La Genealogía de la Moral FRIEDRICH NIETZSCHE
antilope9Apuntes21 de Noviembre de 2018
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La Genealogía de la Moral
FRIEDRICH NIETZSCHE
Nietzsche, F. (2007). La Genealogía de la Moral. Buenos Aires, Argentina: Grafico
ESTUDIO PRELIMINAR
La Genealogía de la Moral, se trata de: una acumulación de documentos que el mismo Nietzsche ha recopilado, para retratar la psicología del Cristianismo, luego la psicología de la conciencia, y finalmente la psicología del sacerdote.
{“Psicología: haciendo referencia al esbozo de una lógica, que también podría haberse llamado “la lógica de la moral”}.
Nietzsche toma como objeto de La Genealogía de la Moral, aquello que había sido considerado como “la cosa en si”: los sentimientos, los instintos, la conciencia, el amor. Valores en sí mismos. Es muy probable que la moral en si misma sea entonces un prejuicio. No existe un origen divino y absoluto de los valores, antes bien, existen ciertas condiciones materiales que determinaron su surgimiento. Pg.3
“Por el contrario, la moral es una de las formas de de la debilidad, del rechazo mismo a todo instinto, a toda fuerza vital. Su función es precisamente, la domesticación de la fuerza creadora con miras a la nivelación de todas las diferencias con un único propósito: establecer el mas basto dominio sobre todo aquello que atenta contra el imperio de la moral. Y todo ello es posible gracias a la mentira, a la falsificación, al mito de la revelación.” Pg. 4
La Genealogía de la Moral considera a la moral como la prueba misma de la debilidad del hombre. La moral es la forma de un renunciamiento general a los instintos en nombre de lo “sagrado”. Gracias a este procedimiento, la moral encubre la debilidad y la cobardíade la cual es deudora. Así, La Genealogía de la Moral muestra lo “divino”, lo “metafísico” como el atajo que le permite al hombre instalarse en la debilidad sin sentir horror por ello. Pg. 5
Hacer la Genealogía de la Moral, de los valores, del conocimiento, implica retirarla de lo sagrado, mostrarla como la forma de una renuncia ante lo más valioso del hombre: su instinto. Pg. 5
El instinto, entonces, es la única fuerza capaz de dar un paso más allá de la moral, pero no ya en dirección a lo perverso, sino en dirección a una “ética” que reclama los derechos de una “singularidad” frente a la nivelación moralizante que anula y ahoga toda diferencia a favor de lo “uno” y de lo “universal”. Se trata, precisamente, de una “ética del deseo”. Pg. 5
El “instinto” nietzscheano es uno de los nombres de esa ética que logra superar el umbral de la moral niveladora y universal en dirección a lo más noble y puro que reside en lo humano, es decir, el principio creador que lo llevara de ser un hombre alcanzado por la divinidad, a un hombre humano, es decir: un superhombre. Y en el proceso de devenir “humano”, el hombre deja de ser divino y sagrado para instaurar un nuevo reino de la responsabilidad. La Genealogía de la Moral demuestra que en la moral no hay “responsabilidad” sino acontecimiento, obediencia, renuncia, debilidad, sometimiento. El hombre participa de lo “universal” y se refugia en su interior. La moral le propone al hombre universal una forma de rehuir ante lo mas propio y valioso que reside en el; es decir, la fuerza de su interior. Pg. 6
La función de la moral ha establecido una especie de marca divisoria y ha monopolizado par si misma no solo lo que le pertenece, sino también lo que la excede. Y es asi que ha llamado inmoral lo que se aparta de sus preceptos, y moral aquello que se incluye en ellos. Pg. 7
La Genealogía de la Moral destituye este monopolio y revela que más allá de la moral, lejos de residir lo perverso, reside lo sublime. La mirada de la moral es miope para ver más allá de lo que ella prescribe, porque solo puede ver lo que es igual a sí misma, y condenar lo que no se le parece. Pg. 7
El cuerpo ha sido como la superficie donde la moral ha escrito sus preceptos, sus elogios, sus censuras. La Genealogía de la Moral incide en ese umbral donde el cuerpo se impregna de estos mensajes, y donde estos mensajes avasallan el cuerpo. La moral ascética, rígida, que impone sufrimientos y abstinencias en nombre de un valor universal, avasalla el cuerpo. Pg. 7
Cuerpo y moral se articulan, se escriben mutuamente. La Genealogía de la Moral libera al cuerpo, libera sus instintos, viene a mostrar los pliegues donde la moral ha escrito sus sentencias, sus preceptos, y donde el cuerpo se articula con la historia, y la historia con el cuerpo. Pg. 8. La Genealogía de la Moral libera al cuerpo en ese pliegue donde el cuerpo y la historia se escriben mutuamente.
La Genealogía de la Moral consiste en la re-escritura de la historia a la luz de la moral, como encubrimiento de la debilidad y justificación de la renuncia a lo más noble que reside en el hombre, es decir: el deseo. Pg.8
Sergio Albano.
PROLOGO
1
Nosotros, lo que conocemos, nos desconocemos a nosotros mismos y de ello resulta que nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos; esto puede ser explicado. Ocurre, que jamás nos hemos buscado, y entonces, ¿de qué modo podría producirse un día “nuestro encuentro”? Y con mucha razón se ha afirmado: “allí donde reside tu tesoro, allí también reside tu corazón”; y nuestro tesoro estará allí donde se afirman las colmenas de nuestro conocimiento. Y estamos destinados a ellas como animales alados que somos y como recolectores de la miel del espíritu, y nuestra preocupación esencial consiste en una sola cosa y es la de llevar a casa algo. En lo concerniente a la vida, a las llamadas vivencias, ¿Quién de nosotros tiene la suficiente serenidad para experimentarlas? ¿O acaso el suficiente tiempo para ellas? Me temo que en tales cuestiones jamás hemos prestado la debida atención “a la cuestión misma”; y ello, porque nuestro corazón no reside allí.
“¿Qué es lo que en realidad hemos vivido ahí?” “¿Quiénes somos nosotros en realidad?”.Cuando esto ocurre, forzosamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, y por ello tenemos que confundirnos con otros[1]. Y tan es así, que en nosotros se constata aquella frase que dice “casa uno es para sí mismo el más lejano”, y en lo que a nosotros concierne somos “desconocidos para nosotros mismos”.
3
¿En qué condiciones invento el hombre esos juicios de valor que se expresan en las palabras “bueno” y “maligno”? ¿Y qué valor tienen ellos mismos? ¿Y hasta el presente, es que han obstaculizado o bien han promovido el desarrollo humano? ¿Son una clara muestra de indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida? ¿O, por el contrario, en ellos debemos ver la manifestación misma de la plenitud, la fuerza, la voluntad de la vida, su valor, su confianza, su futuro?
4
El primer estimulo para dar a conocer algo de mis hipótesis acerca del origen de la moral lo halle en un breve libro: “El origen de los sentimientos morales” su autor, el doctor Paul Rée, publicado en 1877. Tal vez nunca haya leído algo tan semejante a todo aquello que ya había dicho en mi interior.
5
Lo que en verdad a mí me interesaba era el “valor” de a moral. (…) La moderna predilección de los filósofos por la compasión y la moderna sobrevaloración de estas son, en efecto, algo nuevo, porque sobre la carencia de valor de la compasión habían convenido hasta ahora los filósofos. Platón, Spinoza, La Rochefoucauld y Kant, todos ellos concuerdan en un punto: en su menosprecio por la compasión.
6
Este problema del valor de la compasión y de la moral de la compasión parece tratarse de un asunto aislado.
Necesitamos una crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en cuestión el valor mismo de esos valores, y para esto se necesita poseer un conocimiento de las condiciones y circunstancias de su surgimiento, de las circunstancias en las que se desarrollaron y se modificaron (la moral como un resultado, como un síntoma como una máscara, como una hipocresía, como una enfermedad, como un malentendido; pero también la moral como causa, como medicina, como estimulo, como freno, como veneno), un conocimiento que hasta ahora ni ha existido ni tampoco se lo ha deseado o buscado.
Y hasta ahora, no se ha dudado cuando se considera que el hombre “bueno” supera en valor al hombre “maligno”, y que esta superioridad del valor resulta tal, en el sentido de ser algo propicio, útil, ventajoso para el hombre como tal. ¿Qué ocurriría si la verdad fuera precisamente al revés?
¿Y si entonces, por esto mismo, la moral fuese el peligro entre los peligros?
8
Desde luego, para practicar esta modalidad de lectura como arte, se requiere, ante todo, poseer algo que precisamente hoy en día ha sido lo más profundamente olvidado –y por ello mismo ha de pasar mucho tiempo todavía hasta que mis escritos puedan ser legibles- , se debe poseer algo para lo cual es necesario ser casi una vaca y, en todo caso, no un hombre moderno: el rumiar[2].
Friedrich Nietzsche. Sils-Maria, Alta Engadina, Julio de 1887
TRATADO PRIMERO
“BUENO Y MALVADO”, “BUENO Y MALO”
1
Esos psicólogos ingleses, a quienes hasta ahora debemos también los únicos intentos de construir una historia genética de la moral, en sí mismos nos ofrecen un enigma nada desdeñable. Enigmas de carne y hueso. Los encontramos aplicados siempre a la misma obra, la de suprimir en primer lugar la parte vergonzosa de nuestro mundo interior y buscar aquello que es operante, lo normativo, lo decisivo para el desarrollo, justo allí donde el orgullo intelectual menos desearía encontrarlo. ¿Qué es lo que en realidad mueve a tales psicólogos a ir siempre justo en esa dirección? ¿o en fin, un poco de todo, un poco de vulgaridad, un poco de ofuscación, un poco de anticristianismo, un poco de comezón e imperiosa necesidad de pimienta?.
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