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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: MÉTODOS DE EVALUACIÓN EN EL AULA

anapb510 de Septiembre de 2014

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: MÉTODOS DE EVALUACIÓN EN EL AULA

El siguiente artículo aborda el complejo tema de la evaluación de la inteligencia emocional. Se proponen una serie de estrategias que permiten hacerlo, disminuyendo el nivel de subjetividad con que suele evaluarse, cuando efectivamente se hace”

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: MÉTODOS DE EVALUACIÓN EN EL AULA

Escrito por: Natalio Extremera Pacheco y Pablo Fernández Berrocal. Universidad de Málaga. España

1. Introducción

Los educadores observan a diario que sus alumnos además de diferenciarse en su nivel académico, también difieren en sus habilidades emocionales. Estas diferencias afectivas no han pasado desapercibidas

ni para sus padres, ni para el resto de compañeros de clase, ni tampoco para la ciencia. En la última década, la ciencia está demostrando que este abanico de habilidades personales influye de forma decisiva en la adaptación psicológica del alumno en clase, en su bienestar emocional e, incluso, en sus logros académicos y en su futuro laboral. Una de las líneas de investigación y estudio que hace énfasis en el uso, comprensión y regulación de los estados de ánimo es el campo de estudio de la inteligencia emocional.

Desde las teorías de la inteligencia emocional se resalta que nuestras capacidades de percepción, comprensión y regulación emocional son de vital importancia para la adaptación a nuestro entorno y contribuyen sustancialmente al bienestar psicológico y al crecimiento personal, independientemente del nivel cognitivo o el rendimiento académico del alumnado (Salovey y Mayer, 1990; Mayer y Salovey, 1997).

Uno de los modelos que mejor ha integrado estas premisas y está abordando el estudio científico de la inteligencia emocional es el propuesto por Mayer y Salovey (Mayer y Salovey, 1997; Mayer, Caruso y Salovey, 1999). Para estos autores la inteligencia emocional (IE) es:

“La habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997).

Las habilidades integradas en este modelo nos parecen de suma importancia y creemos que deben ser habilidades esenciales de obligada enseñanza en la escuela (Fernández-Berrocal y Extremera, 2002).

Sin embargo, debido en parte a la confusión terminológica y a la proliferación de libros sin demasiado rigor científico que han sido publicados tras el best-seller de Goleman (Goleman, 1995; 1998), ni los

investigadores ni los educadores han tenido claro qué herramientas de evaluación existen para obtener un perfil emocional de sus alumnos. A nuestro parecer, la evaluación de la IE en el aula supone una valiosa información para el docente en lo que respecta al conocimiento del desarrollo afectivo de los alumnos e implica la obtención de datos fidedignos que marquen el punto de inicio en la enseñanza transversal.

El propósito de este artículo es exponer los métodos de evaluación existentes que han abordado la medición de la inteligencia emocional desde una perspectiva rigurosa. Posteriormente, se detallarán los diferentes procedimientos evaluativos que permiten obtener un buen indicador de la IE del alumnado, indicando tanto las ventajas como las limitaciones de los diferentes métodos.

En el ámbito educativo se han empleado tres enfoques evaluativos de la IE:

El primer grupo incluye los instrumentos clásicos de medidas basados en cuestionarios y auto-informes cumplimentados por el propio alumno;

el segundo grupo reúne medidas de evaluación de observadores externos basadas en cuestionarios que son rellenados por compañeros del alumno o el propio profesor; y

el tercer grupo agrupa las llamadas medidas de habilidad o de ejecución de IE compuesta por diversas tareas emocionales que el alumno debe resolver.

2. Instrumentos clásicos de evaluación de inteligencia emocional: cuestionarios, escalas y auto-informes

Este método de evaluación ha sido el más tradicional y utilizado en el campo de la psicología. A través de los cuestionarios se han obtenido perfiles en variables de personalidad como extraversión, neuroticismo, se han evaluado aspectos emocionales como empatía o autoestima y se han obtenido medidas sobre otros factores más cognitivos como pensamiento constructivo o estrategias de afrontamiento. De la misma forma, la utilización de escalas y cuestionarios está mostrando su utilidad en el campo de la IE y el manejo efectivo de nuestras emociones.

En la mayoría de los casos, estos cuestionarios están formados por enunciados verbales cortos en los que el alumno evalúa su IE mediante la propia estimación de sus niveles en determinadas habilidades emocionales a través de una escala Likert que varía desde nunca (1) a muy frecuentemente (5). Este indicador se denomina “índice de inteligencia emocional percibida o auto-informada” y revela las creencias y expectativas de los alumnos sobre si pueden percibir, discriminar y regular sus emociones.

No obstante, algunos autores como Mayer y Salovey conciben la inteligencia emocional como una inteligencia genuina y consideran deficiente una evaluación exclusivamente basada en cuestionarios de papel y lápiz. Estos autores consideran que los cuestionarios de IE pueden verse afectados por los propios sesgos perceptivos de la persona y, además, también es posible la tendencia a falsar la respuesta para crear una imagen más positiva. A pesar de ello, es indiscutible la utilidad de las medidas de auto-informes en el terreno emocional, sobretodo para proporcionar información sobre las habilidades intrapersonales y comportamientos autoinformados de los alumnos. Puesto que el mundo emocional es interior, uno de los métodos más eficaces para conocer al propio alumno, a pesar de sus sesgos, es preguntándole sobre cómo se siente, qué piensa, o cómo le afectan determinados sucesos que ocurren en el aula. La evaluación de la IE a través de cuestionarios es muy útil en aquellos casos en los que el educador quiere obtener un índice del ajuste emocional de los adolescentes y obtener un perfil de las carencias afectivas en determinadas áreas cuya única forma de evaluar sea a través de la propia introspección del alumno. Por ejemplo, es de gran utilidad para conocer la capacidad de discriminación emocional, la atención a las emociones positivas y negativas, el nivel de regulación afectiva, o el grado de tolerancia al estrés ante las frustraciones.

A continuación presentamos un ejemplo sobre la forma de evaluar el nivel de capacidad emocional basándonos en una escala típica de IE:

Instrucciones: A continuación encontrará algunas afirmaciones sobre sus emociones y sentimientos. Lea atentamente cada frase y decida la frecuencia con la que Vd. cree que se produce cada una de ellas marcando con una X en la casilla correspondiente.

1 2 3 4 5

NUNCA RARAMENTE ALGUNAS

VECES CON

BASTANTE

FRECUENCIA MUY

FRECUENTEMENTE

1 Normalmente conozco mis sentimientos sobre las personas. 1 2 3 4 5

2 Intento tener pensamientos positivos aunque me sienta mal. 1 2 3 4 5

3 Presto mucha atención a cómo me siento. 1 2 3 4 5

Como ya hemos comentado, en este método las personas se valoran a sí mismo en su capacidad percibida en distintas competencias y destrezas emocionales. Existen varios cuestionarios sobre IE que, aunque similares en su estructura, cada uno evalúa diferentes componentes de ella. Uno de los primeros cuestionarios es la Trait-Meta Mood Scale (TMMS). Este cuestionario ha sido uno de los más utilizados en el ámbito científico y aplicado. La escala proporciona una estimación personal sobre los aspectos reflexivos de nuestra experiencia emocional. La TMMS contiene tres dimensiones claves de la inteligencia emocional intrapersonal: Atención a los propios sentimientos (p.e. “Pienso en mi estado de ánimo constantemente”), Claridad emocional (p.e. “Frecuentemente me equivoco con mis sentimientos”) y Reparación de las propias emociones (p.e. “Aunque a veces me siento triste, suelo tener una visión optimista”). La versión clásica contiene 48 ítems aunque hay versiones reducidas de 30 y de 24 ítems (Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995, adaptación al castellano por Fernández-Berrocal, Alcaide, Domínguez, Fernández-McNally, Ramos y Ravira, 1998).

Otro instrumento similar al anterior es la escala de IE de Schutte. Esta medida proporciona una única puntuación de inteligencia emocional (Schutte, Malouff, Hall, Haggerty, Cooper, Golden y Dornheim, 1998, adaptación al castellano por Chico, 1999). Sin embargo, investigaciones posteriores han encontrado que esta escala se puede dividir en cuatro subfactores: 1) Percepción emocional (p.e. “Encuentro difícil entender los mensajes no verbales de otras personas”); 2) Manejo de emociones propias (p.e. “Me motivo a mi mismo imaginando un buen resultado en las tareas que voy a hacer”); 3) Manejo de las emociones de los demás (p.e. “Solucionar los problemas de los demás me divierte”) y, por último, 4) Utilización de las

emociones (p.e. “Cuando siento que mis emociones cambian, se me ocurren nuevas ideas”).

Otro de los instrumentos empleados en la investigación

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