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Ludopatia


Enviado por   •  10 de Marzo de 2014  •  3.716 Palabras (15 Páginas)  •  185 Visitas

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LUDOPATIA: MÁS QUE UNA ADICCIÓN, UN PROBLEMA MENTAL

UNIVERSIDAD ICESI/FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES/DEPARTAMENTO DE ESPAÑOL

Comunicación Oral y Escrita II – Grupo No.: 2 /PROFESORA: ANDREA RODRIGUEZ M

Estudiante: Luis Felipe Salazar – Código: 09205042

LA LUDOPATÍA: MÁS QUE UNA ADICCION, UN PROBLEMA MENTAL

Desde el principio de los tiempos, el hombre ha tenido la necesidad de dispersar las tensiones que le causa la vida cotidiana y encontró en la lúdica una óptima manera de evitar que el estrés se apoderara de su cuerpo y de su mente.

A medida que la capacidad de innovación del hombre iba creciendo, se fueron creando diferentes juegos, y entre tantos, se originaron los juegos de azar, que consisten en obtener algún tipo de premio material proveniente de algún contrincante después de derrotarlo, pero a diferencia de la mayoría de los juegos, ganar aquí no dependen de las habilidades de cada persona sino, como su nombre lo indica, del azar.

Al encontrar en esta forma de entretenimiento una posibilidad de obtener elementos sin ningún esfuerzo el hombre comenzó a desarrollar una pseudo-necesidad por los juegos de azar, pues cada vez que ganaba, se sienta imponente y deseaba seguir jugando para intentar obtener objetos de mayor valor. Es en este instante donde se comienza a generar un problema que consiste en una posesión del juego sobre el ser humano el cual desde 1980 se le denominó ludopatía según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-III, de la Asociación Psiquiátrica Americana.

Actualmente a nivel mundial la incidencia de ludópatas se ha incrementado notablemente, existiendo múltiples factores psicosociales relacionados con su etiología. Todo esto constituye un problema de gran estudio, debido a las diversas consecuencias que puede causar en el ámbito laboral, familiar y social del individuo que por el solo hecho de querer tener el tiempo, el espacio, y el dinero para jugar, hace a un lado sus necesidades vitales y cuando esto sucede, su comportamiento se cataloga como una enfermedad mental.

La adicción al juego provoca, como es sabido, importantes alteraciones de la conducta que inciden negativamente en el entorno social del jugador y en su propia salud, vida familiar, social y ámbito criminal. Lo que no se había visto hasta ahora es que estas alteraciones tienen un reflejo visible en áreas específicas del cerebro.

Muchas personas han llegado a perderlo todo por culpa de su dependencia del juego. Para estos enfermos, apostar es una obsesión que puede considerarse como un descontrol de los impulsos, lo mismo que sucede con el impulso de robar (cleptomanía) o de quemar cosas (piromanía).

Inicialmente, los impulsos son controlados y prudentes, pues la persona no confía en que pueda ganar, por lo tanto, apuesta muy poco y juega de vez en cuando, a razón de esto, es muy normal que salga afortunado con frecuencia. Gracias a estas ganancias ocasionales, el jugador cree que tiene habilidades excepcionales y empieza a jugar más de seguido con el pensamiento que si le inserta más dinero a su amada maquina tragamonedas y si juega más veces, va a lograr obtener mucho más de lo “invertido”.

Posteriormente, el jugador adopta una actitud excesivamente optimista, que le conduce a aumentar significativamente la cantidad de dinero que arriesga en el juego. Al incrementar las apuestas se comienzan a producir mayores pérdidas y es ahí cuando comienza a jugar, no ya para ganar, sino para recuperar lo perdido. Busca ahora nuevas fuentes de dinero para emplearlo en el juego, principalmente los préstamos, siempre con la idea de devolverlos con el dinero obtenido en el juego. Los elevados préstamos se convierten en una nueva presión para el jugador. Aumenta su preocupación por el juego, deteriorándose paulatinamente las relaciones familiares y laborales. Trata de ocultar sus problemas de juego a la familia y, a causa de sus excusas y engaños, se deteriora la relación con su cónyuge o pareja. En su empleo empieza a disminuir su nivel de productividad y a perder horas de trabajo. Aunque algunas veces se producen ganancias durante esta fase, estas son siempre menores que la cantidad de dinero a que ascienden los préstamos. Su estado financiero se hace crítico. Generalmente ha de "confesarse", al menos en parte, a la familia, que suele ayudarle económicamente y darle un voto de confianza. Si cesa de jugar suele ser durante poco tiempo.

Finalmente, los impulsos del ludópata son totalmente irracionales, pues el cerebro ordena efectuar ciertas acciones que una persona con su mente saludable no haría. Los familiares y amigos, aparentemente, se desentienden. La falta de dinero disponible o de sistemas de préstamo legales a los que acudir incrementa el riesgo de buscar vías de préstamo ilegales o de delinquir. En esta etapa muchos abandonan su empleo o negocios. Están irritables, nerviosos y aparecen trastornos del sueño y de la alimentación. Son frecuentes la depresión y las alucinaciones. Las alternativas son varias, desde escapar de la situación y solicitar ayuda hasta el encarcelamiento y el suicidio demostrando así, que el estado de su salud mental es extremadamente grave, meritorio de un tratamiento profesional, pues según palabras del médico psiquiatra Pablo Rodríguez “la ludopatía es tan grave, que supera incluso la adicción a la cocaína ya que, la necesidad de consumirla es física, es decir, el cuerpo pide el consumo de dicha sustancia, mientras que la adicción al juego es mental, por tanto, liberarse de la ludopatía requiere mucho más que la voluntad”

Como cada vez se hace más difícil jugar y vivir una vida normal al mismo tiempo, el ludópata decide dejar de comer, vestirse adecuadamente asearse, etc., desmejorando considerablemente su aspecto y peor aún, afectando su salud física: esto es considerado como una dependencia que va en contra del instinto de supervivencia que tiene el ser humano el cual no permite que este se autodestruya, razón por la cual, es un error catalogar a la ludopatía como una simple adicción, pues el cuerpo no exige que el individuo juegue, sino que es su mente la que lo incita a jugar.

Además de esto, el ludópata, para evitar que los demás vean la gravedad de su estado, trata de justificar su mal aspecto con pretextos que involucran a su familia, su trabajo, entre otros, y solo cuando ya se les han agotado las “razones” es cuando deciden admitir que tiene problemas con el juego, pero jamás con la intención de dejarlo, de hecho, cubren el problema con algún tipo de solución ficticia a todos sus problemas, que será proporcionada si y solo si

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