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La empatía y su importancia para el desarrollo adolescente


Enviado por   •  22 de Julio de 2014  •  Trabajos  •  2.036 Palabras (9 Páginas)  •  416 Visitas

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ESCALA DE EMPATÍA

1. FICHA TÉCNICA

• Nombre de la escala: Escala básica de empatía.

• Autores: Jolliffe, D. y Farrington, D. P. (2006).

• Nº de ítems: 9.

• Aplicación: Se puede aplicar de forma individual o colectiva a adolescentes a partir de los 12 años.

• Duración: Unos 5 minutos.

• Finalidad: Evaluar dimensiones de la empatía.

• Tipificación: Baremación en centiles según el sexo y la edad.

• Material: Manual, escala y baremos.

2. LA EMPATÍA Y SU IMPORTANCIA PARA EL DESARROLLO ADOLESCENTE

La empatía es una variable relevante si se pretende entender la conducta humana. Por ello podemos encontrar que su estudio ha despertado el interés y la curiosidad de los investigadores desde hace mucho tiempo. Encontramos que el origen del término “empatía” como tal data de 1909, año en el que Titchener hizo una traducción al inglés de término em-patía (empathy), basándose en la etimología griega, cualidad de sentirse dentro, haciendo referencia a la capacidad que puede tener un individuo de comprender a otra persona.

Entre las definiciones de empatía que podemos encontrar en la literatura, una de las más utilizadas es la que la considera como un reacción emocional elicitada y con¬gruente con el estado emocional del otro y que es idéntica o muy similar a lo que la otra persona está sintiendo o podría tener expectativas de sentir (Eisenberg, Zhou y Koller, 2001). Esta definición no está completa si no se incluyen conceptos como: la adopción de perspectiva, tendencia a adoptar el punto de vista de otro, la simpatía, tendencia a preocuparse o sentir interés por el otro, y el malestar personal, tendencia a sentirse intranquilo o incómodo en espacios interpersonales tensos que implican a otros y sus necesidades (Sánchez- Queija, Oliva y Parra, 2006).

Se suele establecer distinciones dentro del concepto de empatía. Pudiéndose hablar de una empatía cognitiva, afectiva, disposicional y situacional. Mientras que la empatía cognitiva haría referencia a la capacidad para comprender al otro, la empatía afectiva iría más allá, ya que sitúa a un individuo en disposición de compartir un sen¬timiento adecuado al estado emocional de otra persona. En cambio la distinción entre empatía disposicional y situacional se establecería en función de la mayor o menor in¬fluencia del contexto. Así, la empatía disposicional sería una capacidad del individuo independiente del contexto, mientras que la empatía situacional, como su nombre indi¬ca, hace alusión a la mayor o menor intensidad en la manifestación de empatía estando supeditada la misma, al contexto de referencia.

El componente cognitivo, que tradicionalmente se ha relacionado con la ver¬tiente disposicional de la empatía, ha suscitado intentos de explicación desde distintas perspectivas, en cambio el componente afectivo no ha resultado tan fácil de dilucidar.

Las relaciones de la empatía con otras variables están despertando un crecien¬te interés científico. Las investigaciones en este campo van encaminadas a demostrar empíricamente las relaciones entre la empatía y variables de la personalidad infanto-juvenil, (Garaigordobil y García de Galdeano, 2006), tales como conducta prosocial, es¬tabilidad emocional, sexo e inteligencia emocional, entre otras.

La empatía, entendida como una respuesta emocional que procede de la com¬presión del estado o situación de otra persona y es similar a lo que ese individuo está sintiendo, es una variable importante de la conducta prosocial (Eisenberg, 2000). Por ello, la empatía es una de la variables que mejor define los comportamientos sociales (Mestre, Frías y Samper, 2004) estando relacionada con las elaboraciones cognitivas y emocionales que favorecen el ajuste adaptativo del individuo.

Con respecto a las relaciones entre la empatía y el sexo se han establecido di¬ferencias en función de esta variable. Según algunos estudios, las mujeres presentan una mayor disposición empática (Davis, 1983; García y Orellana, 2008; Mestre, Frías y Samper, 2004). Este dato es coherente con la mayor presión social que reciben las chicas, que las llevan a valorar más los afectos y a tener en cuenta a los demás. Esta in¬fluencia se manifiesta no sólo en las diferencias entre las variables empatía y sexo, sino también; en su relación con la edad ya que al aumentar los años también se produce un incremento de la empatía (Eisenberg, Zou y Koller, 2001).

Se ha establecido la relación de la variable, que nos ocupa, con la inteligencia emocional, en concreto con su vertiente cognitiva, considerándose la empatía como un elemento del factor de habilidades interpersonales (Barn-On, 2000).

Desde la perspectiva de la Neuropsicología se han aportado evidencias de los ti¬pos de procesos relacionados con la empatía, estableciéndose la distinción entre el proce-samiento de información interna, relativa a los propios pensamientos, y el procesamiento de la información generado de forma externa, y relevante para la acción (Seiz, Nikel y Azari, 2006). Las neuronas espejo se han relacionado con la empatía cognitiva, ya que este tipo de neuronas permiten realizar una representación mental de las acciones y expresiones faciales de los demás. Cuando un individuo percibe a otro sujeto, se codifican dichas ac¬ciones o expresiones faciales, a nivel neurobiológico, lo que permite guiar la conducta del individuo en las relaciones interpersonales (Rizzolatti y Sinigaglia, 2006).

El estado emocional de la empatía también tiene gran influencia sobre el de¬sarrollo del proceso empático. Por ejemplo, las personas que se sienten más felices demuestran mayor empatía, mientras que las personas depresivas se centran en sus propias necesidades de un modo defensivo (Seligman, 2002).

Dada la relación de la empatía con la conducta prosocial y su función inhibidora de la agresividad, es un variable que incide positivamente en la prevención conductas desajustadas, de hecho, los niños y las niñas prosociales tienen un mayor conocimiento empático que los acosadores o los que son víctimas de estos últimos (Warden y Mackin¬non, 2003), de ahí la necesidad de tener presente esta variable en el contexto del marco educacional, con la finalidad de favorecer la adaptación social del individuo.

3.

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