La Genealogía De La Moral - Friedrich Nietzsche - Control De Lectura
efgarduno11 de Junio de 2012
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CONTROL DE LECTURA
TÍTIULO DEL LIBRO:
La genealogía de la moral
BIOGRAFÍA DEL AUTOR:
Nietzsche, Friedrich
Nacionalidad: Alemania
Röcken 1844 - 1900
Filósofo
Hijo de un pastor protestante, a los cuatro años quedó huérfano de padre, falleciendo poco más tarde su hermano. Se formó en filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, orientándose al estudio de la teología y la filosofía. Participó en la guerra franco-prusiana (1870-71), en el cuerpo de sanidad. Hubo de abandonar el servicio militar tras caer de un caballo.
Fue profesor de lengua y literatura griegas en la Universidad de Basilea, donde conocerá a Richard Wagner. Ambos entablarán una relación de amistad que, con el paso del tiempo, quedará rota (1869). Sin embargo, la música del primero influirá poderosamente en Nietzsche.
En 1878 hubo de abandonar la docencia por enfermedad. Una modesta pensión le permitirá viajar por Suiza, Italia y Túnez. En Roma conocerá a Lou André-Salomé, a la que pedirá en matrimonio. Sin embargo, el rechazo de ésta supone para Nietzsche una fuerte depresión. En Turín, en 1889, le atacará la locura, producida por una parálisis cerebral atribuida bien a una antigua sífilis, bien a caracteres genéticos. Fue internado en un sanatorio en Basilea, donde recibió los cuidados de su madre y su hermana. La enfermedad ya no le abandonará hasta su muerte, que se producirá en Weimar, en 1900.
La lectura durante su estancia en Leipzig de "El mundo como voluntad y representación", de Schopenhauer, influyó grandemente en su pensamiento. Poseedor de un gran talento literario, huyo de la exposición sistemática de sus ideas, recurriendo a una prosa revestida de gran expresividad poética.
Su idea central es la afirmación de la voluntad como motor de la vida humana frente a la tiranía impuesta por la razón. Es por ello un autor vitalista, intuitivo, emocional, pues supone que los esquemas y sistemas que la razón impone no son sino rígidos corsés que impiden el libre desenvolvimiento de lo humano. A diferencia de Schopenhauer, la voluntad "nietzscheana" se reviste de optimismo.
La razón, que en sus primeras obras identifica con el "espíritu apolíneo", se opone a la voluntad humana, que Nietzsche define como "espíritu dionisíaco", esto es, libre, vitalista, hedonista, irreflexivo.
Fue también capaz de elaborar una de las primeras críticas a la moral burguesa, heredera de la filosofía griega -en especial Platón-, el cristianismo y la Ilustración. Despreciaba la escala de valores que la burguesía proponía, que considera fruto del resentimiento y la debilidad. Su tesis es que, al proponer como valores la humildad, la utilidad o la benevolencia, la moral burguesa es propia de espíritus débiles y apocados, no de hombres libres, "señores". En estos hombres libres está la posibilidad de llegar a ser lo que Nietzsche define como "superhombres", cuyo ámbito de actuación no está sujeto a restricciones y se halla, por ello, más allá del bien y del mal. En este momento, el "superhombre" es un espíritu vitalista, liberado, y puede mostrar la que es la principal de sus características: la fortaleza, la potencia, la voluntad de dominación.
La influencia del evolucionismo de Darwin se halla presente en el pensamiento de Nietzsche, si bien con grandes matizaciones. El estadio superior de desarrollo humano corresponde al "superhombre", con lo que contempla la historia como un proceso de perfeccionamiento y mejora, en el que el hombre, tras superar etapas anteriores caracterizadas por la debilidad y el acomplejamiento, es capaz de imponer su voluntad de poder y dominio sobre todo lo que le rodea. Esta doble capacidad humana, de destrucción de las antiguas y obsoletas restricciones, y de creación a partir de su propia voluntad, es lo que le asimila a la divinidad, a Dios. Precisamente el hombre comprende ahora que Dios no fue sino un instrumento de su propia creación, una herramienta útil tan sólo en etapas anteriores de debilidad y minusvalía. Al tomar conciencia de su propio poder, el "superhombre" destruye a un Dios que ya no necesita y pasa a ocupar su lugar: "Dios ha muerto", dirá Nietzsche.
Sin embargo, desprecia la linealidad de la concepción tradicional de la historia e introduce un nuevo elemento: la circularidad. Con ello, la historia se asimila a una noria que gira constantemente y en la que los acontecimientos se repiten sin cesar, en un "eterno retorno" causado por la finitud del universo y el número limitado de los elementos que lo componen.
Las obras de Nietzsche reflejan la evolución de su propio pensamiento. Así, en la primera etapa, marcada por la aportación de la dicotomía apolíneo/dionisíaco, realiza un análisis de la filosofía griega, que corresponde la escritura de "El origen de la tragedia" (1872) y "Consideraciones extemporáneas" (1873-76). Es en estas obras donde muestra su crítica al imperio de la razón sobre la voluntad humana, impuesto primero por los griegos y continuado por el cristianismo.
La publicación de "Humano, demasiado humano" (1878), "Aurora" (1881) y "La gaya ciencia" (1882) marcan una segunda etapa en su pensamiento, en la que Nietzsche profundiza en su ateísmo. Sin embargo, realiza ciertas concesiones a la razón, al homenajear a la figura de Voltaire en la primera parte de "Humano, demasiado humano". Tras ello, en "Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales", inicia su feroz ataque sobre la moral tradicional cristiana, representada en ese momento por la burguesía. Nietzsche dirá: "La humanidad no marcha por el camino recto porque ha sido gobernada por los fracasados, los astutos vengativos, los llamados "santos", esos calumniadores del mundo y violadores del hombre".
A finales de la década de los ochenta inicia un período de fecunda actividad. Es ahora cuando publica "Así habló Zaratustra" (1883-85), "Más allá del bien y del mal, preludio de una filosofía del futuro" (1886), "La genealogía de la moral" (1887), y las editadas póstumamente: "Ecce homo", "El Anticristo, maldición contra el cristianismo", "Ditirambos de Dionisio", "El caso Wagner, un problema para amantes de la música", "Crepúsculo de los ídolos o cómo filosofar a martillazos" y "La voluntad de poder" (1906). Es en esta etapa donde se reafirma en su crítica a la moral cristiano-burguesa, en su ateísmo, y donde perfila los conceptos de "superhombre", "voluntad de poder" y "eterno retorno".
La dificultad de interpretación del pensamiento "nietzscheano", provocada a partes iguales por la ambigüedad de sus expresiones y la manipulación de sus escritos publicados tras su muerte a cargo de su hermana, ha generado diversas apropiaciones de la figura y pensamiento del filósofo alemán. Así ha ocurrido con el nazismo, que se apropió de un concepto de "superhombre" simplificado y tergiversado, cercano a sus propios intereses. Por su parte, el marxismo realizó su propia interpretación, entendiendo al "superhombre" como la culminación de la dialéctica histórica representada por la lucha de clases. Con mayor profundidad y capacidad de aproximación, los trabajos de otro filósofo, Martín Heidegger, permiten conocer y comprender el pensamiento de Nietzsche en su globalidad y contexto.
• Por qué soy tan sabio
La felicidad de mi existencia, tal vez su carácter único, se debe a su fatalidad. Mi padre murió a los treinta y seis años: era delicado, amable y enfermizo, como un ser destinado tan sólo a pasar de largo, más una bondadosa evocación de la vida que la vida misma. En el mismo año en que su vida se hundió, se hundió también la mía.
Considero yo la dialéctica como síntoma de décadence, por ejemplo en el caso más famoso de todos: en el caso de Sócrates.
Recobrar la salud significa en mí una serie larga, demasiado larga, de años, también significa a la vez, por desgracia, recaída, hundimiento, periodicidad de una especie de décadence. Después de todo esto, ¿necesito decir que yo soy experto en cuestiones de décadence. Me puse a mí mismo en mis manos, me sané yo a mí mismo.
Considero un gran privilegio el haber tenido el padre que tuve. Cuando busco la antítesis más profunda de mí mismo, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana.
Siglos habría que retroceder para encontrar a esta raza, la más noble que ha exis tido en la tierra, con la misma pureza de instintos con que yo la represento.
Mi forma de saldar cuentas consiste en enviar como respuesta a la tontería, lo más pronto posible, algo inteligente: acaso así sea posible repararla todavía. Dicho en imágenes: envío una caja de confites para desembarazarme de una historia agria. Basta con que a mí se me haga algo malo para que yo «ajuste cuentas», de eso estese seguro: pronto encuentro una ocasión para expresar mi gratitud al «malhechor» (a veces incluso por su infamia) o para pedirle algo, lo que puede resultar más cortés que el dar algo. Me parece asimismo que la palabra más grosera, la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
El propio estar enfermo es una especie de resentimiento. Contra esto el enfermo no tiene más que un gran
remedio: yo lo llamo el fatalismo ruso, aquel fatalismo sin rebelión que hace que un soldado ruso a quien
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