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La forma prístina


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2013  •  Ensayos  •  1.374 Palabras (6 Páginas)  •  291 Visitas

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La forma prístina

La actividad de la restauración arquitectónica como operación para recuperar los valores de un edificio del pasado no es en realidad una actividad moderna, si bien no será hasta el siglo xix cuando se ejerza de una forma casi sistemática, buscándose para ella unos principios.

Ya en el comienzo del siglo se había formado en Roma, en torno a los trabajos del Foro, una inci¬piente Escuela del restauro. Un grupo de arquitec¬tos neoclásicos, entre los que figuran Valadier y Stern, inician la recuperación arqueológica del lu¬gar ocupándose de la consolidación del Coliseo y de los Arcos de Triunfo . La formación clasicista de los restauradores facilitará su interpretación de la Arquitectura romana, obrando a favor de la cali¬dad de los trabajos, no exentos de perfiles críticos diversos. La restauración del Coliseo, de cuyo re¬sultado es la imagen que hoy contemplamos, pon¬drá eficazmente en evidencia la tensión establecida entre la reconstrucción incompleta y el imaginado original mediante el recurso al non-finito, tan peda¬gógico, en este caso, como romántico. La completación del Arco de Tito, que realiza Valadier, reconstruirá la totalidad que parecía exigir su relativo tamaño utilizando la facilidad de la arquitectura académica para realizar una analogía con el lengua¬je romano en favor de una unidad formal no mi¬mética. Ya Ceschi hizo notar como las aprecia¬bles diferencias en los detalles concretos del lenguaje académico mostraban la preocupación del restaurador por atestiguar con ellas la condición reconstruida de algunas partes.

Esta escuela italiana -cuyo más amplio conoci¬miento deberá buscar el lector en obras especializa¬das como la que se ha citado- acusa así desde un primer momento la cuestión dialéctica más impor¬tante de la idea de Restauración: la necesidad del rescate de un edificio del pasado, parcialmente per¬dido o lacerado, enfrentada a la imposibilidad glo¬bal de recobrarlo realmente. Los arquitectos roma¬nos orillaron la contradicción con brillantez y soltura en el Coliseo, apoyados en su escala y en sus particulares condiciones. En elementos menores, como el Arco de Tito, se arriesgaron en un sutil equilibrio entre la proximidad de un lenguaje apoyado en la arquitectura propia y la realidad premeditadamente cuidada de su diferencia.

Sin valorar por lo general éstos y otros antece¬dentes , suele considerarse convencionalmente y debido a su difusión que la restauración moderna en cuanto tal nace con la teoría y las obras de Enugéne Viollet-le-Duc. Es este en verdad, y como es bien sabido, quien tiene la oportunidad de poner en práctica su pensamiento sistemático sobre el tra¬tamiento de los Monumentos del pasado, creando una amplia Escuela. Pero, frente a la sutil ambigüedad de los arquitectos neoclásicos romanos, su actitud será, como tendremos oportunidad de exa¬minar, muy distinta.

Viollet-le-Doc actuará dilatadamente como cerebro profesional y brazo ejecutivo de Próspero Merimée cuando éste desempeña el cargo de Ins¬pector General de los Monumentos franceses en tiempos del Segundo Imperio. Viollet se encargó de ejecutar la demanda de recobrar el antiguo es¬plendor de los edificios que representan a la Mo¬narquía anterior al antiguo régimen, y así, a la nueva, después de las destrucciones de la Revolu¬ción. Vigente en Francia el espíritu romántico, las raíces de la Corona y la Nación querrán identifi¬carse entre sí y ambas con una idealizada Edad Me¬dia. La grandeza de la historia de Francia, vista la Corte absoluta como un mal completo, se entende¬rá reflejada en los Monumentos medievales. Cate¬drales Góticas, Ciudades amuralladas, Abadías y Castillos, profanados tantas veces por los estragos del tiempo, por la incuria de los hombres, por el Arte Clásico y Barroco y por la propia Revolución, querrán ofrecerse como símbolos Imperiales que encarnan una grandeza nueva y antigua, exigiendo la recuperación de su esplendor. La Restauración de Monumentos hará realidad material el deseo de la Monarquía de presentarle a su vez como restau¬radora de una Edad Nacional dorada.

Antes de que Viollet-le-Duc pasara a dirigir, y a realizar tantas veces por sí mismo, estas aspiracio¬nes oficiales, la restauración de Monumentos se practicaba en Francia con muy escaso rigor y dis¬persión de método y fortuna. En las primeras déca¬das del siglo, y hasta bien mediado éste, convivió la dificultad de establecer e introducir objetivos y cri¬terios de acción con la circunstancia de la forma¬ción académica clasicista, de

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