Los Pilares De La Educación Y Las Competencias Docentes
anselmogreen26 de Septiembre de 2013
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LOS PILARES DE LA EDUCACIÓN Y LAS COMPETENCIAS DOCENTES
El mundo globalizado en la época que nos tocó vivir, requiere, según la UNESCO del desarrollo de capacidades óptimas en los individuos, poniendo en juego todas sus potencialidades y por lo tanto, haciendo uso de cada uno de los rasgos que integran una competencia, que según Laura Frade, se definen como “Capacidades adaptativas cognitivo – conductuales para responder a las demandas que se producen en el entorno y a las necesidades propias que emergen.” (2009, p. 7).
Estas competencias son necesarias para poder sobrevivir a los requerimientos de una nueva forma de vida dictada no sólo por las nuevas tecnologías de la información y comunicación, sino por procesos de producción muy especiales, y para Delors y otros (1994) la cantidad, diversidad y velocidad de los flujos de información que circulan a escala mundial en las redes informativas plantea a la educación una doble exigencia que puede parecer contradictoria: la educación debe transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y prácticos, adaptados a la civilización cognitiva en la que estamos inmersos porque son las bases de las competencias del futuro.
Para ello, la gente debe hallar simultáneamente y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por el bombardeo de información que nos invade en todos los entornos y, al mismo tiempo, mantener el rumbo en proyectos de desarrollo personales y de grupo.
De cierta manera, la educación se ve obligada a evolucionar, para cumplir la misión que le es propia, por lo que debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida formarán parte de las personas, a los que se les llama pilares del conocimiento, sobre los que se va a fundamentar nuestro conocimiento del mundo, que según Delors (1994), son:
aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. (p.1)
Por otra parte, en la crítica al informe “la educación encierra un tesoro”, Guillén (2008), nos habla principalmente de cómo debemos enfocar la educación, perdiendo el dichoso estigma de que los profesores somos formadores solo para la vida laboral y se dirigen a los maestros, empatando con la visión de Perrenoud, quien en una visión al futuro, busca hacernos comprender hacia dónde se dirige el oficio de enseñar, por lo que en su obra describe con detalle diez grandes familias de competencias que él considera necesarias para desarrollar las competencias docentes, las cuales son: Organizar y animar situaciones de aprendizaje, gestionar la progresión de los aprendizajes, elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación, Implicar al alumnado en su aprendizaje y en su trabajo, trabajar en equipo, participar en la gestión de la escuela, Informar e implicar a los padres y madres, utilizar las nuevas tecnologías, afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión, y organizar la formación continua.
Esta lista de competencias se propone para que, sumadas a los cuatro pilares de la educación, podamos, en comunión, maestros y alumnos, diseñar un futuro posible y deseable para el proceso enseñanza-aprendizaje que tantos cambios y reformas ha tenido que experimentar para estar cubriendo las necesidades del hombre en los diferentes momentos.
De aquí se desprende que trabajar en grupo se convierte en una necesidad, ya que “cada vez hay más profesores, jóvenes o menos jóvenes, que desean trabajar en equipo y aspiran a niveles de cooperación más o menos ambiciosos. Algunos excluyen
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