La Determinacion

La metáfora en la que se visualiza al logro como una competencia o como una carrera, recuerda la fábula de Esopo de la liebre y la tortuga. Esta historia tantas veces contada, que muchos de nosotros escuchamos cuando éramos niños, predica el valor de ser determinado, no importa lo dispareja que pueda parecer la competencia o lo lejos que parezca estar la meta. En la línea de salida, se espera que sea la liebre quien gane la competencia. Efectivamente, la liebre supera rápidamente a la tortuga, acumulando una ventaja tan grande que se acuesta para tomar una siesta a mitad de carrera. Cuando la liebre se despierta, la tortuga, que todo el tiempo ha estado caminando hacia su destino, está tan cerca de la línea de meta que termina ganando la competencia.

Puede ser obvio que en la vida se requiere de esfuerzo y resistencia para lograr cualquier cosa que valga la pena. Pero ¿qué tan sencillo es recordar este hecho en aquellos momentos en los que nos sentimos como la tortuga, en relación con nuestros compañeros que aparentan ser liebres? ¿Quién de nosotros persiste aún cuando se ve rebasado por aquellos que son más fuertes, más rápidos y/o más inteligentes? ¿Quién de nosotros se mantiene en marcha, persiguiendo el objetivo inicial en lugar de cambiar de rumbo o incluso de dirección ante un tropiezo? ¿Quién vive la vida como si fuera un maratón, y no una carrera de velocidad?

Midiendo la determinación

El reconocimiento de la necesidad hacia el trabajo duro y la persistencia es milenario y universal. Sin embargo, cada individuo muestra una diferente resistencia y fuerza de voluntad cuando se trata de lograr metas a largo plazo. Individuos determinados, serán más parecidos a la tortuga, que se distinguen por su propensión a mantener el esfuerzo y el interés durante años, a pesar del fracaso, la adversidad y los estancamientos en su camino. Los individuos con menos determinación, por el contrario, se desaniman fácilmente, tienden a tomar “siestas” a mitad del camino, y con frecuencia se “despistan”, pues se desvían ante novedades que distraen su atención.

Psicólogos de principios del siglo 20 intentaron medir los niveles de persistencia utilizando tareas de fortaleza física y el esfuerzo mental. Pero si la determinación observada en esos ejercicios controlados, refleja las mismas tendencias o rasgos que inclinan a los individuos hacia la tenaz persecución de sus objetivos a lo largo de meses y años es una pregunta aún sin respuesta.

Un método de medición alternativo, consiste en pedir a los encuestados que juzguen su propia tendencia hacia la persistencia en la búsqueda de metas en el tiempo, o bien, que juzguen la de otro individuo. Por ejemplo, en uno de los primeros estudios publicados sobre la personalidad, Edward Webb encontró que en las calificaciones asignadas por los maestros a sus estudiantes había un factor de éxito en común (entre otros elementos): la “tendencia a no abandonar las tareas ante los obstáculos”. Webb interpreta estos elementos dentro de un factor muy general de fortaleza de carácter que él llamó la voluntad.

Regularmente medimos la determinación usando encuestas, cuestionarios o autoevaluaciones. Hemos encontrado que la determinación se aleja del comportamiento general de un individuo confiable, con dominio propio, ordenado y trabajador, poniendo más bien énfasis en la resistencia a largo plazo en lugar de la intensidad a corto plazo.

Los hallazgos de nuestro laboratorio

Nuestra investigación sugiere que el talento prodigioso no es garantía de determinación. De hecho, en la mayoría de las observaciones, la determinación y el talento muestran una correlación negativa. Así como las personas con talento son, en promedio, menos determinados, las personas que son a la vez de gran talento y muy determinados son particularmente poco comunes. Una hipótesis que pretendemos probar en futuras investigaciones es que las personas con talento, para quienes el aprendizaje y el progreso llegará fácilmente, tienen menos oportunidades (o, más acertadamente, tienen menos necesidades) para desarrollar un enfoque flexible ante el fracaso y los contratiempos.

En nuestros análisis, la determinación aumenta monótonamente a lo largo de la edad adulta. Una posibilidad es que las personas tienen una creciente apreciación de la eficacia que rinde el esfuerzo sostenido a medida que envejecen. Por otra parte, en consonancia con la literatura sobre la formación de la identidad, puede ser que el valor de la especialización frente a la exploración de diversas actividades cambia a medida que envejecemos. A temprana edad en la vida, puede tener más sentido privilegiar la exploración sobre la especialización. Hasta que desarrollamos una sólida comprensión de nuestros propios intereses y habilidades inherentes, puede tener sentido el comprometerse con metas de largo plazo o metas de vida. Más adelante en el desarrollo personal, es posible buscar y encontrar una vocación particular, sobre todo porque la división del trabajo en nuestra economía moderna tiende a premiar la especialización.

En la mayor parte de nuestra investigación nos preguntamos si la determinación predice objetivamente resultados de éxito, incluso teniendo en cuenta las diferencias individuales en habilidades y competencias. Por ejemplo, entre los cadetes militares de West Point que entran en su primer verano de formación -una transición de la vida civil a la vida militar conocida coloquialmente como “Cuartel Beast"- los cadetes más determinados eran menos propensos a abandonar los estudios. Por el contrario, un índice de talento llamado

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