LA MEDIACIÓN COMO ESTRATEGIA POTENCIADORA DEL PENSAMIENTO
Alejandro CarvajalApuntes29 de Agosto de 2017
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ESTRATEGIAS PEDAGÓGICAS BASADAS EN EL DESARROLLO DE HABILIDADES I
Por Marcia Valenzuela S.
Psicóloga
LA MEDIACIÓN COMO ESTRATEGIA POTENCIADORA DEL PENSAMIENTO
Tal y como vimos al inicio de este curso, desde la concepción constructivista se asume que las construcciones de cada estudiante nunca se realizan de manera individual. En contraste, la enseñanza implica un proceso conjunto y compartido en el que los alumnos logran el desarrollo con la ayuda del profesor y también con la de sus compañeros. Es por esto que es necesario planificar de manera sistemática las intervenciones pedagógicas, con el fin de orientar y guiar a nuestros alumnos en su proceso educativo (Coll, et. al., 1999)
En esta misma línea, Lev Vygotsky, psicólogo ruso y autor de teorías e investigaciones relacionadas con el desarrollo y la educación vigentes hasta el día de hoy, señalaba cómo las interacciones de personas del entorno (padres, profesores), así como la cooperación con algunos pares resultan necesarias para lograr el aprendizaje y el desarrollo (Koller, 2011). Vygotsky, desde una concepción social del aprendizaje, en su teoría sobre la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), postula la existencia de dos niveles evolutivos, que es necesario que todo docente considere para programar un aprendizaje de calidad.
El primer nivel, al que llama nivel evolutivo real, es el nivel de desarrollo de las funciones mentales del alumno, es decir, hasta dónde llega solo, sin ningún tipo de ayuda, en distintas tareas de aprendizaje. Por ejemplo, el nivel evolutivo real del alumno es el que logra en una prueba de inteligencia, realizada de manera individual.
El segundo nivel evolutivo, consiste en las tareas que el alumno no puede resolver por sí solo pero sí puede resolver con ciertas ayudas, del profesor, de sus padres o de algún compañero. Por ejemplo, podría ser el nivel alcanzado en la prueba de inteligencia que se mencionaba, pero en la que el alumno puede realizar preguntas y donde el profesor puede intervenir, ofreciendo una ayuda que le hace llegar a niveles superiores a los del caso anterior (Arancibia, Herrera y Strasser, 2013).
Por lo tanto, para Vygotsky, dentro de la ZDP (Zona de Desarrollo Próximo) están las funciones que aún no han terminado de madurar, pero que llegarán a hacerlo. El concepto de ZDP alude al carácter interpersonal del aprendizaje, en que éste depende tanto de las características individuales como del contexto (profesores, padres o compañeros más competentes) (Arancibia, Herrera y Strasser, 2013).
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La relación de colaboración que se da entre el alumno y el maestro, genera un plano intersubjetivo en el que el alumno llega a emplear signos que voluntariamente aún no puede ejercer, pero que, gracias a la colaboración entre las partes, podrá internalizar pronto apropiándose de ellos. De esta manera, el estudiante podrá reconstruir internamente una operación externa, transformándola desde el plano interpersonal a uno intrapersonal que contendrá los significados sociales adquiridos de su contexto sociocultural gracias al lenguaje que actúa como herramienta mediadora (Arancibia, Herrera y Strasser, 2013).
Vygotsky, quien concibe el aprendizaje como un proceso social, incorporó el término de mediación, ya que, para él, la enseñanza constituye el medio por el cual progresa el desarrollo. En este sentido, la mediación es la forma de interacción pedagógica que lleva a la generación de experiencias positivas de aprendizaje, principal dispositivo de aprendizaje y desarrollo emocional de las personas. Mediar implica entonces transmitir cultura, códigos, valores y normas desde una dimensión educativa, debido a que actúa con intención de intervenir sobre las competencias cognitivas de los alumnos. La mediación permite la transformación, construcción y modificación de las personas (Escobar, 2011).
Llamamos mediación pedagógica, entonces, al tratamiento de contenidos y de las formas de expresión de los diferentes temas para hacer posible el acto educativo, dentro del horizonte de una educación concebida como participación, creatividad, expresividad y relacionalidad (Prieto, 1999). Teniendo en cuenta esta definición y este enfoque educativo, el educador sería un asesor pedagógico, un mediador que debe facilitar el autoaprendizaje, la construcción de conocimientos, la actitud investigativa y la participación del educando, contribuyendo a que la educación se experimente como una actividad lúdica, creativa y placentera. Así, a través de la mediación, se lleva al estudiante a niveles que no alcanzaría de manera individual pero se espera que este proceso de mediación, de carácter transitorio, conduzca en un tiempo al logro autónomo de tales niveles.
Es importante destacar que no toda interacción social que se produzca dentro de la sala de clases se considera mediación pedagógica o ayuda adecuada para desarrollar las potencialidades de los estudiantes. En primer lugar, la enseñanza debe apuntar no a lo que el alumno ya sabe, ni a los comportamientos que ya domina (nivel evolutivo real), sino a aquello que no conoce, no realiza o no domina suficientemente.
De esta forma, para favorecer aprendizajes significativos en el alumno, deben crearse puentes entre lo que el alumno ya conoce (nivel evolutivo real) y aquello que necesita conocer para asimilar significativamente los nuevos conocimientos (ZDP, que conduce al nivel de desarrollo potencial) (Pimienta, 2012). Así, inicialmente el maestro debe identificar lo que los alumnos ya saben realizar de manera autónoma (nivel evolutivo real) y proponer tareas que estén en la ZDP (aquello que aún no realizan de manera autónoma pero sí con ayuda del profesor o de algún compañero). Sin embargo, esta exigencia ha de ir acompañada de ayudas, apoyos intelectuales o emocionales que permitan a los alumnos superar las exigencias, retos y desafíos (Coll, 1999). Por lo tanto, el profesor debe planificar adecuadamente aspectos como cuál será el nivel de ayuda necesario o cuál es el momento adecuado para ofrecer las ayudas a los alumnos.
A la hora de planificar estas ayudas pedagógicas, Coll (1999) enfatiza la necesidad de considerar que una misma forma de intervención o actuación del profesor puede, en un momento dado y con unos alumnos dados, servir como ayuda ajustada y favorecer el desarrollo y, en otro momento y con otros alumnos, no servir a tal fin. Por lo tanto, la enseñanza no puede, desde esta perspectiva, limitarse a proporcionar siempre el mismo tipo de ayudas ni a intervenir de manera homogénea e idéntica en cada uno de los casos. A veces hay que responder de manera directa al alumno, otras hay que reformular la información, otras hay que dirigir la pregunta al resto de la clase, etc.
La valoración de hasta qué punto una determinada ayuda resulta o no adecuada en una situación concreta depende, en gran medida, del momento del proceso de enseñanza-aprendizaje en el que nos encontremos. Por ello, los alumnos requerirán diferentes ayudas de un nivel y grado determinado cuando se inician en una materia o contenido que cuando ya han tenido varias sesiones de instrucción sobre la misma.
Esta mediación, estas ayudas que ofrecemos como docentes, han de promover que los alumnos tengan una postura activa en su proceso de aprendizaje, lo que implica que reflexionen y se cuestionen sus errores, para profundizar y avanzar en el aprendizaje. Es por esto que, aspectos como sustituir el error de un alumno por el llamado de respuesta de otro estudiante, dar nuestra respuesta correcta de expertos para dar cuenta de un error, apurar a los alumnos o no entregar retroalimentación, son intervenciones que impiden la reflexión y construcción del aprendizaje por parte de los alumnos.
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A continuación, se ofrecen sugerencias para crear Zonas de Desarrollo Próximo e intervenir en ellas de modo efectivo, sin olvidar que el profesor debe planificar las ayudas para cada contenido concreto, para cada grupo de alumnos concretos y para cada momento concreto (Coll, 1999):
- Dar sentido a cada una de las actividades que se realizan con los alumnos, insertándolas en el ámbito de marcos u objetivos más amplios.
- Permitir la participación de todos los alumnos en las distintas actividades y tareas, incluso si su nivel de competencia, su interés o sus conocimientos resultan en un primer momento muy escasos y poco adecuados.
- Establecer un clima, afectivo y emocional, basado en la confianza, la seguridad y la aceptación mutuas, en el que tengan cabida la curiosidad, la capacidad de sorpresa y el interés por el conocimiento en sí mismo.
- Introducir modificaciones y ajustes específicos, tanto en la programación más amplia como en el desarrollo “sobre la marcha” de la propia actuación en función de la información obtenida a partir de las actuaciones, procesos y resultados que se observan en los alumnos. Por ejemplo: frenar o acelerar una explicación, modificar el orden que inicialmente se había previsto en la exposición ante la pregunta de un alumno, aprovechar una intervención relevante en un debate para introducir elementos o relaciones que inicialmente no se habían previsto, ampliar actividades, buscar diferentes ejercicios a los que se habían planificado inicialmente, etc. Para lo anterior se requiere una observación y evaluación continua de los alumnos.
- Promover el uso y profundización autónoma por parte de los alumnos de conocimientos que se están aprendiendo. Para ello, deben dejarse espacios dentro de la sala de clases donde los alumnos, casi sin ayuda, deban poner en práctica lo que han aprendido. Asimismo, implica el uso de recursos y ayudas que fomenten en los alumnos el aprendizaje de estrategias y habilidades que les permitan seguir aprendiendo de manera autónoma controlar y regular de manera más eficaz sus propios procesos de aprendizaje presentes y futuros. Por ejemplo, un profesor puede organizar su clase donde al inicio de un tema él tiene el mayor peso y responsabilidad (realiza exposiciones, dirige actividades), para, una vez que se han adquirido los elementos principales de la materia, pasar progresivamente a actividades y formas de organización que supongan mayor demanda de uso autónomo por parte de los alumnos (trabajos de investigación, trabajos en grupo, exposiciones orales).
- Establecer relaciones constantes y explícitas entre los nuevos contenidos y los conocimientos previos.
- Utilizar el lenguaje de la manera más clara y explícita posible.
- Emplear el lenguaje para recontextualizar y reconceptualizar la experiencia.
Finalmente, dentro de este apartado de mediación no podemos obviar las aportaciones de Reuven Feuerstein, quien fue un importante psicólogo y pedagogo israelí dedicado a estudiar la inteligencia, los procesos de pensamiento y las estrategias pedagógicas que en mayor medida favorecían el aprendizaje. Sus teorías se caracterizan por un gran optimismo y creencia en el otro, postulando que todas las personas pueden tener un desarrollo de su potencial de aprendizaje (Orrú, 2003).
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