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Lectura Con Niños Agresivos


Enviado por   •  4 de Mayo de 2015  •  2.215 Palabras (9 Páginas)  •  138 Visitas

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Si su hijo golpea a otros niños, reta a los mayores y actúa a menudo con violencia, busque ayuda especializada a la brevedad, ya que esta conducta, lejos de desaparecer por sí misma, suele empeorar y ser causa de bajo rendimiento escolar y problemas de adaptación social más severos de lo que imagina.

La infancia es un período de gran importancia para el establecimiento de relaciones sociales, ya que es una etapa en la que el niño, a través del juego, el trato con familiares y la convivencia en el salón de clases, aprende a expresar sus ideas, manifestar necesidades, crear lazos afectivos y organizarse en el trabajo en equipo.

Varias dificultades pueden presentarse durante este proceso de adquisición de habilidades, siendo de especial preocupación los problemas en la convivencia con otros chicos debido a acciones de violencia y riñas, mismas que ocasionan amonestaciones por parte del personal de centros escolares y maestros, e incluso desencadenan fricciones con otros padres de familia. Sin embargo, cabe aclarar que este problema no inicia por la interacción con otros niños, como puede llegar a pensarse, sino que sus raíces son más profundas.

En efecto, un niño agresivo comienza a formarse desde edades muy tempranas, en concreto "cuando hace pataletas o rabietas porque no se cumplen sus deseos o, siendo más precisos, porque estos berrinches no se manejan adecuadamente, ya sea porque el papá, la mamá o ambos reprimen al pequeño con gritos y golpes, o porque no marcan límites a su conducta", explica la psicóloga Reyna Ana Quero Vásquez, coordinadora del Grupo Psicología, Vida y Cambio (Psivicam) de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi).

Así, las actitudes autoritarias o demasiado permisivas impiden que el niño aprenda a reconocer y manejar adecuadamente sus emociones, y conforme el infante se desarrolla su problema también avanzará "hasta el punto en que comienza a insultar o a golpear a sus compañeritos. Más aún, si no recibe atención alguna, en el futuro tendrá la intención de retar a sus mayores, a las autoridades, y hasta puede incurrir en alguna acción delictiva".

No es por alarmar, pero...

Reyna Quero, quien se especializa en terapia del juego y atiende problemas en niños y adolescentes, especifica que el origen de un infante agresivo no depende de un solo factor, sino de varios. En principio, aclara que el ser humano está conformado por distintas áreas, como "la del lenguaje, afectiva, de convivencia con otros y cognitiva o de pensamiento, y en este sentido sabemos que un pequeño que golpea tiene problemas en las esferas social y emocional".

Asimismo, especifica que un pequeño puede tener dos tipos de temperamento desde el nacimiento:

Pasivo o introvertido. Rara vez afecta a la esfera social cuando tiene problemas sentimentales, ya que se deprime, se muerde las uñas, se arranca el cabello o presenta tics (movimientos involuntarios), es decir, sus emociones se vuelcan hacia él mismo.

Activo o extrovertido. Habla más, se desenvuelve con soltura, tiene mayor despliegue físico y es más común que exteriorice las alteraciones que sufre en su área emocional a través de berrinches, que puede presentar a partir de que se desplaza y habla, es decir, desde que cumple año y medio de vida o dos.

Detalla la psicóloga que un infante con temperamento activo tiene más fuerza para hacer demandas a sus padres cuando necesita algo, y esto le abre dos posibilidades: que se convierta en alguien sano, emprendedor y seguro, o en un individuo enfermo, violento y propenso a desarrollar problemas psicológicos. Todo dependerá de la enseñanza que reciba en la esfera social, la cual le permitirá encauzar sus primeras manifestaciones de agresividad.

Regañar a un pequeño, golpearlo o dejar que se controle por su cuenta cuando hace un berrinche o rabieta no le ofrece recursos para entender sus emociones. Tampoco le ayuda que su madre y padre no se pongan de acuerdo al tomar decisiones y discutan por todo frente al infante, pues éste se confunde (cae en una condición llamada disonancia) y tiene mala educación emocional.

La especialista ejemplifica que cuando el niño hace algo que puede ameritar una amonestación, "es probable que el papá desee darle una nalgada y que la mamá interceda, argumentando: 'está chiquito, déjalo, no le pegues'. Ante estas decisiones ambiguas el hijo se va a inclinar del lado que más le convenga, pero llegará un momento en que no obedecerá a ninguno de sus progenitores con tal de satisfacer sus propios deseos". También es común que uno de los padres, por llevarle la contraria a su pareja, le dé la razón al pequeño en sus rabietas y convierta al menor en un elemento manipulable para dañar a otros.

Queda claro que la relación que llevan los padres es un factor que puede favorecer el comportamiento agresivo infantil, pero también que la falta de habilidades en la esfera sentimental puede "enseñarse" sin que los progenitores se den cuenta. "Sabemos que padres intolerantes dan lugar a hijos intolerantes, y ejemplos de ello son muchos. Imaginemos el caso de un papá que se enoja cuando hay mucho tránsito, dice groserías y se la pasa sonando el claxon; la consecuencia es que el niño aprende que ante las situaciones adversas hay que desesperarse y que lo primero que se pierde en la vida es la calma".

Así, un niño con temperamento activo y mal manejo de emociones se encuentra propenso a desarrollar actitudes cada vez más violentas. "La rabieta degenera paulatinamente en pataletas en el suelo, agresiones verbales (he tenido pacientes de 3 años que le han gritado frases muy hirientes a sus padres, como 'no quiero vivir contigo' u 'ojalá te mueras') y, más adelante, físicas, como patear o morder al papá y a la mamá, sobre todo cuando se acercan a contenerlo. Hablamos entonces de una situación progresiva que da pie a un problema que llamamos trastorno negativista desafiante".

Cuando el niño ya ha insultado o ha golpeado a sus padres, es más fácil que actúe de igual forma con sus iguales: compañeros de la escuela, hermanos y vecinos de edad similar. "A quien toma primero como víctima es a los más vulnerables, que son los chicos tímidos, ansiosos, inhibidos, inseguros, que les cuesta trabajo defenderse y establecer relaciones interpersonales: los pequeños de temperamento pasivo", especifica la Dra. Quero Vásquez.

Otro riesgo radica en que el chico puede retar a las autoridades, como sus maestros o cualquier adulto que le dé una orden. "En principio,

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