Malestar En La Cultura

EL MALESTAR EN LA CULTURA

SIGMUND FREUD

Este ensayo tiene un carácter filosófico además del enfoque psicoanalítico, ya que nos sitúa en el conflicto individuo-sociedad, de las exigencias y restricciones impuestas por la cultura, argumentando que existe un “malestar” en los seres humanos propio del proceso cultural de cual son y serán siempre.

También se plantea que la insatisfacción del hombre por la cultura se debe a que esta controla sus impulsos eróticos y agresivos, ya que el hombre tiene una agresividad que puede desintegrar a la sociedad. La cultura controlara esta agresividad bajo la creación de la hipótesis del Súperyo y su origen en las primeras relaciones objetales del individuo, dirigiéndola contra el Yo y declarando ubicar el sentimiento de culpa como el problema principal y más importante del desarrollo cultural.

El ser humano es un ser social, y el individuo debe de someterse para entrar en la sociedad ya que su aporte como individuo es único y esencial. Establece el paradigma de que el individuo debe dejar una parte de sí mismo “de su yo” para poder pertenecer y poder ser parte de una cultura.

Este malestar tiene que ver con la insatisfacción que tiene el hombre de la cultura abarcando todas las manifestaciones culturales que sufre por que la misma debe restringir y controlar los impulsos eróticos y agresivos que están muy relacionados entre sÍ ya que son indispensables para convertir al humano en ser humano. Para Freud, esta sofocación de las mociones pulsionales más puras, “innatas” y fuertes lo diferencian de ese hombre primitivo, “sin restricciones”; y le producen, entre otras cosas, la Neurosis.

“No nos sentimos cómodos en la civilización del presente”, estas palabras de Freud expresan su desencanto respecto a nuestra cultura y el reconocimiento de la capacitación de ésta a la hora de destruir la infelicidad humana. La cultura, incluida en ella la técnica, no ha contribuido al bienestar de la humanidad; ha dotado al hombre de muchos objetos, pero no le ha hecho feliz.

La felicidad no es un valor cultural, la cultura implica la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad y esta substitución crea malestar. Por una parte, el hombre ha de reprimir su agresividad o impulsos destructivos y, por otra parte, ha de sublimar su sexualidad hacia objetivos de interés común. Los afanes e intereses culturales han introducido excesivas restricciones en la satisfacción de las pulsiones humanas, han inhibido la sexualidad y exigen transformación de impulsos libidinosos en actividades sustitutivas, a saber, en horas de trabajo bien disciplinado. La cultura lleva a sustituir la satisfacción inmediata por una satisfacción retardada, a sustituir la libertad y la ausencia de represión por seguridad.

La renuncia, restricción y

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