LA CONCEPCIÓN CONSTRUCTIVISTA DEL APRENDIZAJE.
MERYGUTIERREZ3 de Febrero de 2015
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LA CONCEPCIÓN CONSTRUCTIVISTA DEL APRENDIZAJE.
Es importante iniciar este punto compartiendo lo expresado por Coll y Solé, (1993), para
quienes la concepción constructivista no es en sentido estricto una teoría, sino más bien un
marco explicativo que partiendo de la consideración social de la educación, integra
aportaciones diversas provenientes de teorías psicológicas, cognitivas y sociocognitivas
(Piaget 1969; Vigotsky,1979; Ausubel, 1976), para abordar el análisis de las situaciones
educativas. De esta forma, la concepción constructivista es un conjunto articulado de
principios para analizar y tomar decisiones fundamentadas sobre la enseñanza y el
aprendizaje.
Ahora bien, cuando se habla de constructivismo, básicamente se hace referencia a la idea que
sostiene que el individuo, tanto en los aspectos cognitivos y sociales, como en los afectivoses el resultado de su propia construcción que se va produciendo día a día como producto de su
interacción con los otros y con todo lo que constituye su realidad social y cultural.
En consecuencia, según la postura constructivista, el conocimiento no es una copia de la
realidad, sino que es una construcción que el individuo realiza en virtud de las operaciones e
instrumentos que va poniendo en juego mientras opera sobre el objeto de conocimiento. Esas
operaciones e instrumentos con que se realiza la construcción están constituidos
fundamentalmente por los esquemas que ya posee, los que ya construyó en su relación
estrecha con el medio.
Esa construcción que realizamos a cada momento de nuestras experiencias no sucede
espontáneamente, depende de dos factores. De la representación inicial que tengamos de la
nueva información, y de la actividad interna o externa que desarrollemos, es decir, depende de
los esquemas previos que poseemos y de cómo los activemos para engancharlos
significativamente con la experiencia o la nueva información o la nueva situación que
vivimos en ese momento. Los esquemas son determinantes en la construcción del
conocimiento, por ello, es importante comprender: a) que el niño desde que nace va
construyendo sus propios esquemas en su interacción con su entorno y que estos constituyen
la base para reconstruir los existentes y construir los nuevos; b) que su representación del
mundo dependerá de los esquemas que va construyendo; y c) que la misma interacción
constante con la realidad hará que los esquemas o vayan cambiando o se vayan enriqueciendo.
Desde esta perspectiva, aprender algo equivale a formarse una representación, un modelo
propio de aquello que constituye el objeto de aprendizaje. Implica atribuirle significado a ese
contenido mediante un proceso de construcción personal, en el cual éste construye, modifica,
enriquece y diversifica sus esquemas de conocimiento al relacionar de una forma no arbitraria
y sustantiva lo que ya sabe con lo que se propone aprender. Según Smith (1999) no
aprendemos memorizando partes componentes de un todo, los cuales luego ponemos juntos
para atribuirles significado. Aprendemos siendo ayudados a hacer lo que nos gustaría hacer o
a comprender lo que estamos interesados en comprender., Para Smith: “Tu no aprendes a
montar bicicleta, por ejemplo, aprendiendo primero el nombre de todas sus partes, como
tampoco aprendes a leer memorizando aspectos superficiales del lenguaje escrito, como el
alfabeto. Aprendes a leer leyendo, y si aún no puedes leer todo por sí mismo, alguien tiene
que leer contigo o para ti. Esto no es muy difícil” (p. 151).
De esta manera, en virtud de la peculiar naturaleza social y cultural de los saberes que los
alumnos deben aprender, este proceso activo del alumno no puede confiarse al azar. Por lo
tanto, requiere de la actuación del aprendiz como constructor activo del saber y de la acción
del profesorado planificada y sistemática que lo oriente y guíe en la tarea de construir el
conocimiento. Acción que debe entenderse como ayuda al es el resultado de su propia construcción que se va produciendo día a día como producto de su
interacción con los otros y con todo lo que constituye su realidad social y cultural.
En consecuencia, según la postura constructivista, el conocimiento no es una copia de la
realidad, sino que es una construcción que el individuo realiza en virtud de las operaciones e
instrumentos que va poniendo en juego mientras opera sobre el objeto de conocimiento. Esas
operaciones e instrumentos con que se realiza la construcción están constituidos
fundamentalmente por los esquemas que ya posee, los que ya construyó en su relación
estrecha con el medio.
Esa construcción que realizamos a cada momento de nuestras experiencias no sucede
espontáneamente, depende de dos factores. De la representación inicial que tengamos de la
nueva información, y de la actividad interna o externa que desarrollemos, es decir, depende de
los esquemas previos que poseemos y de cómo los activemos para engancharlos
significativamente con la experiencia o la nueva información o la nueva situación que
vivimos en ese momento. Los esquemas son determinantes en la construcción del
conocimiento, por ello, es importante comprender: a) que el niño desde que nace va
construyendo sus propios esquemas en su interacción con su entorno y que estos constituyen
la base para reconstruir los existentes y construir los nuevos; b) que su representación del
mundo dependerá de los esquemas que va construyendo; y c) que la misma interacción
constante con la realidad hará que los esquemas o vayan cambiando o se vayan enriqueciendo.
Desde esta perspectiva, aprender algo equivale a formarse una representación, un modelo
propio de aquello que constituye el objeto de aprendizaje. Implica atribuirle significado a ese
contenido mediante un proceso de construcción personal, en el cual éste construye, modifica,
enriquece y diversifica sus esquemas de conocimiento al relacionar de una forma no arbitraria
y sustantiva lo que ya sabe con lo que se propone aprender. Según Smith (1999) no
aprendemos memorizando partes componentes de un todo, los cuales luego ponemos juntos
para atribuirles significado. Aprendemos siendo ayudados a hacer lo que nos gustaría hacer o
a comprender lo que estamos interesados en comprender., Para Smith: “Tu no aprendes a
montar bicicleta, por ejemplo, aprendiendo primero el nombre de todas sus partes, como
tampoco aprendes a leer memorizando aspectos superficiales del lenguaje escrito, como el
alfabeto. Aprendes a leer leyendo, y si aún no puedes leer todo por sí mismo, alguien tiene
que leer contigo o para ti. Esto no es muy difícil” (p. 151).
De esta manera, en virtud de la peculiar naturaleza social y cultural de los saberes que los
alumnos deben aprender, este proceso activo del alumno no puede confiarse al azar. Por lo
tanto, requiere de la actuación del aprendiz como constructor activo del saber y de la acción
del profesorado planificada y sistemática que lo oriente y guíe en la tarea de construir el
conocimiento. Acción que debe entenderse como ayuda al es fruto de una construcción personal, pero en la que no interviene sólo el
sujeto que aprende, sino que éste proceso es el resultado de la interacción con y participación
de los otros. Sus compañeros, sus pares, sus maestros y otros adultos que tienen influencia en
su proceso, son piezas imprescindibles para alcanzar esa construcción personal, para la
adquisición de capacidades de equilibrio emocional y de inserción social y para lograr su
desarrollo afectivo y espiritual.
Desde la perspectiva del aprendizaje como construcción del saber y experiencias y desde la
asunción de que esta concepción se constituye para los profesores como un marco de
referencia para analizar y guiar su práctica, podemos abordar ahora el segundo punto que
deseaba tratar: qué es la lectura y la escritura y porqué su aprendizaje ha de ser concebido
como un proceso de construcción de conocimientos.
LEER PARA CONSTRUIR SIGNIFICADOS Y PARA APRENDER
La lectura implica construir significados, es decir, comprender, pero también deviene en un
instrumento útil para aprender significativamente.
La lectura, de acuerdo con la perspectiva psicolingüística es vista como un proceso de
construcción de significados, para lo cual es absolutamente necesario que se produzca una
transacción, una interfusión entre el lector y el texto, de la cual ambos resultan transformados.
Esta visión del proceso no se centra, ni exclusivamente en el texto, ni en el lector, aunque sí le
otorga a este último el papel esencial, que efectivamente desempeña como constructor activo
de significados. El lector, hace uso de su conocimiento del mundo, del tema sobre el cual lee
y del texto mismo, para procesar la información que el texto suministra y construir así su
propia representación. Así pues, la comprensión que cada uno realiza depende de varias
cuestiones, algunas relacionadas con el texto y otras propias del lector, entre las que me
gustaría señalar: el conocimiento previo con que aborda
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