítimo hasta un presente celebrado como el único posible.

2. Ahora bien, esa función meramente curricular de la historia de la psicología se ha mostrado claramente insatisfactoria y ha sido objeto de una amplia discusión y revisión en las últimas décadas. Contra ese relato celebratorio de los avances de la psicología y de confirmación de las verdades establecidas, comenzó a emerger un campo de investigación que propone una indagación innovadora sobre el pasado, que señala los “olvidos” de las historias tradicionales y se adjudica nuevas funciones y objetivos. Un primer signo de ese giro ha sido la inclusión de la historia de la psicología en el marco de la historia de las ciencias humanas.

En contraste con el perfil de los autores de las historias de la psicología más tradicionales, el historiador de la psicología tiende hoy a ser considerado como un especialista que, como plantea Hugo Vezzetti, enfrenta un doble desafío:

por una parte, no puede perder una familiaridad con su objeto, la psicología, cuyo campo busca explorar e iluminar;  por otra, cuanto más se afirma en el lugar de historiador (o aspirante a serlo), mas se extiende necesariamente su espacio de trabajo y de interlocución a las disciplinas históricas, sobre todo los rubros que hoy comunican la historia de las ciencias y de las ideas con la de la cultura y los campos intelectuales (Vezzetti, 2007, p. 149).

Desde esta perspectiva, la función más importante para la disciplina histórica es la iluminación crítica del presente. En el caso de las ciencias humanas (y de la psicología en particular) exige distanciarse de cualquier supuesta identidad de la disciplina y tomar como punto de partida la diversidad de los modelos, conceptos y prácticas. Desde esta posición, diferente del enfoque tradicional, la historia puede comenzar por interrogar críticamente la demanda de los practicantes de la psicología que buscan en el pasado un sostén de identidad y puede emanciparse de las narraciones tranquilizadoras, de la idea de un progreso ininterrumpido y de la búsqueda de los “precursores”. La cuestión de la unidad ya no se plantearía como un requerimiento que deber ser cumplido mediante una narrativa armonizadora, que en verdad habla menos del pasado que del panorama actual de la psicología. La enseñanza de la historia en los curricula ya no se concebiría como la transmisión de un relato ya armado y definido sino como un amplio horizonte para una investigación en marcha. Con intención crítica, se tratará de que el estudiante incorpore, además de información, algunas herramientas de análisis y, sobre todo, cierta sensibilidad para los problemas de la historia, reconociéndola como un saber capaz de iluminar cuestiones presentes de la disciplina. De este modo, la enseñanza sobre el pasado, afirmada en la importancia de la investigación, reconoce que la “operación historiógráfica” (Michel de Certeau, 1975) encuentra su mejor productividad en el rescate de los orígenes divergentes y azarosos.

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