Los elementos clave de la comunicación no violenta (CNV)
gdsfTutorial6 de Mayo de 2015
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ityurtIntroducción
¿Cómo nos vinculamos con otra persona cuando sentimos mucho enfado y dolor? ¿Qué hacemos cuando estamos en pleno desacuerdo con los argumentos planteados? ¿Cómo respondemos a la angustia y desesperanza de alguien a quien queremos ayudar? ¿Cómo planteamos peticiones en reuniones de trabajo? Estos interrogantes ilustran algunos de los escenarios planteados en este libro. Mientras aprendemos a identificar nuestras propias formas de actuar que aumentan el conflicto y la desconexión, podemos educarnos para estar presentes de un modo que potencie la armonía y la cooperación, y que nos ayude a responder a nuestras necesidades. ¿Cómo hacerlo? En Comunicación no violenta, Rosenberg plantea una serie de pautas y habilidades para lograrlo.
Comunicación no violenta expresa una clara y sistemática presentación de un programa educativo desarrollado por Marshall Rosenberg, a partir de su experiencia como mediador, educador y terapeuta, y que en la actualidad se comparte en más de 45 países. A lo largo de sus páginas, Rosenberg nos involucra en un proceso de reflexión y aprendizaje relacionado con cómo nos comunicamos habitualmente y cómo podemos hacerlo de un modo más efectivo y coherente con nuestros valores.
En este resumen se repasan los cuatro elementos clave de la comunicación no violenta (CNV), esto es: observar sin evaluar, identificar y expresar los sentimientos, asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos y formular a los demás peticiones conscientes para enriquecer nuestra vida. También se señala la importancia de conectar con nuestras necesidades y con las de los demás, hecho que nos aleja de prejuicios y evaluaciones y nos hace capaces de poner en práctica el poder de la empatía para comunicarnos de manera efectiva.
Observar sin evaluar
El primer componente de la CNV (comunicación no violenta) implica la separación entre observación y evaluación. Necesitamos observar claramente aquello que vemos, oímos o tocamos que afecta a nuestro bienestar, sin mezclarlo con una evaluación. Hacer observaciones constituye un elemento importante de la CNV mediante el cual intentamos comunicar a otra persona, de forma clara y sincera, cómo nos sentimos. Sin embargo, si mezclamos la evaluación con la observación, reduciremos la probabilidad de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle. En lugar de ello, recogerá la crítica y opondrá resistencia a lo que estamos diciendo.
La CNV no nos dice que seamos totalmente objetivos ni tampoco que nos abstengamos de hacer evaluaciones. Lo único que nos dice es que mantengamos una separación entre nuestras observaciones y nuestras evaluaciones. La CNV constituye un lenguaje dinámico que rechaza las generalizaciones estáticas; en lugar de ello, las evaluaciones deben basarse en observaciones específicas del momento y del contexto.
El filósofo indio J. Krishnamurti dijo una vez que observar sin evaluar constituye la forma suprema de la inteligencia humana. La primera vez que leí esta afirmación me dije: "¡Qué tontería!", sin darme cuenta de que acababa de emitir una evaluación. A la mayoría nos cuesta hacer observaciones de la gente y su conducta exentas de juicios, críticas u otras formas de análisis.
Identificar y expresar sentimientos
El primer componente de la CNV es observar sin evaluar; el segundo es expresar cómo nos sentimos. El psicoanalista Rollo May afirma que "la persona madura es capaz de diferenciar los sentimientos estableciendo muchos matices, intensos y apasionados o delicados y sensibles, como si fueran los diferentes pasajes musicales de una sinfonía". Pero en muchos casos, como diría May, nuestros sentimientos son tan "limitados como las notas de un toque de corneta".
El repertorio de adjetivos que aplicamos a las personas suele ser más amplio que el vocabulario del que disponemos para describir con claridad nuestros estados de ánimo. Se nos educa para orientarnos hacia los demás más que para estar en contacto con nosotros mismos. Tenemos metida en la cabeza la siguiente pregunta: "¿Qué quieren los demás que yo diga y haga?".
Revelar nuestra faceta humana y expresar la propia vulnerabilidad pueden ayudar a resolver conflictos o situaciones de comunicación difíciles. En una ocasión tuve que trabajar con los administradores de un hospital que se sentían muy inquietos a causa de una próxima reunión que iban a tener con los médicos. Querían conseguir que los apoyaran en un proyecto que los médicos acababan de rechazar casi por unanimidad. Los administradores deseaban que yo les demostrara cómo utilizar la CNV en su trato con los médicos.
Adoptando el rol de uno de los administradores en una dramatización, empecé con las siguientes palabras: "Me asusta plantear esta cuestión". Elegí aquellas palabras porque me di cuenta de que los administradores tenían miedo de volver a enfrentarse con los médicos a propósito de ese tema. Sin darme tiempo a continuar, uno de los administradores me interrumpió con esta protesta: "¡Usted no entiende la situación! No podemos decirles a los médicos que estamos asustados". Al preguntarle por qué, respondió sin titubear: "Si se lo dijéramos nos harían pedazos". La respuesta no me sorprendió lo más mínimo, ya que había escuchado a muchas personas decir que nunca se les ocurriría manifestar sus verdaderos sentimientos en su lugar de trabajo.
Sin embargo, uno de los administradores decidió arriesgarse a confesar su vulnerabilidad en la temida reunión. En lugar de adoptar una actitud estrictamente lógica, racional y nada emotiva, según tenía por costumbre, optó por expresar sus sentimientos exponiendo al mismo tiempo por qué deseaba que los médicos cambiaran de actitud. Pudo comprobar entonces que los médicos respondían de manera muy diferente. Al final se sorprendió y se quitó un peso de encima cuando vio que los médicos no solo no lo hacían pedazos, sino que cambiaban radicalmente de actitud y votaban a favor de su proyecto por diecisiete votos a uno. Aquel cambio tan espectacular contribuyó a que los administradores advirtieran y apreciaran la repercusión que podía tener la expresión de la propia vulnerabilidad... incluso en el lugar de trabajo.
Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos
El tercer componente de la CNV implica el reconocimiento del origen de nuestros sentimientos. La CNV potencia nuestra conciencia de que aquello que hacen o dicen los demás puede ser el estímulo, pero nunca la causa, de nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son el resultado de cómo elegimos tomarnos lo que dicen y hacen los demás, y también de nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento. El tercer componente nos invita a aceptar la responsabilidad de lo que hacemos para generar nuestros propios sentimientos.
Cuando alguien nos transmite un mensaje negativo, sea verbal o no verbal, tenemos cuatro opciones con respecto a la manera de recibirlo. Una es tomárnoslo de manera personal, captando en él acusaciones y críticas. Por ejemplo, alguien está irritado con nosotros y nos dice: "¡Eres la persona más egocéntrica que he conocido en mi vida!". Si nos tomamos la frase de forma personal, podemos reaccionar respondiendo: "Sí, debería ser más sensible con los demás". Es decir, aceptamos el punto de vista de la otra persona y nos echamos la culpa. Es una opción que vulnera nuestra autoestima y nos cuesta un precio muy alto, ya que nos lleva a sentirnos culpables, avergonzados y deprimidos.
Una segunda opción es echar la culpa a nuestro interlocutor. En respuesta a la afirmación "¡Eres la persona más egocéntrica que he conocido en mi vida!", podríamos protestar diciendo: "No tienes derecho a decirme esto. Siempre tengo en cuenta tus necesidades. ¡Tú eres el egocéntrico!". Cuando nos tomamos las afirmaciones de esta manera y echamos la culpa a la otra persona, lo más probable es que sintamos rabia.
La tercera opción que tenemos cuando recibimos un mensaje negativo consiste en hacer que brille la luz de nuestra conciencia para ver con claridad nuestros sentimientos y necesidades. Así podríamos, por ejemplo, responder: "Cuando me dices que soy la persona más egocéntrica que conociste en tu vida, me siento herido, porque yo querría que reconocieras los esfuerzos que hago para tener en cuenta tus preferencias". Al centrar la atención en nuestros sentimientos y necesidades, tomamos conciencia de que sentirnos heridos en esta circunstancia deriva de nuestra necesidad de que se reconozcan los esfuerzos que hacemos.
Cuando recibimos un mensaje negativo tenemos, finalmente, una cuarta opción, que consiste en iluminar con la luz de la conciencia los sentimientos y necesidades de la otra persona en ese momento según ella misma los expresa. Podríamos preguntarle, por ejemplo: "¿Te sientes herida porque necesitas que se tomen en cuenta tus preferencias?".
Todos los juicios, críticas y diagnósticos que emitimos, así como las interpretaciones que hacemos de los demás, son expresiones de nuestras propias necesidades. Si alguien nos dice: "Tú no me entiendes", lo que está diciéndonos en realidad es que su necesidad de ser comprendido no está satisfecha. Cuando nuestra esposa nos dice: "Esta semana estuviste trabajando todas las noches hasta muy tarde; tu trabajo te importa más que yo", lo que nos dice en realidad es que necesita que seamos más afectuosos con ella.
Siempre que manifestamos nuestras necesidades de una manera indirecta y nos valemos de evaluaciones, interpretaciones e imágenes,
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