Los fundamentos teóricos de la investigación de estrés
maria24Tutorial30 de Mayo de 2013
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Marco teórico
En la perspectiva que se adopta, se relaciona la investigación citando a Guevara (1990), de la Universidad Central de Venezuela, quien realizo un estudio titulado Conflicto y ambigüedad del rol, clima organizacional y estrés en el docente de preescolar. Se trata de una investigación descriptiva, en la cual, después de haber analizado los datos obtenidos, llegó a la conclusión de la percepción de los docentes acerca del clima organizacional fue medianamente favorable.
En Venezuela también se han realizado trabajos con docentes en diferentes niveles del sistema escolar. Kim, Navarro (1985) y Picón (1984), estudiaron las relaciones que existen entre el estrés del docente y el clima organizacional. Vecchini (1987), Sánchez (1987), Rojas (1987), Serrano (1989) realizaron estudios sobre la percepción del docente hacia los niños con evidencias de estrés.
Según Han Selye medico austriaco denomino las respuestas del estrés como el síndrome general de adaptación que se desarrolla en tres fases:
1. Fase de alarma: Esta fase dispara nuestra respuesta primitiva de preparación para la lucha – huida. Cuando sucede algo inesperado se produce una descarga masiva, en otras palabras una activación del sistema nervioso simpático que se llama reacción de alarma del sistema simpático. Esto también se puede denominar Estrés Agudo ya que es una reacción a una amenaza súbita, inesperada, y desmedida como nuestra reacción a una explosión, un accidente de coche, una catástrofe, un ruido exagerado, aglomeraciones etc.
La reacción de alarma del sistema simpático es la denominación científica para la llamada respuesta lucha, huida. La respuesta contraria la que haría que nuestro organismo vuelva a su estado natural se llamaría la respuesta de relajación y en términos científicos se activaría el sistema PARA – simpático.
Lo que desencadena esta activación son nuestros sentidos, vista, olfato, oído, gusto y tacto además de un sexto sentido que es el sistema propioceptor. Si esta alarma o shock nos ha afectado físicamente también tendremos tensión física o dolor, heridas o reacciones emocionales intensas y estas sensaciones se transmiten a través de los nervios de nuestra espina dorsal hasta llegar al cerebro.
2. Fase de resistencia: en esta fase denominada activación neuroendocrina o vía córtico adrenal se manifiesta por la secreción de corticoides que se activa a partir del hipotálamo después de haber recibido información del estresar y liberar el llamado factor liberador de corticotropina (CRF – Corticotropin Releasing Factor) lo que estimula la glándula pituitaria (hipófisis) para que segregue la hormona adenocorticotropa o corticotropina (ACTH) que circula al torrente sanguíneo y estimula la corteza adrenal para que secrete glucocorticoides y mera corticoides. Estos actúan como tranquilizantes que coexisten con “el agresor” y son pues hormonas adaptativos y restauradoras que obedecen al control o retroalimentación que ejerce el cortisol que es el que moviliza las reservas de glucógeno hacia la sangre para mantener los niveles de glucosa en sangre, lo que aumenta la cantidad de energía disponible para que el organismo pueda seguir trabajando a mayor ritmo bajo estrés.
Por otra parte la aldosterona (un mineral corticoide) ayuda al organismo a retener sodio y eliminar el potasio, lo que mantiene más alta la presión sanguínea, de ahí que la tensión alta sea un síntoma de estrés prolongado. Y también la estimulación del hipotálamo libera la hormona estimuladora de la tiroides prolactina y beta endorfinas , que son opioide naturales que elevan el estado de ánimo y disminuyen la sensibilidad al dolor y también activan el sistema inmune. La fase de resistencia consume grandes cantidades de energía y por lo tanto se la resta a otras respuestas fisiológicas
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