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El Niño Agresivo


Enviado por   •  29 de Enero de 2014  •  1.773 Palabras (8 Páginas)  •  368 Visitas

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El niño agresivo

Luis Felipe Ortiz Gómez Asesor de la UPN 094

El entorno actual y los medios de comunicación masiva fomentan la agresividad en los niños, aunque no son las únicas causas de ella, este artículo presenta sugerencias prácticas para contrarrestar los factores que promueven la agresividad y la violencia infantiles.

Es normal que, para reafirmar su personalidad, el niño tenga tendencias agresivas. Esto no es malo, ya que la agresividad bien encausada resulta una cualidad. El niño necesita cierto grado de agresividad que le puede ser vital para subsistir.

Iniciativa, coraje, deseo de superación, empuje y tenacidad, entre otras, son cualidades que pueden considerarse como aspectos de una agresividad positiva. Los triunfadores y líderes poseen estas cualidades.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta agresividad lleva al niño hacia un deseo de dominio, de imposición y a manejar en forma destructiva los derechos de los demás para obtener lo que él desea, usando un comportamiento caprichoso, violento y sin autocontrol?

Es preocupante el que, un niño sea capaz de afrontar situaciones difíciles como el que un niño, sólo golpee y destruya.

Mucha energía puede provocar agresividad

Existe el niño que tiene mucha energía, que muestra una conducta agresiva y provoca problemas porque molesta, pega y empuja a sus compañeros. Estos niños, al llegar a la edad adulta, pueden llegar a ser verdaderos líderes si han aprendido a manejar y encauzar bien toda su energía.

El doctor Víctor Cline, psicólogo y autor de varios libros sobre educación infantil, nos dice que si se tiene un hijo o alumno así, no se le debe quitar su arrojo y coraje. Es mejor guiarlo para que busque opciones positivas y proporcionarle espacios, donde pueda desfogar o invertir esa energía.

La personalidad conflictiva también provoca agresividad

Existe el niño agresivo realmente conflictivo. Su conducta es problemática y deja ver una ansiosa necesidad de autoafirmación y esto lo exterioriza a través de la violencia. Este tipo de niño es inseguro, lucha internamente sin resolver sus conflictos y es por eso que su temperamento explosivo lo hace pegar, romper, gritar y hasta insultar a quién se le ponga enfrente.

Reta a la autoridad, su actitud es pendenciera y hostil. El niño con este comportamiento sólo quiere que se enteren de que él existe.

Otros motivos para ser agresivo

Una de las causas más frecuentes de este comportamiento es que el niño se sienta menospreciado, poco querido, se encuentra receloso de sus hermanos o compañeros de clase.

También puede provocar estas actitudes el ambiente que se vive en la familia e incluso en el salón de clases. Si en el hogar el ambiente es de pleitos, discusiones y tensiones, el niño reaccionará con violencia. Sucede algo similar en el aula escolar; si el maestro provoca un ambiente tenso de imposición, tiene sus preferidos, hace comparaciones, no escucha a sus alumnos y castiga, los alumnos pueden presentar agresividad por estar a disgusto con el maestro y el ambiente represivo.

Si el niño observa a papá o mamá que al conducir el auto van repartiendo majaderías por el camino y se pegan al claxon porque el imbécil de adelante se tardó en arrancar cuando se puso la luz verde, ese niño estará saturado de hostilidad.

Otra causa que influye notablemente en la actualidad, son los medios de comunicación: el cine, la televisión, las revistas, los vídeo juegos en los que se muestra a los niños una gran cantidad de violencia. Todo esto incrementa, estimula o resulta una magnífica escuela para el aprendizaje de actitudes agresivas, especialmente si el niño tiene ya estas tendencias.

¿En algún momento nos hemos puesto a pensar cuántas escenas de violencia ve el niño durante un día, una semana, un mes?

En sitios públicos, televisión y vídeo juegos, los niños están viendo la violencia como una forma natural de comportamiento. Siempre será el más fuerte o el héroe el que pega más y mejor, o el que mata a más enemigos.

Es realmente necesario terminar a tiempo con esta agresividad nociva que sólo manipula las emociones de nuestros niños.

No hay que confundir la agresión negativa con la tendencia que tiene el niño a desarmar sus juguetes y hasta destruirlos por sus incesante curiosidad y la necesidad de ejercitar su coordinación motriz fina. Lógicamente con esto no se quiere decir que por el afán que tienen los niños de ser «investigadores» se debe permitir que se expongan al hacer «experimentos» con fuego, electricidad, agua y otros elementos peligrosos o dañinos, o que destruyan sus juguetes sin valorarlos.

¿Cuándo se requiere de apoyo especializado?

Existen dos tipos de niños que son sobre agresivos y que necesitan de una ayuda especial:

El primero es el niño sádico que disfruta haciendo daño, ya sea a personas o animales. Hay niños de cinco o más años que torturan y hasta llegan a matar a los animales. Parece que al atormentar a otros niños o animales sienten un infinito placer.

Realmente es rarísimo encontrar a un niño de este tipo; pero si lo hay, es necesario recurrir a la ayuda profesional de un psicólogo especializado en este tipo de casos, para proporcionarle una terapia adecuada.

No es común que los niños en edad preescolar estén dentro de esta categoría, aunque parezca muy agresivo a veces. Es normal que no sepan todavía manejar su enojo y sus frustraciones; por eso en ocasiones golpean, empujan o hacen berrinches. Lógicamente no debemos permitirlo y una forma de canalizar su agresividad es proporcionarles pinturas, plastilina, una pera loca, arena, agua, arcilla y otros elementos de actividad física y diversión.

Cuando

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