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El Malestar En La Cultura

paumery27 de Marzo de 2014

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Capítulo I

Síntesis

En este capítulo, Freud trata principalmente el tema del origen de la sensación de eternidad o "sentimiento oceánico" como fuente primordial de la religiosidad humana. Según él, "trataríase de un sentimiento de indisoluble de comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del mundo exterior". Para dilucidar el origen de este sentimiento debemos embarcarnos en el análisis del yo. En situaciones normales, dice Freud, nada nos parece más seguro y establecido como la sensación de nuestra "mismidad", de nuestro propio yo. Sin embargo, la investigación psicoanalítica establece que el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual el yo sirve de fachada. Por lo menos hacia el exterior, el yo parece siempre mantener límites claros; sin embargo hay una situación en la que amenaza esfumarse el límite entre el yo y el objeto: el enamoramiento. El enamorado afirma que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportarse como si así fuera. De esto aducimos que lo que puede ser anulado por una función fisiológica podrá, desde luego, ser trastornado por procesos patológicos. Por lo tanto, el sentimiento yoicio está sujeto a trastornos, y los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables.

Establecido esto, debemos decir que el sentido yoicio del adulto no pudo haber sido el mismo desde el principio, sino que sufre una evolución. El lactante, por ejemplo, aún no discierne su yo del mundo exterior. Va aprendiendo esto a través de diversos estímulos, pero lo que ha de causarle mayor impresión es el hecho de que algunas de las fuentes de estímulo sean susceptibles de provocarle sensaciones en todo momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente, entre ellas la que más anhela: el seno materno. Así, comienza a oponérsele al yo un objeto, uno que se encuentra afuera y para cuya aparición es necesario realizar una acción particular: el llanto. Un segundo paso en la demarcación del yo, lo que implica una aceptación de un afuera, es el surgimiento de la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en una fuente de displacer, lo que es impulsado por el principio del placer, que induce a abolir y evitar estas sensaciones. De esto modo, el hombre el hombre aprende a dominar un método mediante el cual puede discernir lo interior y lo exterior. El que el yo aplique esta misma metodología al defenderse de ciertos estímulos displacientes provenientes de su interior, habrá de dar origen a importantes trastornos patológicos.

De esta forma Freud dice que originalmente el yo lo incluye todo, y luego desprende de sí el mundo exterior. Este razonamiento implica la aceptación de que el producto de las fases tempranas de un proceso evolutivo se puede conservar junto con su parte evolucionada, lo cual ejemplifica Freud con la supervivencia del cocodrilo luego de la extinción de sus predecesores, los dinosaurios. Otra metáfora que usa es la de una ciudad imaginaria en la que persisten todas las características y estructuras de la Ciudad Eterna, Roma, cuyas estructuras han cambiado, o incluso dejado de existir para dejar paso a otras construidas durante períodos subsiguientes. Esta persistencia de todos los estadíos previos de algo, junto con su forma definitiva, es solo posible en el campo psíquico, y es más bien una regla que una excepción.

Sin embargo, Freud considera poco fundada esta teoría y establece el desamparo infantil que sufre el hombre como fuente irrefutable de la religiosidad.

Capítulo 2

Síntesis

Sigmund Freud trata ahora el tema de la búsqueda de la felicidad, el objeto común a todos los hombres, y de qué forma se relaciona la religión con este tema. Tal como nos ha sido impuesta la vida, dice Freud, resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones y empresasimposibles. Por eso, necesitamos lenitivos para poder soportarla. Los clasifica en tres tipos:

• Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria. Ej.: cultivar, actividad científica

• Satisfacciones sustitutivas que la reducen. Ej.: arte

• Narcóticos que nos tornan insensibles a ella

Alega que es difícil en qué lugar de esta clasificación entra la religión. Ésta es la única que puede dar respuesta acerca de la finalidad de la vida humana. Aún más allá, la idea de adjudicar un objeto a la vida humana solo puede existir en función de un sistema religioso. Por eso, Freud deja de lado este tema para centrarse en otro más modesto: el objeto que el hombre si impone a sí mismo, la búsqueda de la felicidad. Él distingue dos aspectos de esta búsqueda: evitar el dolor y el displacer, y experimentar intensas sensaciones placenteras. Como vemos, el que fija este objetivo es el antes mencionado por Freud programa del principio del placer. No obstante, este programa es irrealizable, ya que todo el universo se le opone, e incluso podemos decir, reflexiona Freud, que el plan de la Creación no incluye que el hombre sea feliz. Según Freud, la felicidad se puede traducir como la satisfacción casi siempre instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un punto elevado de tensión, y, por lo tanto, solo puede darse como un fenómeno episódico. Esto es producto de nuestra naturaleza, que sólo nos permite gozar intensamente del contraste, no de la estabilidad. En cambio, no es mucho más fácil experimentar las desgracias, que nos atacan desde tres flancos:

• El propio cuerpo, que, condenando a la aniquilación y la decadencia, ni siquiera puede eludir de los displaceres producidos por el mismo

• El mundo exterior, fuente de fuerzas destructoras omnipotentes e implacables

• Las relaciones humanas, tal vez la mayor y más intensa fuente de sufrimiento, y casi ineludible.

Como resultado de este panorama, el hombre tiende a rebajar sus pretensiones, a seguir el principio de la realidad, llegando a considerarse feliz por el hecho de haber eludido la desgracia. Así, la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de logar el placer. Freud emprende una clasificación de las metodologías aplicadas por el hombre en su búsqueda de la felicidad:

• Fin positivo: obtención del placer

• Satisfacción ilimitada de todas las necesidades: no obstante uno de los caminos más tentadores, significa anteponer el placer a la prudencia y pronto se hacen notar sus consecuencias.

• Intoxicación: siendo uno de los métodos más efectivos, no solo proporciona estímulos placenteros, sino que también nos impide percibir estímulos desagradables. Freud reconoce una relación entre éstos dos fenómenos: "la descarga del placer oscila entre la facilitación y la coartación y paralelamente disminuye o aumenta la receptividad para el displacer". Los estupefacientes no solo proporcionan placer inmediato, sino también una considerable independencia del mundo exterior.

• Desplazamientos de la libido: consiste en reorientar los fines instintivos, de manera que eluden la frustración del mundo exterior. La exaltación de los instintos y la acrecentación del trabajo psíquico e intelectual contribuyen a ello. Responde a esta metodología la satisfacción que goza un artista por medio de la creación, o la del investigador, al solucionar sus problemas. Sin embargo, aunque este tipo de satisfacción es más noble y elevada dice Freud, su satisfacción es muy atenuada e insuficiente comparada con la satisfacción de los impulsos instintivos más groseros y primarios. No obstante, el punto débil de esta metodología reside en que es accesible a muy pocas personas, pues requiere disposiciones y aptitudes infrecuentes. Y, aún en el caso de quienes ostentan estas cualidades, no proporciona una protección sólida contra el sufrimiento.

• Imaginación: se relaja el vínculo con la realidad, buscando las satisfacciones en los procesos internos psíquicos. En este caso, la satisfacción se obtiene de ilusiones que son reconocidas como tales, sin que su discrepancia con el mundo real impida disfrutarlas. Las satisfacciones imaginativas, sin embargo, accesibles a los carentes de creatividad e insípidas para los más sensibles al arte, solo ofrecen un refugio fugaz contra los embates de la vida y carece de poderío para hacernos olvidar la miseria real.

• Amor: esta metodología persigue también la independencia del destino por medio de trasladar la satisfacción a los procesos psíquicos internos, utilizando la desplazabilidad de la libido, pero no por ello alejándose de la realidad, sino, por el contrario, aferrándose a los objetos y hallando la felicidad por medio de la vinculación afectiva con éstos. Se concentra en la obtención de la felicidad, dejando de lado el conformismo. Esta es el tipo de orientación de vida que hace del amor el centro de todas las cosas, que deriva toda la satisfacción de amar y ser amado. El punto débil de esta técnica reside en el evidente hecho de que nunca estamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos.

• Fin negativo: evitación del sufrimiento

• Aislamiento voluntario: el método de protección más inmediato contra el sufrimiento proveniente de las relaciones humanas, la felicidad de la quietud.

• Sometimiento de la Naturaleza a la voluntad del hombre: trabajar con todos por el bien de todos.

• Modificación del organismo: dado que el sufrimiento no es más que una sensación solo existe en función de que lo sintamos, y el que lo sintamos depende de la disposición de nuestro organismo.

• Dominación de los instintos: busca dominar la fuente misma de nuestras necesidades, con el fin de aniquilar los instintos,

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