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La Clínica Y Su Racionalidad

cukicukicuki17 de Noviembre de 2014

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

CATEDRA: CLINICA DE ADULTOS

TITULAR: Diana Rabinovich 

TEMA: LA CLÍNICA Y SU RACIONALIDAD. El rigor ético. La regla fundamental, la transferencia. Lo imaginario, lo simbólico y lo real.

Quisiera comenzar diciendo que para mí, y para muchos de los aquí presentes volver a la facultad, luego de largos años de ausencia, en mi caso 18, a una facultad a una Argentina que ha recuperado su democracia, no puede menos que ser emocionante. Esperamos también que esta vuelta lleve a la carrera de Psicología a recuperar el nivel que una vez tuvo y su importancia dentro del contexto latinoamericano.

Quienes cursan Clínica de Adultos son en su mayoría, alumnos a punto de recibirse, a punto de comenzar su ejercicio profesional, que supongo será clínico en la medida en que ésta es una materia electiva y que la inscripción en la misma supone un interés por la clínica.

El diseño del programa de prácticos responde a la preocupación de introducirlos, así sea en una mínima medida, en la dimensión de la práctica clínica. Además de los prácticos tradicionales, harán ustedes un pasaje por los hospitales. Lamentablemente dado con la rapidez que tuvimos que preparar las cosas, y dado lo breve del cuatrimestre, este pasaje no se realizará con toda la amplitud e intensidad que una cátedra de clínica exige. Esperemos subsanar parte de estas dificultades el cuatrimestre próximo. En el actual, tendrán ustedes la oportunidad de asistir a entrevistas de admisión en el Servicio de Psicopatología del Policlínico Díaz de Alfaro de Lanús, entrevistas que podrán observar a través de la cámara Gessell, y en cuya discusión posterior participarán. Agradezco aquí la colaboración de la Lic. Alicia Yocoi, coordinadora del Equipo de Adultos, quien se encargará de coordinar esta tarea. Por otro lado cada alumno asistirá a una entrevista individual con un admisor, en Lanús y en ciertos Servicios de la Municipalidad de Bs. As., quien también amablemente nos ha prestado su colaboración.

Tendrán ustedes además los miércoles de 17 a 18.30 hs. Un Ateneo Clínico, actividad que no es obligatoria, pero que sí recomendamos especialmente. Los ateneos forman una parte importante de nuestro trabajo cotidiano en la clínica, la discusión de casos es uno de los puntos centrales de nuestra formación. Estos ateneos están programados siguiendo el orden del programa de los teóricos y los prácticos, e ilustrarán dichos puntos. Lamentablemente estos ateneos no podrán ser grabados. Ello se debe a que en lugar de usar los casos clásicos de la literatura analítica, como por ejemplo el caso Dora, hemos preferido presentarles casos actuales, casos que muestren como es la práctica hoy, en nuestra ciudad y en nuestra lengua. Esta actualidad de los casos es precisamente lo que hace imposible su publicación, creo que todos ustedes pueden deducir las razones obvias que, por ética profesional, lo impiden. La responsabilidad de los Ateneos será de Diana de Álvarez, adjunta de la cátedra, que participará en su conjunto del Ateneo, pues los casos que se presentarán son casos tratados por los diferentes miembros de la cátedra.

El programa de la materia está organizado desde una perspectiva freudiana y lacaniana, esta perspectiva implica un enfoque de la clínica que es fundamentalmente ético, no solo en el sentido de la discreción profesional a la que aludí antes, sino en un sentido mucho más amplio que iremos desarrollando a través de todo el cuatrimestre. La clínica desde una perspectiva psicoanalítica es inseparable de una ética, ética que la diferencia de la clínica psiquiátrica o de otras formas de clínica psicológica. Hace pocos días leía en la solapa de un libro de Jay Hayley, teórico de la terapia familiar muy conocido, su opinión según la cual la crítica que él le hacía al psicoanálisis, e incluso a la terapia de Carl Rogers, que para nada es un psicoanalista, y a todas las formas de terapias derivadas del psicoanálisis, consistía en que se había caracterizado por el rechazo a toda manipulación del paciente, limitando así su operatividad. Diría que este reproche es más bien un motivo de orgullo, que se respeta al deseo, a la particularidad de quien viene a buscar ayuda, es un rasgo ineliminable del psicoanálisis.

Freud mismo, desde el inicio de su trabajo, se opuso a toda manipulación, incluso en sus formas más sutiles como lo es por ejemplo la sugestión. La clínica psicoanalítica es una clínica muy particular. La clínica médica, como lo describió Michel Foucault, es una clínica que se centra en la mirada, en enfocar a su paciente como objeto que la mirada médica atraviesa. La clínica analítica no solo se centra en la escucha, sino que su objeto está vinculada indisolublemente a la subjetividad de quien padece, elemento que es ineliminable, ineliminable de una clínica cuyo instrumento es por excelencia la palabra, y donde hay palabra o sea lenguaje la subjetividad es imposible de eliminar.

Es útil recordar que la palabra clínica proviene etimológicamente del griego KLINIKOS, que pasó al latín CLINICUS, que quiere decir: quien visita al que guarda cama. A mediados del 1600 su uso se generaliza en francés, idioma del que pasa al inglés y al castellano. Clínica, ya designaba en la medicina griega, la medicina no empírica, el término empírico aludía al clínico como práctico, como desprovisto de fundamentos teóricos, el que asistía al enfermo sin fundamentos racionales. Así, los dos elementos que caracterizan el término clínica son: el estar junto al lecho, el contacto directo con quien padece la enfermedad, física o psíquica; por otro, se opone a la empírea, en tanto la clínica asume una vocación de racionalidad articulada con la particularidad de cada caso.

La clínica psicoanalítica es una clínica centrada en la particularidad del caso, lo cual no implica irracionalidad alguna. Freud y Lacan fueron ambos racionalistas, y no aceptaron fundar una clínica basada en la intuición, en una intuición imposible de comunicar. Esta clínica de la particularidad tiene sin embargo su articulación con lo general, con lo universal, articulación que pasa por la estructura del síntoma. Si tenemos universales a nivel de la histeria, de la fobia o de la neurosis obsesiva, de la psicosis paranoica, de la esquizofrenia. A nivel de cuadros clínicos que encontramos entonces la posibilidad de decir universal, o sea de hacer una formulación del siguiente tipo: todo histérico..., o todo paranoico, pues es eso lo que implica decir que podemos llevar a cabo una articulación universal. El desafío clínico pasa precisamente por la articulación entre esa universalidad que la estructura del síntoma brinda y la particularidad de los significantes, de las fantasías y del orden simbólico de cada uno de los pacientes que enfrentamos.

El rigor ético implica precisamente tomar en cuenta la racionalidad según la cual lo particular y lo universal se articulan en cada caso concreto. A esto se debe a que en la historia del psicoanálisis los casos tengan nombre, hablamos del caso Dora o Juanito de Freud, del caso Piggle de Winnicott, del caso Richard de Klein o del caso Aimés de Lacan. Y observen que unimos dos nombres, el del paciente y el del analista, es decir que también hay particularidades que se vinculan a quien trata el caso, que no hay exposición posible de un caso sin compromiso de quien conduce la cura. El rigor ético también se vincula a este punto, al compromiso del analista con cada caso, a su forma particular de dirigir la cura. Lacan, en el camino trazado por Freud cuando éste rechaza la sugestión y la hipnosis, dice que el psicoanálisis se caracteriza por no ser una psicoterapia. Esa formulación se ha prestado a muchas confusiones y malos entendidos. Se cree que Lacan rechaza el pedido de ayuda de quien nos consulta, cosa que sí aceptaría la psicoterapia. Creo, sin embargo, que no es así como debemos entender esa función, el psicoanálisis efectivamente apunta a aliviar el padecimiento del sujeto, pero ocurre que define ese padecimiento de un modo que le es peculiar, un padecimiento que en Freud asume la forma de un “sufrir de recuerdos” y en Lacan la de un padecimiento “causado porque somos seres hablantes”, o sea un padecimiento dependiente del lenguaje. Quien conduce a un sujeto por el camino de la búsqueda de las determinaciones inconscientes de su padecer tiene responsabilidades muy especiales. Para Lacan la psicoterapia es, desde este punto de vista, no el de la “ayuda”, una mistificación. Veamos cómo define Lacan a la mistificación: mistificación es todo proceso que oculta al sujeto el origen de los efectos de su propia acción. Una clínica es una mistificación cuando quien la ejerce, cualquiera sea la modificación que asuma, desconoce el origen de los efectos de su acción. ¿Cuál es entonces el origen de los efectos de la psicoanalítica?

Hagamos un poco de historia, aunque les aclaro que le he pedido al Lic. Hugo Vezzetti, delegado normalizador de la carrera, que ha estudiado en especial la historia de las ideas en lo relativo a la así llamada enfermedad mental, que el 15 nos dé una clase sobre la historia del concepto clínica. La clínica psicoanalítica surge a partir de la renuncia de Freud al método catártico, surge como un acto de confianza de Freud hacia la palabra de sus pacientes, sobre todo las histéricas. Este acto de confianza en lo que a esa histérica talentosa que fue Anna O, llamó la “talking cure”, marca el nacimiento del Psicoanálisis. El único instrumento en el que se apoya la clínica psicoanalítica es la palabra en cuanto tal; esto implica que todo método que pretenda desconocer

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